De redes y furia

No es tan sencillo tener la cabeza fría y analizar el contexto antes de lanzarse a celebrar la juventud en éxtasis que es el Twitter en su más furiosa expresión.
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En las últimas semanas hemos sido testigos de una serie de anécdotas, disparates, chistes fallidos y comentarios variopintos cortesía de los aspirantes a la Presidencia. Quizá por la extraña veda electoral a la que están sujetos, los candidatos han tenido que encontrar maneras heterodoxas de promoverse. Visitas a universidades, entrevistas con medios “alternativos”, videos en línea, encuentros deportivos y una que otra parada en el extranjero. El resultado ha sido muy singular. En el afán de transmitir una cierta dosis de autenticidad, los aspirantes se han metido en camisa de once varas, sobre todo cuando han tenido que enfrentar el escrutinio de ese monstruo implacable que es la polis cibernética: las redes sociales.

Podremos desconocer muchas cosas sobre la campaña presidencial que ya se acerca, pero no el papel que jugarán Twitter, Facebook y compañía. Con ánimo inquisidor, los tuiteros han despedazado en cuestión de minutos cualquier decisión o guiño espontáneo de los candidatos, sea o no un traspiés auténtico. Así, hemos visto pasar por la trituradora el teleprompter de Peña Nieto, la historia académica de Vázquez Mota y hasta los dichos sabrosos y desenfadados de López Obrador. La comunidad tuitera no perdona. Con la espada desenvainada, encuentra siempre el camino hacia la indignación. Así, un comentario trivial de Josefina Vázquez Mota —aquello de no ser perfecta por haber estudiado en la Ibero— dio pie a descalificaciones de una estridencia fabulosa. Algo parecido le sucedió a Andrés Manuel López Obrador con su intención de irse a La Chingada en caso de perder la elección o su afirmación, a finales de la semana pasada, de haberse graduado en la “universidad de la vida”.

Me ha sorprendido la letanía de insultos y opiniones enfurecidas que he leído contra el infortunado candidato en turno. Al principio, debo ser franco, el tono y la dinámica me recordó a la secundaria, cuando pegar de gritos y perder la proporción era cuestión de todos los días. Lamenté, inicialmente, la desmesura de las reacciones, sobre todo su furia. No mediaba, en esos respingos encolerizados, ni un segundo de reflexión. Me fue difícil (y me sigue siendo difícil) aplaudir ese tipo de rabieta. La forma menos sofisticada de la indignación es la que arraiga en la ignorancia. Es fácil y cool rasgarse las vestiduras porque Peña Nieto usa teleprompter; no es tan fácil (y mucho menos cool) matizar recordando que políticos, oradores y escritores de la talla de Barack Obama y Bill Clinton lo han hecho desde hace décadas. Es sencillísimo llamar inculto a López Obrador por carecer de preparación académica; no lo es tanto recordar cuántos grandes gobernantes partieron no de las aulas sino, en efecto, de la academia “de la vida”. Y claro, es de lo más fácil desquiciarse porque Vázquez Mota osó llamar “monstruo” a la UNAM. No es tan sencillo tener la cabeza fría y analizar el contexto antes de lanzarse a celebrar la juventud en éxtasis que es el Twitter en su más furiosa expresión.

Aun con todo esto, sin embargo, creo que el fenómeno terminará siendo positivo. Sí, es verdad que la indignación en las redes sociales generalmente parte de la víscera. También es cierto que las medias verdades, el amarillismo y la desmesura no necesariamente derivan en una discusión pública más saludable o productiva. Pero también es verdad que todo lo anterior no es más que una expresión de la libertad (a veces pagada, pero libertad después de todo). Es preferible poner esa enorme lupa sobre los dichos y hechos de los candidatos que dejarles navegar en la impunidad declarativa. El constante escrutinio en el ciberespacio obligará a los candidatos a ser rigurosos y serios. Perderán espontaneidad, seguramente. Pero quizá ganarán en sustancia. Perderán simpatía y autenticidad, sí. Pero se esmerarán para estar a la altura de las circunstancias. No es poca cosa. Si eso ocurre, quizá el siguiente paso pueda ser el surgimiento de usuarios de redes sociales dispuesto a sumar, a su vez, algo de seso y pausa a su inflamable enfado.

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(Ciudad de México, 1975) es escritor y periodista.


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