El 16 de septiembre a las 11:00 AM, Future Tense llevará a cabo el evento en línea How should we talk about QAnon (en inglés). Para más información, visita el sitio de New America.
En el restaurante Pizza Girl, en el exclusivo 6º Arrondissement de París, los platillos del menú tienen nombres insolentes: la “Norwegian Girl” viene con salmón ahumado y la “Mexican Girl” carne molida picante. El logotipo del restaurante muestra una espiral, que pretende representar una pizza cubierta con salsa de tomate.
Si durante los últimos años has estado al pendiente de las teorías conspirativas estadounidenses en internet, es probable que ya te haya dado grima. Hace unas semanas, de acuerdo al periódico Le Parisien, clientes preocupados informaron al propietario de Pizza Girl que su restaurante había sido acusado en internet de ser una fachada para una red de pedófilos, debido a que grupos de conspiranoicos se estaban tomando los nombres de los platos literalmente; un destino similar al de la pizzería Comet Ping Pong, de Washington, D.C., epicentro del “Pizzagate”, la bizarra teoría conspiratoria que involucra a Hillary Clinton, rituales satánicos y actos de abuso infantil. (En el universo del Pizzagate, las espirales son supuestamente un símbolo utilizado por los pedófilos.)
“No sé si están enfermos, celosos o si son cómicos”, dijo el dueño al periódico, “pero ¿se detendrán pronto? ¿Deberíamos tomarnos esta historia en serio?” Dado que en 2016 un “investigador” fuertemente armado visitó Comet Ping Pong, tal vez el dueño debería de tomarla en serio.
Tal vez no debería sorprendernos que el Pizzagate ahora parezca ser una franquicia global. En las últimas semanas, ha quedado claro que QAnon –una mezcla de teoría conspirativa, delirio colectivo, culto politico y juego de realidad alternativa de la era Trump– se ha expandido en el extranjero. QAnon, que comenzó con publicaciones en el sitio de foros 4chan hechas por un usuario (o varios) bajo el seudónimo Q, postula que un sombrío conjunto de élites globales –que incluye a los Clinton, Barack Obama, George Soros, Bill Gates y otros– está involucrado en el tráfico sexual infantil. El alcance global del movimiento se demostró de manera más dramática el 31 de agosto, cuando extremistas de ultraderecha, muchos de ellos con banderas y emblemas de QAnon, intentaron tomar el Reichstag en Berlín, durante una protesta contra las medidas restrictivas por el covid-19. El canal de QAnon más popular de YouTube en lengua alemana, QlobalChange, tiene más de 105 mil suscriptores; un canal similar en francés tiene más de 66 mil y se ha triplicado en menos de un mes. Si bien Alemania y Francia tienen los movimientos más grandes, también hay un número significativo de seguidores de QAnon en Italia y el Reino Unido.
En principio, la propagación global de QAnon parece inesperada, debido a que se originó como una teoría conspirativa específicamente estadounidense, profundamente vinculada a acontecimientos políticos reicentes en ese país. Según las primeras versiones de la teoría, el presidente Donald Trump estaba trabajando junto con Robert Mueller para exponer una conspiración que involucraba a Clinton y Obama. Sin embargo, ha resultado sorprendentemente adaptable a otros conceptos.
“Lo que estamos viendo es que se está adaptando a las circunstancias de cada país en Europa y modificando sus relatos para en torno a conspiraciones que involucran a élites locales”, dice Chine Labbe, editor en jefe de NewsGuard, un grupo de monitoreo de medios que produjo un informe reciente sobre QAnon en Europa. “Las razones por las que funciona es que es una metaconspiración. Gira en torno a conceptos muy amplios sobre un Estado profundo y un grupo de élites. Aparte, también hay historias de delitos de pedófilos en todos los países; entonces, es muy fácil traducirlo a los contextos locales“.
En Alemania, la teoría se ha popularizado con los llamados Reichsbürgers, un movimiento marginal de extrema derecha que se remonta a la década de 1980 y sostiene que el Estado alemán moderno es una construcción artificial creada por potencias extranjeras y que las fronteras de 1937 del imperio alemán aún existen. Al igual que los “ciudadanos soberanos” en los Estados Unidos, los Reichsbürgers a menudo se niegan a pagar impuestos a un Estado que consideran ilegítimo, imprimen sus propios documentos de identificación y han sido vinculados con actos de violencia. Mientras que los ciudadanos soberanos estadounidenses son un poco más ideológicamente heterodoxos e incluyen a algunos nacionalistas negros, los Reichsbürgers son casi exclusivamente blancos, de extrema derecha y antisemitas. “Para ellos, [QAnon] es simplemente una adición natural a su forma de pensar”, dice Daniel Koehler, director del Instituto Alemán de Estudios de Radicalización y Desradicalización.
