Cinco claves de la comunicaciĆ³n del relevo en Hacienda

En la sorpresiva renuncia de Carlos UrzĆŗa a la SecretarĆ­a de Hacienda y en la respuesta del gobierno hubo aciertos, desaciertos y datos reveladores.
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Carlos UrzĆŗa era considerado el baluarte de la moderaciĆ³n en el gabinete de AndrĆ©s Manuel LĆ³pez Obrador. Se decĆ­a que su presencia en ese equipo aportaba seriedad y credibilidad al gobierno, algo que no sale sobrando en estos tiempos. Sin embargo, UrzĆŗa renunciĆ³ abruptamente al cargo, sugiriendo en una dura carta lo que muchos temĆ­an: AMLO es su propio secretario de Hacienda y no estĆ” tomando buenas decisiones. ĀæQuĆ© podemos decir de la forma en la que se ha comunicado esta situaciĆ³n?

  1. La carta de UrzĆŗa es demoledora y confirma los peores temores respecto a la conducciĆ³n del gobierno. El exsecretario no se guardĆ³ sus opiniones y renunciĆ³ citando:
  • Discrepancias en materia econĆ³mica con el presidente;
  • Decisiones tomadas sin el suficiente sustento;
  • Una polĆ­tica econĆ³mica que no estĆ” basada en evidencia, que no cuenta con cĆ”lculos de sus efectos, y que ademĆ”s no estĆ” libre de extremismos;
  • La ā€œinaceptableā€ imposiciĆ³n de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda PĆŗblica;
  • Y el ā€œconflicto de interĆ©sā€ en el que incurrieron ā€œpersonajes influyentes del actual gobiernoā€ al impulsar a esos funcionarios.
  1. Es positiva la rapidez con la que el presidente anunciĆ³ quiĆ©n entrarĆ­a al relevo. Una hora despuĆ©s de la renuncia, el presidente LĆ³pez Obrador subiĆ³ a sus redes sociales un video en el que anunciĆ³ que Arturo Herrera serĆ” el nuevo secretario de Hacienda. Esto es positivo, porque de haberse demorado mucho la decisiĆ³n presidencial, los mercados no hubieran reaccionado nada bien. Como anĆ©cdota queda lo que las redes sociales hicieron notar: el rostro preocupado de Herrera mientras escuchaba al presidente, tal vez recordando las muchas ocasiones en las que su jefe lo contradijo pĆŗblicamente.
  2. El mensaje presidencial no se enfocĆ³ en dar certidumbre, sino en explicar que quien no estĆ” con Ć©l, o es dĆ©bil, o no entiende, o es corrupto. En su mensaje, el presidente buscĆ³ deslegitimar los argumentos de UrzĆŗa y atacĆ³ a su exsecretario de Hacienda. AsegurĆ³ que tiene ā€œun compromiso por cambiar una polĆ­tica econĆ³mica que se ha venido imponiendo desde hace 36 aƱosā€, pero que ā€œa veces no se entiende que no podemos seguir con las mismas estrategiasā€ de ā€œcorrupciĆ³n y lujosā€ y que ā€œno se puede poner vino nuevo en botellas viejasā€. Con ello, el presidente traza en el discurso su tradicional lĆ­nea de ā€œellosā€ contra ā€œnosotrosā€ y coloca retĆ³ricamente a Carlos UrzĆŗa del lado de ā€œellosā€, los que ā€œno entiendenā€ y quieren seguir con la ā€œcorrupciĆ³n y los lujosā€, o que no comprenden, dudan y titubean. Parece mĆ”s un mensaje de rencor para quien se va, y de amenaza para quien se queda, que un discurso de liderazgo para brindar tranquilidad y confianza a los mercados. Ese mensaje quedĆ³ en manos del nuevo secretario, y el tiempo dirĆ” si logra comunicarlo bien. 
  3. Hay dos narrativas en pugna. En los prĆ³ximos dĆ­as, veremos la lucha de dos narrativas sobre este hecho. Una, que seƱalarĆ” que el paĆ­s estĆ” cada vez mĆ”s cerca de caer en una grave crisis econĆ³mica por las malas decisiones del presidente, que ve en la carta de UrzĆŗa la evidencia. La otra, impulsada por el presidente y sus voceros, asegurarĆ” que el cambio del titular de Hacienda no es tan importante, y que el paĆ­s va por muy buen camino.
  4. A la carta de UrzĆŗa solo le faltĆ³ un soundbite. La Ćŗltima vez que un secretario de Hacienda renunciĆ³ por estar en desacuerdo con la polĆ­tica econĆ³mica fue en 1986, cuando JesĆŗs Silva Herzog dejĆ³ el gabinete de Miguel De la Madrid. Harto de tener que implementar decisiones de las que no estaba convencido, el secretario dejĆ³ el cargo en un breve memorĆ”ndum en el que sĆ³lo decĆ­a que se iba ā€œpor motivos personalesā€. Pero un secretario de Hacienda previo, Hugo B. MargĆ”in, sĆ­ dejĆ³ el cargo con una frase mĆ”s memorable. Cansado de no poder frenar la polĆ­tica populista de su jefe Luis EcheverrĆ­a, MargĆ”in renunciĆ³ en 1973 diciendo: ā€œLa deuda externa y la deuda interna tienen un lĆ­mite. Y ya llegamos al lĆ­miteā€. Tal vez lo Ćŗnico que le faltĆ³ a la carta de UrzĆŗa fue un buen soundbite. Se aceptan sugerencias.
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Especialista en discurso polĆ­tico y manejo de crisis.


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