2020 fue una seรฑal de alarma mundial. Estados Unidos tenรญa a Trump, Brasil a Bolsonaro, Venezuela a Maduro, mientras en Europa la tendencia centrรญpeta de los votantes indicaba la volatilidad electoral que depende cada vez menos de la pertenencia a una clase y se define en cambio por una identidad objetiva o transfigurada. El voto refleja coaliciones que se forman y terminan con rapidez, pero tambiรฉn los intereses de sectores del electorado que exigen ser considerados: el feminismo, la lucha contra el racismo, la homofobia y el apoyo a los derechos humanos son reivindicaciones que reclaman su lugar en el tablero de las decisiones. 2020 fue un aรฑo en el que la nociรณn de democracia fue puesta a prueba por el anhelo libertario que califica la extrema derecha y la sustituciรณn de los hechos por el rumor. 2020 confirmรณ que el mundo estaba dividido. Lo extraรฑo se volviรณ acostumbrado, asediados como hemos vivido a causa de la peste.
El virus fue un parteaguas, la revoluciรณn espacio-temporal y polรญtica que no habrรญa sucedido en mucho tiempo, y una pรฉsima noticia para el partido Conservador inglรฉs (PC) porque puso a prueba las estructuras sociales y revelรณ disparidades en el Reino Unido que, con optimismo irrefrenable, el primer ministro prometiรณ โnivelarโ. En 2019, la metรกfora topogrรกfica le ganรณ a Boris los votos del โMuro rojoโ, una serie de distritos electorales del norte de Inglaterra que tradicionalmente habรญan votado por el Partido Laborista (PL), pero que ese aรฑo no esperaban nada de su lรญder, Jeremy Corbyn.
Aquel voto a favor de los conservadores no fue gratuito y exige concesiones a cambio. Ademรกs, hoy los conservadores enfrentan a un lรญder de oposiciรณn distinto del anterior, a quien deben extraรฑar. En Keir Starmer el PL eligiรณ a un candidato viable para emular las victorias de Clement Athee (1945-51), Harold Wilson (1964-70) y Toni Blair (1994-2007), es decir un lรญder que se propone mudarse al nรบmero 10 de Downing Street.
En los รบltimos 75 aรฑos, el Partido Laborista ha tenido tres lรญderes excepcionales, otros tres que ganaron elecciones sin dejar mayor huella, y Jeremy Corbyn. Durante los cinco aรฑos de su liderazgo, el partido ganรณ miembros sobre todo entre las nuevas generaciones atraรญdas por el discurso corbynista, que presentaba con claridad las consecuencias del desastre financiero del 2008 y la dรฉcada de austeridad conservadora que ha aumentado la disparidad social, sacrificado presupuestos para sectores como la salud pรบblica, hoy tan crucial, y promovido, en nombre de la eficiencia, la entrega de esos servicios al capital privado. Los seguidores de Corbyn pertenecen a la generaciรณn de jรณvenes que no encuentran alternativa, un sector que ha aumentado, segรบn lo muestran estadรญsticas que seรฑalan la existencia de รกreas de miseria en Inglaterra, devastadas por la pobreza, el desempleo y la desesperanza. Muchos de estos jรณvenes apoyaron a Corbyn porque vieron en รฉl a un hombre que โdice la verdadโ, algo menos que iluminado.
Su claridad diagnรณstica, lamentablemente, no se tradujo en habilidades directivas. En abril de 2020, Keir Starmer recibiรณ un partido en ruinas, despuรฉs de la catรกstrofe electoral que prรกcticamente lo habรญa borrado del mapa. Su elecciรณn significรณ un cambio de tono y el inicio de otro ciclo polรญtico, en el que el partido busca ocupar el centro a partir del cual negocie los problemas mรกs urgentes que aquejan el RU despuรฉs del Brexit. Su elecciรณn no fue sencilla porque, como el paรญs, el partido tambiรฉn estaba escindido entre quienes apoyaban el โprogramaโ corbynista y los que en cambio rechazaban esa mentalidad de capilla en favor de un partido abierto y democrรกtico. La elecciรณn de Starmer inspirรณ desconfianza en la izquierda tradicional del partido. ยฟCรณmo es posible, se preguntaban, ser europeรญsta y pertenecer al partido bajo el ideario de Jeremy Corbyn? Hay que recordar que el partido tambiรฉn estaba dividido entre quienes deseaban dar la espalda a Europa y quienes se asumรญan como europeos britรกnicos. En ese orden.
Hasta el momento, Starmer ha logrado causar una buena impresiรณn en los medios porque representa todo lo que Boris no es. Es decir, es un polรญtico que hace su tarea y de quien se puede esperar un grado confiable de informaciรณn y equilibrio, un individuo organizado que se esfuerza por saber de lo que habla. Pero tambiรฉn es cierto que Starmer no es Jeremy Corbyn, y que su designaciรณn en lugar de Rebecca Long-Bailey, la elegida por Corbyn para sucederlo, irritรณ al sector โcorbynistaโ a pesar de que ella solo obtuvo 28% de los votos, contra 56% a favor de Starmer. Len McCluskey, lรญder de Unite, uno de los sindicatos mรกs poderosos en el RU y contribuyente sustancial del partido, ha expresado su desacuerdo.
