La gravedad en la caída

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Trauma. Etimología. Del griego antiguo
 τραῦμα (“traûma”), ruptura, herida.

No creo que los padres comprendan
la gravedad 
esa ley sorda que derriba las manzanas,
el hueco exacto entre los cuerpos,
el llanto que se copia en la carne
al caer al mundo.

No entienden que fueron ciervos limpios,
de sangre entera,
con anteojos contra la ceguera,
ignorando el golpe seco
de las cañerías.

Los primeros pasos:
bocetos torpes
de líneas que chocarían con autos
difuminadas acuarelas de las hojas
cayendo en diagonal,
extinguieron el fuego sin ruido.

Algunos quisieron corregir
el renglón torcido.

No creo que los padres comprendan
el peso del silencio:
cuando su voz se enreda en la nada,
cuando su olor busca abrigo
en una prenda ausente,
cuando el eco de sus manos
tiembla aún en nuestros órganos.


Cada resultado del daño
es una pastilla que fractura el futuro:
la mandíbula,
antes de despertar,
tiembla como un cristal bajo presión.

Las palabras amplificadas
resuenan en espejos sin reflejo.

La gravedad
rompe el ego frágil
camino a casa,
como quien suelta un nudo
que tardó años en hacerse.

Y no,
 no creo que los padres
 comprendan
 la gravedad en la caída. ~


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