En Francia, QAnon ha prendido entre algunas de las divisiones más radicales del movimiento de protesta de los chalecos amarillos (Gilets Jaunes), que comenzó en 2018 en oposición a los impuestos de los combustibles, pero que desde entonces se ha convertido en un movimiento polivalente en contra de la élite política del país. Labbe dice que desde marzo de 2019 se creó un grupo de Facebook llamado “Chalecos amarillos contra la pedocriminalidad“, un tema que está “en el centro del marco de QAnon pero muy lejos de lo que los Gilets Jaunes representan“. Muchos partidarios franceses de QAnon también respaldan a Didier Raoult, el controversial médico que se convirtió en uno de los principales defensores del uso de hidroxicloroquina para tratar el coronavirus, una idea no probada y potencialmente peligrosa que, no obstante, ha sido adoptada por la derecha de todo el mundo, desde Brasil hasta la Casa Blanca. En Italia, QAnon se ha popularizado dentro del amplio e influyente movimiento antivacunas.
QAnon también se ha entreverado en toda Europa con otras teorías conspirativas recientes que involucran los supuestos peligros de la red 5G y a Bill Gates.
Sin embargo, los expertos dicen que más que cualquier otra cosa, es la reacción a las medidas de contingencia sanitaria lo que ha impulsado a QAnon en Europa. “Si me hubieran llamado hace unos meses, les habría dicho que eran solo los Reichbürgers y el movimiento de ciudadanos soberanos y que a nadie le importa realmente. Ahora se ha extendido mucho más”, dice Koehler.
Al igual que sus contrapartes en Estados Unidos, los partidarios europeos de QAnon ven al coronavirus y a las medidas de confinamiento forzado como parte de un complot de las élites globales para controlar a la población. Quizá lo más sorprendente es que “estas personas celebran a Donald Trump tanto como los seguidores estadounidenses de QAnon”, dice Kohler. En la manifestación en el Reichstag, los manifestantes llevaron fotos de Trump (así como del presidente ruso Vladimir Putin) y carteles pidiendo al presidente de Estados Unidos que “haga que Alemania vuelva a ser grande”. Uno de los oradores en el mitin dio un discurso en el que afirmó falsamente que Trump había llegado ese día a Berlín para liberar al país del gobierno de Angela Merkel. Esto, al menos, debería dar una muestra de cuán alejado se encuentra este movimiento de la tendencia mayoritaria: solo el 13 por ciento de los alemanes aprueba a Trump, según una encuesta de Pew de principios de este año, mientras que el índice de aprobación de Merkel está en su punto más alto gracias a la respuesta, mayormente exitosa, que Alemania ha tenido frente a la pandemia.
La conspiración también ha recibido impulso por parte de celebridades como el cantante alemán de R&B y juez de reality shows Xavier Naidoo, quien ha difundido mensajes de QAnon en su cuenta de Telegram, así como de la popular chef vegana Attila Hildmann, quien pidió la intervención de Estados Unidos para “Exigir la libertad de Alemania y un tribunal militar para Merkel”. El cantante pop británico Robbie Williams dio una entrevista en junio sugiriendo que el Pizzagate no ha sido desmentido adecuadamente.
Por un lado, ningún político europeo importante, ni siquiera minoritario, ha adoptado a QAnon. Esto contrasta con Estados Unidos, donde varios candidatos al Congreso, algunos con muy buenas posibilidades de ganar, han acogido la teoría, donde las pancartas con la letras Q y otros símbolos son una vista habitual en los mítines de Trump, y donde Trump mismo ha rechazado varias oportunidades para condenar y distanciarse del creciente movimiento. Kohler señala que, a pesar de la atención global que han recibido, las protestas contra las restricciones en Alemania siguen siendo pequeñas y se limitan a un extremo político, aunque algunos miembros del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AD) las han respaldado.
Por otro lado, como apunta Labbe, QAnon en Europa es “realmente nuevo”. En E.U., las primeras publicaciones en 4chan del usuario (o usuarios) conocido como Q aparecieron en 2017 y el Pizzagate surgió incluso antes. Por el contrario, el contenido europeo de QAnon comenzó a aparecer en línea a fines de 2019, según NewsGuard, y no se viralizó hasta este verano.
Todavía hay mucho tiempo para que esta última exportación cultural estadounidense se haga popular en el extranjero.
Este artículo es publicado gracias a la colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de Slate, New America, y Arizona State University.
es editor en Slate. Se especializa en asuntos internacionales y es autor de Invisible countries.