Es posible que, para millones de ciudadanos, el rasgo con que mejor se identifica al actual gobierno sean sus mĆŗltiples deficiencias. Pero tal vez el aspecto que lo distingue, uno que nadie puede escatimar, y quizĆ” su Ćŗnico mĆ©rito, es que el gobierno de LĆ³pez Obrador es un fenĆ³meno comunicacional. A travĆ©s de sĆmbolos o mediante el uso de la palabra en las conferencias maƱaneras, la narrativa oficial ocupa un lugar predominante dĆa con dĆa.
El discurso del opositor bien intencionado ādel que no ha prescindido a pesar de ser hoy el hombre que detenta el mayor poder en MĆ©xicoā sigue mermando nuestra capacidad de analizar de manera objetiva los actos y datos duros del gobierno. Y en esta Ć©pica del desencuentro que constituye la principal actividad del presidente, los mensajes sin palabras, que pueden constituir verdaderos focos rojos para la vida de la RepĆŗblica y de nuestros derechos ciudadanos, se desechan rĆ”pidamente como ocurrencias.
Un ejemplo de ello lo tenemos en el anecdotario de la semana que concluye. Desde el domingo 5 de febrero se han escrito numerosos artĆculos y columnas; se han sostenido apasionadas conversaciones y se han emitido contundentes posicionamientos por el desprecio, visible en el acomodo de los participantes en el presĆdium, que mostrĆ³ el titular del ejecutivo a los titulares de los poderes legislativo y judicial durante la ceremonia de conmemoraciĆ³n por los 106 aƱos de vigencia de nuestra ConstituciĆ³n.
En las redes sociales, el vocero de la presidencia quiso poner Ć©nfasis en la inexistente falta al protocolo de la ministra presidenta Norma PiƱa, quien decidiĆ³ no ponerse de pie ante AndrĆ©s Manuel, el hombre, sino hacerlo Ćŗnicamente ante el anuncio de los honores al representante de uno de los tres poderes federales. Pero la intervenciĆ³n del vocero desatĆ³ una amplia defensa de la ministra, que a 38 dĆas de haber asumido el cargo ya ha sido ignorada, retada y menospreciada por un presidente que odia los contrapesos y frente al cual, una vez mĆ”s como lo ha hecho desde su discurso de toma de protesta, ha defendido la autonomĆa e independencia judicial.
Pero tambiĆ©n distrajo nuestra atenciĆ³n de un gesto que resulta particularmente preocupante en un paĆs democrĆ”tico compuesto por instituciones civiles en su fundamento. Al enfrascarnos en la defensa de Norma PiƱa, soslayamos otra pregunta importante: Āæpor quĆ© y para quĆ©, por primera vez en nuestra historia, durante un acto solemne de la naciĆ³n y por tanto, de los representantes de los tres poderes de gobierno, considerados como pares, las fuerzas militares se ubicaron al centro del presĆdium, en las posiciones de mayor importancia despuĆ©s del propio presidente y el secretario de GobernaciĆ³n? ĀæQuiĆ©n considerĆ³ que este mensaje sin palabras, esta omisiĆ³n del protocolo establecido para esta clase de eventos, era oportuno? No olvidemos que ocurriĆ³, tambiĆ©n, a pocos dĆas de que el presidente de la CĆ”mara de Diputados, Santiago Creel, tuvo que impedir la entrada al salĆ³n del pleno a la Banda de MĆŗsica del EjĆ©rcito y Fuerza AĆ©rea Mexicana, que acudiĆ³ para llevar a cabo los honores a la bandera portando armas, violando con ello el reglamento de la CĆ”mara, que prohĆbe la entrada a toda persona armada al recinto de la misma.
En el gobierno del presidente LĆ³pez Obrador, los militares han acumulado un enorme poder a partir del control que ejercen en amplias Ć”reas de la vida pĆŗblica civil āestĆ”n a cargo, entre otros, de la construcciĆ³n de las obras pĆŗblicas emblemĆ”ticas del gobierno, la administraciĆ³n de aduanas, la construcciĆ³n de los Bancos del Bienestar, de la seguridad aĆ©reaā y de la extensiĆ³n de su participaciĆ³n en tareas de seguridad pĆŗblica. ĀæQuiĆ©n pudo considerar que poner a las fuerzas militares por encima de los representantes de dos de los mĆ”ximos poderes civiles no causarĆa alarma, justo en el dĆa que los mexicanos celebramos la promulgaciĆ³n del documento fundacional que tuvo por propĆ³sito sentar las bases para detener el derramamiento de sangre entre mexicanos, militares y civiles, de todos los bandos? ĀæCĆ³mo podrĆa este acto simbĆ³lico, esta variaciĆ³n al orden de precedencia, abonar a la necesidad urgente de paz y tranquilidad, de protecciĆ³n a la vida y la integridad, que por aƱos ha sido una de las demandas mĆ”s contundentes de la ciudadanĆa a los distintos gobiernos?
Las respuestas a nuestro alcance no pasan de ser especulaciones. Pero lo cierto es, que en el mes de los sĆmbolos patrios y de reafirmaciĆ³n de los valores democrĆ”ticos y republicanos, el gobierno de LĆ³pez Obrador dejĆ³ claro el lugar central que los militares tienen en Ć©l.
Y esa, con todo el respeto que merecen nuestras fuerzas armadas, desde los aprendizajes del pasado y las lecciones desde el entorno latinoamericano, nunca serƔ una buena seƱal para MƩxico. ~
es licenciada en derecho con especialidad en derecho fiscal por la UDLAP. Activista en favor de la cultura de la legalidad.