El Estado nana

La modernidad ha ampliado la faceta benefactora del Estado para convertirlo en un Estado paternalista.ย 
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El mundo de hoy, que algunos llaman moderno y otros posmoderno, es de muy reciente factura. La explosiรณn demogrรกfica que dio por resultado la sociedad de masas en la que vivimos empezรณ a principios del siglo XX. En 1900, el planeta tenรญa apenas mil millones de habitantes, hoy pueblan la tierra siete mil millones. En tan sรณlo cincuenta aรฑos la industrializaciรณn dio un salto cualitativo y cuantitativo y la informรกtica ha revolucionado los modos de comunicaciรณn.

El mundo moderno es naturalmente fluido e inestable. Los sistemas polรญticos democrรกticos son hรญbridos: sistemas representativos y economรญas de mercado que han adoptado, sin embargo, diversas variantes de Estado benefactor comprometido con la redistribuciรณn de recursos y la erosiรณn de la desigualdad.

El hombre actual comparte con sus antecesores preocupaciones polรญticas comunes. Entre ellas, cuรกl debe ser la relaciรณn entre el ciudadano y el poder. Pero tiene las suyas propias: ¿Quรฉ impacto ha tenido el surgimiento de la sociedad de masas en cada ciudadano? ¿Debe el Estado expandir su รกmbito de acciรณn a esferas que se consideraron por siglos como parte de la vida privada? ¿Debe regular el Internet?

Regรญmenes autoritarios en su versiรณn posmoderna, como China y Rusia, han respondido ambas preguntas con un sรญ rotundo. Para ambos, la libertad –o la autonomรญa de sus ciudadanos– es una variable subordinada a la necesidad de mantener la estabilidad polรญtica y social (y, por supuesto, de asegurar la permanencia de las รฉlites en el poder).

Es paradรณjico que la respuesta a esas preguntas en paรญses que se consideran democracias plenas, sea tan ambigua. Hasta ahora, nadie ha propuesto regular seriamente Internet. Las compaรฑรญas que dominan la red tienen completa libertad para producir y vender programas por demรกs exรณticos. A los de Facebook y compaรฑรญa, donde se exhiben pรบblicamente las vidas privadas, habrรก que sumar pronto un sitio que asegurarรก al suscriptor el twiteo post mรณrtem (basado en el anรกlisis de su estilo, temas y preferencias en vida). Ademรกs, Facebook ha anunciado el lanzamiento de otro programa llamado crowdsource, donde el usuario tomarรก todas sus decisiones despuรฉs de comunicarse con sus contactos y pedir su consejo. El fin de la duda metรณdica. La colectividad internauta decidirรก por usted desde quรฉ tipo de cafรฉ consumir, hasta los arreglos florales de su boda, pasando, por supuesto, por el candidato por el que debe votar.

Mรกs delicado es el debate sobre la ampliaciรณn de la esfera de acciรณn del Estado, mรกs allรก de su faceta benefactora, al paternalismo: al fortalecimiento del Estado nana.

Viajar a los Estados Unidos da la impresiรณn de que el paรญs ha sido presa de una epidemia que ha erradicado el sentido comรบn. ¿Es de verdad posible que alguien use una secadora elรฉctrica mientras se baรฑa; decida apachurrarse una mano dejรกndola entre puerta y marco al cerrar, o necesite la advertencia de que una taza de cafรฉ estรก “extremadamente caliente” cuando no puede ni tocar el recipiente?

Podrรญa ser anecdรณtico, si esas advertencias no amenazaran con volverse prohibiciones abiertas que erosionarรกn la autonomรญa individual. El Estado nana estadounidense pretende regular desde el tamaรฑo de los vasos de refresco, hasta las porciones que se sirven en los restoranes.Un libro reciรฉn publicado, cuyo tรญtulo habla por sรญ mismo (En contra de la autonomรญa: justificando el paternalismo coercitivo), sostiene que dada la irracionalidad que sustenta la toma de decisiones de los seres humanos, debe ser responsabilidad del Estado tomar las decisiones que nos corresponden cuando รฉstas pongan en riesgo nuestra salud. Ello implicarรญa, no sรณlo dejar las decisiones individuales en manos de la burocracia estatal al estilo soviรฉtico, sino mandar al basurero de la historia ideas y principios que han regido a las democracias occidentales por siglos.

Los gobernados por el Estado nana tendrรญan que olvidarse del concepto de libertad del cรฉlebre pensador britรกnico Isaiah Berlin, que estableciรณ que el รบnico lรญmite a la autonomรญa y a los derechos individuales son los derechos de los otros, y de la mรกxima de otro inglรฉs no menos famoso, John Stuart Mill, que afirmรณ  que ningรบn gobierno democrรกtico puede legรญtimamente imponer medidas coercitivas sobre los individuos para protegerlos de sรญ mismos. Un Estado democrรกtico y liberal puede prohibir que los que beben manejen y que los que fuman lo hagan junto a los no fumadores,pero no puede prohibir el consumo de vino o de cigarros. ¡Dios nos libre del Estado nana!

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Estudiรณ Historia del Arte en la UIA y Relaciones Internacionales y Ciencia Polรญtica en El Colegio de Mรฉxico y la Universidad de Oxford, Inglaterra.


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