Su desconfianza se vio exacerbada cuando Starmer expulsรณ del partido a Corbyn debido a la minimizaciรณn del escรกndalo antisemita que ensombreciรณ el final de su liderazgo. El reporte de la Equality and Human Rights Comission britรกnica dictaminรณ que el partido era culpable de no prevenir el antisemitismo o peor, de aprobarlo. Corbyn respondiรณ que el problema habรญa sido magnificado por la prensa. Su expulsiรณn en agosto, y la decisiรณn de Starmer de indemnizar a los afectados por la violencia antisemita, provocรณ la reacciรณn de McCluskey, que acusรณ al lรญder de conducir al partido hacia la guerra civil. Asรญ como hubo blairistas despuรฉs de Blair, hay corbynistas sin Jeremy, recordรกndonos que un partido polรญtico, una religiรณn, un Estado, no son bloques hechos de una pieza, sino un conjunto contradictorio de intereses en precario equilibrio. Aunque despuรฉs Corbyn fue admitido nuevamente en el partido, hasta el momento no ha recuperado la influencia que perdiรณ.
El segundo escollo partidista surgiรณ con un mensaje antisemita reproducido por Long-Bailey quien se negรณ a borrarlo, motivando su expulsiรณn en junio del equipo de Starmer. La promesa de luchar contra el antisemitismo en el partido exigiรณ acciones enรฉrgicas, sin las cuales la direcciรณn de Starmer se habrรญa ido a pique. Para dirigir, lo primero que es necesario es poner la casa en orden.
Starmer tambiรฉn debe su imagen positiva a su papel como nรฉmesis de Boris en el Parlamento. Ante la frivolidad del primer ministro y sus falsas promesas ante la pandemia, Starmer mostrรณ las inconsistencias de la polรญtica gubernamental, subrayando la cantidad alarmante de vรญctimas de covid-19 en el Reino Unido. Desde el principio de la pandemia, Starmer seรฑalรณ los errores del sistema para identificar a los enfermos y darles seguimiento y alertรณ acerca del peligro de una situaciรณn fuera de control. Starmer articulรณ la indignaciรณn del pรบblico, desconcertado ante los cambios de direcciรณn abruptos del gobierno. Hasta la etapa de vacunaciรณn actual, en el RU han muerto mรกs de 120 mil personas. Las casas de reposo fueron diezmadas, los hospitales saturados, y el dolor ante la pรฉrdida de vidas ha deslucido la efervescencia del premier inglรฉs en el aรฑo de la plaga. Durante ese periodo, los รญndices de popularidad de Boris descendieron notablemente, y en cambio favorecieron al lรญder de la oposiciรณn. Incluso su apoyo al Brexit negociado por Johnson con la Comunidad Europea, que suscitรณ graves crรญticas al interior del partido, lo estableciรณ como un polรญtico con sentido comรบn.
Los primeros pasos de Starmer fueron prometedores, a tal grado que para junio su popularidad adelantaba a la de Boris: 37% a favor suyo y 35% a favor del primer ministro. Incluso en relaciรณn con los sindicatos, la elecciรณn de Christina McAnea como lรญder de Unison favorece a Starmer, mientras la gestiรณn de McCluskey en Unite estรก por terminar. 2020 polรญticamente no fue adverso a la recuperaciรณn del laborismo.
Ante la posible balcanizaciรณn del RU, Starmer se ha manifestado a favor de mantener la unidad de los cuatro reinos asociados, y para contrarrestar la popularidad del Partido Nacional Escocรฉs y su demanda de independizar Escocia, Starmer ha prometido una devoluciรณn autรฉntica que asegure la libertad de Holyrood ante Westminster. La escasa importancia del laborismo en Escocia indica que su oferta no ha cautivado a los nacionalistas escoceses, que lo ven en este sentido similar al conservadurismo.
Todo acierto tiene lรญmites, y el de Starmer hasta el momento ha sido no poder trasladar su popularidad al partido. El panorama despuรฉs del Brexit y su alquimia tรณxica de nacionalismo libertario exige un lรญder de oposiciรณn que inspire confianza. Pero para que eso sea posible, hace falta un movimiento de renovaciรณn nacional. El triunfo en cuanto a la aprobaciรณn de la vacuna y su aplicaciรณn a mรกs de 31 millones de ingleses ha contenido la popularidad de Starmer, tambiรฉn detenida por la distribuciรณn de cuantiosos fondos destinados a ayudar a la poblaciรณn y a los empresarios a sobrevivir una crisis peor que la de 2008. El reto que enfrenta Starmer es hacer del partido laborista un autรฉntico vehรญculo de transformaciรณn plausible a los ojos del electorado, un imรกn capaz de reunir fuerzas antagรณnicas en un momento propicio para un cambio que, despuรฉs de una dรฉcada de austeridad conservadora y del deterioro de las condiciones de existencia de la mayorรญa, es lรญcito exigir. La pandemia ha demostrado que mantener la desigualdad imperante pone en peligro no solo a las vรญctimas de la inseguridad sino a la sociedad en su conjunto, por lo que tanto lo que es posible como lo que es deseable han cambiado.
โPara ganar una elecciรณn โha dicho Starmerโ la clave es vislumbrar el futuro, soรฑarlo mejor. Eso fue lo que ocurriรณ en 1945, en los sesenta y en el 97.โ Eso es lo que Starmer necesita acopiar para llevar el laborismo al gobierno. El mes de mayo serรก definitivo para medir la temperatura polรญtica, ahora que los efectos del Brexit comienzan a padecerse mediante restricciones y trรกmites que amenazan con asfixiar el comercio. En mayo se realizarรกn las elecciones para el parlamento escocรฉs y el senado galรฉs, para elegir alcaldes โentre ellos el de Londresโ asรญ como a 40 comisionados policiales. Todos estos acontecimientos probarรกn si el PL bajo el liderazgo de Keir Starmer puede ir mรกs allรก de las tรกcticas y proponer una estrategia nacional por un futuro mรกs equitativo: โuna visiรณn para el paรญs, no un programa, sino una aspiraciรณnโ compartida.