Ya muchos nos preguntamos quรฉ hacer frente al autoritarismo y la demagogia. Cรณmo resistir el avance de un rรฉgimen mentiroso y potencialmente destructivo. Cรณmo actuar mientras los nuevos embaucadores โcon la venia de mayorรญas adormecidas o manipuladasโ destruyen las instituciones y cambian la constituciรณn para entronizar a un seรฑor: ยฟNos plantamos en Reforma hasta que se atiendan nuestras plegarias? ยฟOrganizamos una marcha? ยฟNos afiliamos a un partido polรญtico de oposiciรณn, aunque sean PRI o PAN, aquellos ladrones? ยฟLe escribimos a nuestros legisladores, aunque sean del partido gobernante? ยฟVisitamos cada pueblito para conocer mejor al Mรฉxico โverdaderoโ, emulando al populismo de abrazos con la esperanza de descarrilarlo desde adentro? ยฟRevisamos nuestro privilegio, como solicita una de las alas acadรฉmicas al servicio del resentimiento, acaso para que las partes agraviadas nos consideren interlocutores vรกlidos?
El periodismo prescriptivo no es el mejor โno creo que dar recetas sea funciรณn de la prensa, como sรญ lo es hacer diagnรณsticos y exhibir problemas, ni tampoco creo que estรฉ equipada para ello y la mayor de las veces adquiere asรญ su forma mรกs feaโ, pero ya demasiadas, y cada vez mรกs, personas manifiestan confusiรณn y desasosiego, tanto personal como colectivo, frente a una era oscura e incierta. Y en efecto, ยฟquรฉ puede hacer el ciudadano comรบn ante semejante monolito? Alguna o varias de las anteriores, sรญ, ademรกs de las de cajรณn: votar cuidadosamente de ahora en adelante (el encargo se explica solo), donar โo mejor aรบn, sumarseโ a la sociedad civil opositora, mantenerse informado, persuadir a los demรกs, seรฑalar estupideces e injusticias, criticar y ridiculizar al rรฉgimen, leer a los comentรณcratas oligรกrquicos mรกs hostigados.
Pero, aunque todo suma, es posible que no alcance. La demagogia es infatigable en un paรญs adolescente. Y si bien la historia nos enseรฑa que nada permanece, tampoco sabemos cuรกnto.
De tal suerte que sรญ hay algo que cada pequeรฑo opositor puede hacer por sรญ mismo. Acaso algรบn dรญa el agregado cambie los vientos, pero si no, no importa, pues de todas formas es esta la forma mรกs digna de sobrellevar el ciclรณn. Vรกclav Havel la llamaba โel poder de los impotentesโ o โactuar como siโฆโ. Y quiรฉn mejor para explicarlo que el venerable Christopher Hitchens en sus Cartas a un joven disidente:
Vรกclav Havel, que trabajaba como dramaturgo y poeta marginal en una sociedad y un Estado que de veras merecรญan el tรญtulo de absurdos, se dio cuenta de que la โresistenciaโ en su acepciรณn original de insurgencia y militancia era imposible en la Europa central de la รฉpoca. Por lo tanto, propuso vivir como si fuera ciudadano de una sociedad libre, como si la mentira y la cobardรญa no fueran obligaciones patriรณticas, como si su gobierno hubiera firmado los diversos tratados y acuerdos para consagrar los derechos humanos universales. Llamรณ a esta tรกctica el “poder de los impotentes” porque, incluso cuando el desacuerdo estรก casi prohibido, es relativamente fรกcil hacer parecer estรบpido a un rรฉgimen que insiste en el asentimiento.
Asรญ fue como Rosa Parks se sentรณ en un asiento reservado para blancos aquella tarde de 1960, evoca Hitchens confirmando a Havel: โactuรณ como si una mujer trabajadora negra pudiera ocupar el lugar de un blanco en el sur segregacionistaโ. Asรญ tambiรฉn Oscar Wilde ridiculizรณ a la sociedad victoriana que lo condenรณ: โdecidiรณ vivir y actuar como si la hipocresรญa moral no fuera dominante.โ Aleksandr Solzhenitsyn tambiรฉn se dispuso a โescribir como si un erudito individual pudiera investigar la historia de su propio paรญs y publicar sus hallazgosโ en el Moscรบ de los setenta. โTodos, al comportarse literalmente, actuaron irรณnicamente. Y en cada caso, como sabemos ahora, las autoridades se vieron obligadas primero a actuar con vileza y luego a parecer viles, para finalmente ser vรญctimas de severos veredictos de la posteridad.โ
En nuestra propia historia pienso en Francisco Zarco, el Nigromante, Rodolfo Usigli, Julio Scherer, Luis Gonzรกlez de Alba, Javier Sicilia y Lydia Cacho, quienes actuaron como si jamรกs los fuesen a censurar, como si no los acechara el autoritarismo. Es eso lo que desnuda al poder al tiempo que reivindica al individuo: define por contraste el acto rebelde frente a la proscripciรณn. Y aunque ni aquellos ni estos fueron ciudadanos comunes, fue precisamente por haber actuado como si gozaran de libertad, que son referente. Desde luego que el resultado, advirtiรณ Hitchens, โno estรก nunca garantizadoโฆy debe haber dรญas en que el talante del como si sea extremadamente difรญcil de mantener.โ Pero eso jamรกs es contratiempo: es un ejercicio de libertad per se con el que el disidente se sale con la suya.
Guardo toda proporciรณn con el obradorismo โmas no descarto ningรบn devenir ominosoโ y pienso que hoy uno debe actuar como si el lรญder no condenara opositores desde el estrado presidencial; como si los propagandistas del rรฉgimen no lincharan crรญticos; como si reprobar el populismo no fuese considerado traiciรณn; como si la violencia criminal que vive al amparo del Estado no estuviese desbordada; como si sobraran los eufemismos y perรญfrasis; como si no se hubieran promulgado la extinciรณn de dominio y la prisiรณn preventiva oficiosa, leyes que fortalecen al gobierno y debilitan al ciudadano; como si no existiese el miedo. Eso, el miedo. Es eso al final: los autoritarismos viven del miedo. Y lo mejor que puede hacer uno es actuar como si no lo tuviera.
Es periodista, articulista y editor digital