En México, nuestras élites políticas, intelectuales, mediáticas y económicas no dejan de verse el ombligo. Mientras tanto, los cimientos sobre los que está construido nuestro modelo económico se cimbran con cada paso que avanza Donald J. Trump, en lo que ya se siente como un desastre ocurriendo en cámara lenta.
¿Por qué sigue sumando adeptos un personaje tan vil? ¿Cómo es posible que ya le haya dado la vuelta a Hillary Clinton en las encuestas? Aquí un análisis actualizado de cinco razones de su éxito en términos de comunicación política:
1.- Porque quiere ganar, y lo comunica todo el tiempo. El Trump creó un personaje claro en sus motivaciones. Te puede gustar o no, pero sabes quién es y que está ahí porque quiere ganar el “reality show” en el que ha convertido a la elección. No inventa motivos superiores. No se desgasta en explicaciones sobre ideales, programas o propuestas. Quiere ganar. Porque él “es grandioso”. Y hará al país “grandioso otra vez”. ¿Cómo? Ganando. Punto. Algún filósofo llamó a esto “voluntad de poder”. Los críticos lo llaman “ambición malsana”. Pero el hecho es que el primer requisito para ganar una campaña es querer ganarla, y Trump tiene toda su energía puesta en hacerlo.
2.- Porque él define a sus enemigos, lo que los pone permanentemente a la defensiva. Como buen vendedor, Trump lee de manera efectiva las inseguridades y debilidades de sus competidores y les cuelga adjetivos que son como una mancha de melaza pegajosa, muy difícil de lavar. “Mentiroso” Ted, “Pequeño” Marco, “Debilucho” Jeb y, desde luego “Deshonesta” Hillary. De forma disciplinada, Trump repite esos insultos sistemáticamente, hasta colocarlos en el imaginario colectivo, poniendo a todo mundo a debatir si Hillary es deshonesta o no. Y como cualquier comunicador político sabe, para que un ataque funcione tiene que tener, aunque sea, un poquito de verdad.
3.- Porque las élites estadounidenses perdieron su capacidad de influencia a través de los medios de comunicación. Hoy cada quien se informa como quiere de lo que quiere, sea o no verdad.En 2016, lo que diga CNN, el New York Times o el Washington Post no tiene la relevancia que pudo haber tenido en una campaña en 1996. Trump está realizando impunemente una campaña “post-verdad”, en la que ya no importa si 9 de cada 10 cosas que dice son mentiras flagrantes, porque como los medios hoy están tan atomizados, que cada quien lee lo que quiere leer. Si apoyas a Trump, no leerás ni verás a ningún medio que diga que miente. Si lo detestas, te escandalizarás leyendo a los medios que lo atacan y exhiben sus mentiras. Pero cada quien está en su silo, alimentándose de su versión privada de la realidad. Lo malo es que una elección “post-verdad” solo puede generar una presidencia construida en la mentira.
4.- Porque usa un lenguaje de odio que le ha dado voz al lado más oscuro de Estados Unidos. Ya he ofrecido algunas reflexiones respecto al contenido del discurso de Trump, pero hablando de los “ladrillos” que lo construyen, de las palabras que le dan forma, es impresionante ver cómo en su boca adquieren un significado siniestro, lleno de odio y deseos de venganza. Cuando dice que Estados Unidos va a volver a “ganar” en comercio, lo que quiere decir es que va a volver a “imponer”, a “avasallar”. Cuando dice que a Estados Unidos lo van a “respetar” de nuevo, quiere decir que le vamos a “tener miedo”. Y cuando habla de hacer a su país “grandioso” en realidad nos está diciendo que va a “someter” y a “humillar” a todos los demás. Lo que genera más temor es que Trump dice esto en un tono poco amenazante, como si fuera un entrenador escolar de equipo de futbol americano gritando: “¡vamos, niños, salgan a destruir al otro equipo!”. Pero en este caso los “niños” serían los soldados del ejército más poderoso del mundo. Y por cierto, Trump es tan claro que hasta un niño lo entiende… y lo rechaza.
5.- Porque Hillary sigue sin tener un mensaje claro. Con todo lo que está en juego, ¿qué ofrece Hillary Clinton, más allá de que ella no es Trump? ¿Qué promesa emocional básica está realizando al electorado? ¿Mejorar un poco el establishment? ¿Aumentar poco a poco el salario mínimo? ¿Dar permisos de maternidad con derecho a paga? ¿Combatir el cambio climático? Sí, sabemos que es una mujer brillante, experimentada, gran servidora pública. Pero si esto no siempre es suficiente para ganar en una campaña normal, mucho menos sirve para derrotar a un adversario como Trump, en lo que promete ser una batalla crucial por el futuro de la democracia liberal en Estados Unidos. Y no es una cuestión de carisma o cercanía con el electorado. No es solo el hecho de que, en nuestra cultura, lo que un hombre pasa por virtud en una mujer se vuelve un problema, como ser adicto al trabajo, hiper-ambicioso o calculador. Es una cuestión de entender el momento histórico que vive Estados Unidos, diseñar una estrategia que esté a la altura del reto y ejecutarla con una pasión del mismo tamaño, pero en dirección contraria, que la de Trump. Lo contrario del odio no es la inteligencia, sino el amor. Lo contrario del miedo no es la lógica: es el valor. Y veo muy difícil que a estas alturas Hillary Cinton, la segunda figura política con más opiniones negativas después de Trump, sea capaz de transmitir amor y valor en su discurso.
Ahora sí, creo que llegó el momento de entrar en pánico.
Especialista en discurso político y manejo de crisis.