Nuestra democracia estรก muy lejos de alcanzar su triunfo histรณrico. Son muchas sus carencias. Pero entre todas, hay una muy arraigada: me refiero a la falta de una cultura democrรกtica. Muchos repiten los valores que la constituyen pero pocos los ejercen: atenciรณn a las opiniones ajenas, civilidad en el trato, inclinaciรณn a escuchar para ser escuchado, respeto a las leyes, devociรณn a las instituciones, y la palabra que deberรญa guiar cada acto, la palabra tolerancia.
En algunos periรณdicos, al pie de muchas columnas polรญticas, en blogues, รกmbitos acadรฉmicos, discusiones polรญticas, redes sociales, aparecen a veces los antivalores: la descalificaciรณn, la calumnia, los prejuicios, el deseo de imponer, no de convencer, no de convivir, no de dialogar.
¿Por quรฉ persiste en Mรฉxico esta costumbre inquisitorial? Tengo una hipรณtesis. Porque quienes deberรญan ser los principales defensores de la libertad y la democracia las han olvidado.
Para ilustrar lo que creo, viene al caso recordar ciertos dรญas cruciales de Mรฉxico y de mi generaciรณn. Miles, decenas de miles, por momentos centenares de miles de jรณvenes estudiantes se manifestaban en las calles por la libertad. No protestaban sรณlo contra un mal gobierno (hay tantos en el mundo) sino contra un gobierno opresivo que cerraba periรณdicos, acallaba la radio, controlaba la televisiรณn, daba golpes contra casas editoriales, corrompรญa el discurso pรบblico, acarreaba a las masas como ganado polรญtico, imperaba sobre los รณrganos electorales, fiscales, legislativos, judiciales; usaba y abusaba, como propiedad privada, de los bienes pรบblicos. Y ¿cรณmo enfrentaba ese gobierno a los manifestantes? Los enfrentaba con tanques, con grupos armados que disparan a los civiles, con intimidaciones, encarcelamientos, secuestros. Con fuego. ¿Y a quien atribuรญa las protestas estudiantiles? A fuerzas oscuras que desde fuera conspiraban contra el paรญs. ¿Estoy hablando de Mรฉxico 68? Sรญ, pero tambiรฉn estoy hablando de Venezuela 2014.
Quizรก mi mayor timbre de orgullo fue haber participado en aquel movimiento que cambiรณ para siempre la vida polรญtica de Mรฉxico. Con su pasiรณn y su sacrificio, la generaciรณn estudiantil del 68 -estoy convencido- fue la precursora de las libertades polรญticas que (con todos sus defectos y limitaciones) hoy tenemos. Pero importa recordar que la hazaรฑa de aquellos estudiantes, la hazaรฑa del 68, fue tambiรฉn la hazaรฑa de la izquierda mexicana. Fue esa izquierda la que cayรณ en Tlatelolco. Y fue esa izquierda la que sufriรณ prisiones y torturas. La izquierda de Josรฉ Revueltas, la de Heberto Castillo, la de Luis Tomรกs Cervantes Cabeza de Vaca; la izquierda de centenares de pensadores, escritores, maestros, estudiantes, periodistas, militantes, que luchaban por arrancar al gobierno una mรญnima voluntad de diรกlogo. A esa izquierda, a esos estudiantes, ese gobierno no les contestรณ con argumentos, les contestรณ con balas.
Hoy, lo digo con pesar, no pocos herederos de esa noble tradiciรณn intelectual y polรญtica de izquierda, han olvidado el valor de la libertad y defienden las acciones represoras de un gobierno, el venezolano, que tiene el tufo del de Dรญaz Ordaz.
Pero no son los รบnicos. Tambiรฉn los gobiernos de la regiรณn latinoamericana permanecen callados. En Brasil, la joven Dilma Rousseff -la guerrillera torturada por los militares- ve con tristeza como Dilma Rousseff -la presidenta de Brasil- apoya a un rรฉgimen que reprime estudiantes.
Y en Mรฉxico, nuestro gobierno y nuestro Congreso guardan silencio. No se trata, en absoluto, de pedir la remociรณn o la caรญda del rรฉgimen. Ese cambio solo puede derivar de un proceso electoral. Pero se trata, eso sรญ, de pedir lo mismo que nosotros pedรญamos en el modesto pliego del 68: diรกlogo, castigo a los represores, libertad a los presos polรญticos, respeto a la libertad de protesta, restituciรณn plena de la libertad de expresiรณn.
Si el continente latinoamericano permanece callado, cuรกnto honrarรญa al Congreso de Mรฉxico un pronunciamiento por el diรกlogo, la libertad y la concordia en Venezuela. Serรญa una lecciรณn continental de libertad. Un peldaรฑo mรกs, un adjetivo menos, para nuestra democracia.
Fragmento del discurso pronunciado el 25 de febrero en la Cรกmara de Diputados, en el reconocimiento al ensayo "Por una democracia sin adjetivos", a treinta aรฑos de su publicaciรณn.
(Reforma, 2 de marzo 2014)
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.