Borrar las leyes y reglamentar lo privado

Se ha erosionado la credibilidad de las instituciones, gracias a la colonización de los dos grandes partidos, y en los últimos años se han vuelto borrosas las fronteras de lo legal.
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La democracia española está a punto de dar la razón a quienes atentaron contra la democracia y a pedirles perdón a cambio de una investidura, la vicepresidenta del gobierno se hace fotos sonriente con un golpista prófugo mientras se niega a reunirse con el líder del partido más votado, el segundo máximo proveedor de gas de España es Rusia y una empresa propiedad de un fondo soberano saudí compra la principal compañía de telecomunicaciones española. Naturalmente, durante unas horas el complejo militar industrial de indignación moral y cortinas de humo se centró en los mensajes zafios de un grupo de adolescentes en un chat de la Universidad de La Rioja. La ministra en funciones de Igualdad, que un día antes había lanzado una aplicación para medir el reparto de las tareas domésticas en cada casa y cuyo logro más memorable es una ley que ha rebajado las penas de más de mil violadores y pederastas condenados, denunciaba los mensajes del chat. Por si alguien lo ha olvidado, el fundador de Podemos y exvicepresidente Iglesias escribió hace tiempo en otro chat que azotaría hasta hacer sangrar a una presentadora, lo que no supuso un problema para su carrera política ni periodística, tampoco en la cadena que informó de los mensajes de los estudiantes. La Universidad de La Rioja anunció que se expedientará a los alumnos por el crimen de escribir burradas en una comunicación privada, nada menos. 

Como ha escrito Jorge San Miguel, se difumina la legalidad mientras se reglamenta lo privado. Se ha erosionado la credibilidad de las instituciones, gracias a la colonización de los dos grandes partidos, y en los últimos años se han vuelto borrosas las fronteras de lo legal: la despenalización de la sedición, la rebaja de la malversación, la excusa de que son anacronismos o anomalías figuras legales que están en todos los países comparables, la integración de todo el argumentario del procés, sin contar con la culpabilización de los jueces cuando nos viene bien o los estados de alarma inconstitucionales. La amnistía, que según el presidente del gobierno y varios de sus ministros era inaceptable hace muy poco, y que han criticado socialistas retirados de la primera línea, implicaría que el Estado no tenía razón y que los delincuentes separatistas sí. Admiramos que en Estados Unidos se castigue a los asaltantes del Capitolio mientras aquí se defiende la amnistía para quienes realizaron un ataque sostenido contra la Constitución, el Estatut y los derechos de los ciudadanos. La reglamentación de la intimidad, que obedece a un instinto totalitario uno de cuyos principales contrapesos es la incompetencia, resulta igual de incoherente: solo se regula la vida de los otros. El mecanismo central responde al poder y sus simulacros, y el ritmo es el de la máxima de Upton Sinclair: “Es difícil que un hombre entienda algo si su salario depende de que no lo haga”.

Publicado originalmente en El Periódico de Aragón.

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Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) es escritor y editor de Letras Libres. Su libro más reciente es 'El padre de tus hijos' (Literatura Random House, 2023).


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