No hay nada menos poético que un poeta, escribió Keats con conocimiento de causa, pero seguramente sin haber tenido la oportunidad de encontrar uno de los usos más deprimentes de la literatura: el empleo decorativo de versos y referencias por parte de políticos y asesores. En la investidura de Pedro Sánchez tuvimos un ejemplo gloriosos, sobre el que ha escrito José Antonio Montano. Sánchez citó un poema de Antonio Machado –“Hoy es siempre todavía”–; Alberto Núñez Feijóo le corrigió diciendo que faltaba una parte: “Y ahora, ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos”. Sánchez corrigió al corrector: esa segunda frase era de Ismael Serrano, como acababa de señalar el propio cantautor en X, y no de Antonio Machado.
Por un momento la grotesca sesión amenazó con convertirse en algo todavía peor: un concierto de Ismael Serrano. Núñez Feijóo se había embarullado meses atrás con una referencia sobre 1984 y George Orwell, de quien Página Indómita acaba de publicar una antología estupenda, La corrupción del lenguaje. Irene Lozano, que escribió un prólogo para una edición de ensayos de Orwell, fue la redactora de Manual de resistencia, las memorias de Pedro Sánchez, donde entre otras cosas se atribuía a San Juan de la Cruz una frase de Fray Luis de León. Hace unas semanas Pedro Sánchez citaba al pobre Albert Camus. Sánchez es precisamente el hombre que Camus detestaría, señalaba Alberto Olmos; en cambio, no sabemos bien lo que pensará Sánchez de Camus; hace años se refirió a él como “viejo poeta argelino” pero puede haber cambiado de opinión.
El presidente ha mostrado una habilidad poco valorada para crear autores: uno de ellos es Voir Granovetter, y otro es un tal Blas Otero, al que Sánchez adjudicó unos versos de Jaime Gil de Biedma. Los errores de atribución son menos graves que la idea que hay detrás: una concepción postiza, superficial, sectaria y cursi de la literatura. A su lado El club de los poetas muertos es un prodigio de sofisticación; es más frecuente en la izquierda, cuyo complejo de superioridad intelectual es al menos tan incomprensible como el de superioridad moral. Un ejemplo claro es Francisca Armengol citando a Felipe Juaristi, Xohana Torres y Vicent Andrés Estellés, como ha explicado Andreu Jaume; otro, cada vez que Yolanda Díaz nombra a un escritor. La admiración de Aznar por Azaña o Cernuda y de Zapatero por Borges al menos parecía sincera. Tanta artificiosidad y en cambio la poesía brota cuando menos te las esperas: en boca, nada menos, que de Óscar Puente. Ante la disyuntiva de si la amnistía era por conveniencia o por una causa más elevada, el flamante ministro de transportes respondía: “Se podrían preguntar: ¿usted se habría casado si no se hubiera quedado embarazada su mujer? Pues a lo mejor en este momento no, pero nos queremos mucho y seguramente dentro de seis meses nos hubiéramos casado también”.
Publicado originalmente en El Periódico de Aragón.
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) es escritor y editor de Letras Libres. Su libro más reciente es 'El padre de tus hijos' (Literatura Random House, 2023).