Imagina alguien con una carta. Dibuja un círculo con un compás y lo corta. Llegan dos personas y toman la carta. Uno dice mira, alguien ha cortado un círculo. El otro dice que no hay un círculo, solo un trozo de carta. El debate sobre el Brexit dentro del Partido Laborista corre el peligro de seguir una estructura similar.
Para la mayoría de votantes y miembros del laborismo la posición del partido debería estar absolutamente clara. El partido debería defender la apertura y la cooperación internacional. Brexit es lo opuesto a eso. Sin embargo una minoría dice que hay muchos votantes laboristas en los feudos de clase obrera del partido que apoyan el Brexit y que no habría que abandonarlos. Los primeros ven un círculo, pero corren el peligro de ignorar que está hecho de una carta, y los segundos solo ven un trozo de la carta.
Tenemos que pensar sobre la política en dos dimensiones en vez de en una. La primera dimensión es la tradicional división entre izquierda y derecha que solía ser el pilar de la política. La segunda es la dimensión de la cultura o la identidad. En un lado de la dimensión cultural están los conservadores sociales, que valoran las comunidades locales y la nación y sospechan de los forasteros, donde forastero puede entenderse en términos de normas sexuales, raza o religión. En el otro lado están los liberales sociales o morales, que valoran la diversidad y la tolerancia y a los que no les gustan las fronteras de ningún tipo.
La gente ve en tres dimensiones, así que el círculo de la carta es un círculo y también un trozo de una carta. A la gente le importan por igual los temas tanto en la dimensión izquierda/derecha como en la dimensión cultural. Para la mayoría de la gente el Brexit es un tema en la dimensión cultural. La exigencia de que los laboristas representen al bando del Remain es muy clara. El Partido Laborista ha estado durante décadas en el lado liberal del eje cultural, así que tienen que apoyar la permanencia en el Reino Unido. Esa es la principal razón por la que la mayoría de votantes laboristas y miembros del partido apoya el Remain.
La respuesta de una minoría en el movimiento laborista es mencionar la tradición del laborismo como el partido de la clase trabajadora. John Cruddas o Lisa Nandy son ejemplos de esta posición. Es un argumento potente para los miembros del partido, que respetan la tradición que encarna el laborismo y quieren que el partido represente a la clase trabajadora. Es especialmente potente porque hay quienes se sienten culpables dentro del laborismo, como ocurre en otros partidos de izquierdas, por haber dejado de ser un partido de clase trabajadora para ser un partido de lo que Piketty llama la “izquierda Brahmán”, y Paul Mason denomina el nuevo centro del proyecto laborista. Pero podríamos acusar a este argumento de ver el círculo de la carta como un trozo de la carta.
Claro que el laborismo debería representar a la clase trabajadora en la conocida dimensión izquierda/derecha, en cuestiones como las políticas del mercado laboral, políticas industriales, reducir la desigualdad y todo eso. La política cultural no sustituye de ninguna manera a la política de clase. Pero que las comunidades de clase trabajadora sean más conservadoras socialmente que las clases profesionales no significa que el laborismo tenga que abandonar su postura liberal en cuestiones como la inmigración y, por supuesto, el Brexit. El laborismo debe representar a las clases trabajadoras en la dimensión económica pero no en la dimensión social.
Para reforzar este punto Danny Dorling señala que en el bando del Leave había tanto un voto de clase media como de clase trabajadora. Es más, como dije aquí, si quitas Londres de la ecuación el Norte es solo un poco más pro-Brexit que el Sur, y está igual de dividido que el Oeste y el Este. ¿Por qué debería el laborismo ser el partido que apoya a la clase media socialmente conservadora?
Añadiendo la dinámica de las grandes ciudades de hoy
Esta conceptualización del Brexit como esencialmente una guerra cultural y no una guerra de clases es potente y tiene mucho de verdad. Pero deja algunos dilemas sin resolver. El primero es geográfico. Si el Brexit es una guía para saber dónde se sitúa la gente en el eje cultural, ¿por qué Londres, junto a otras ciudades dinámicas, está llena de liberales sociales y morales mientras las pequeñas ciudades deprimidas y el campo son mucho más conservadoras socialmente? El segundo tiene que ver con la clase. De nuevo, si el Brexit es una medida del conservadurismo social, ¿por qué la clase trabajadora es más conservadora socialmente que la clase profesional? Si nuestra posición en el eje cultural refleja preferencias innatas, ¿por qué no encontramos los mismos liberales que conservadores en diferentes regiones y clases?
Una posible respuesta tiene quizá relación con las dinámicas geográficas y sociales de una economía avanzada de servicios, en la que los pueblos y ciudades situadas alrededor de una fábrica son más una excepción que una regla. En países de este tipo, donde el Estado hace poco por intervenir (es neoliberal), son las grandes ciudades las que proporcionan la dinámica que propulsa la economía hacia adelante, mientras que las ciudades medianas basadas en viejas industrias y las zonas rurales se quedan estancadas. Esto parece cierto en el caso de Reino Unido y el de otras economías avanzadas. Además, la gente se traslada constantemente entre las áreas dinámicas y estancadas, en parte porque las ciudades suelen ser más jóvenes.
Si este es el caso, entonces esta dinámica puede jugar un papel de selección geográfico. Aquellos más abiertos, que buscan cambio y diversidad, se mudarán a la ciudad. Los que prefieren la continuidad y la comunidad se quedarán o incluso se trasladarán de la ciudad a un pueblo después de un tiempo. Con el tiempo los que son más liberales en lo social estarán en las ciudades, y los más socialmente conservadores estarán más en áreas rurales.
Además, a aquellos que provengan de entornos de clase media les resultará más fácil obtienen las cualificaciones que la ciudad necesita, mientras que a los que provienen de entornos de clase trabajadora les costará más, sin que esto sea por su culpa. Cuanto menos interviene el Estado para ayudar a la movilidad social, más cierto será esto. Si eres de clase media lo más probable es que estés en entornos (universidades y ciudades) que son diversos y por lo tanto fomentan el liberalismo moral, mientras que si eres de clase trabajadora es más probable que estés atrapado en pueblos o ciudades posindustriales estancadas. Esto ayuda a explicar algo más sobre el Brexit: la falta de educación es uno de los predictores más fuertes del apoyo al Brexit.
Me gustaría añadir una dinámica adicional aquí. Cuanta más educación tienes, más probable es que estés familiarizado con múltiples fuentes de información, y más abierto estarás a diferentes perspectivas. Es más probable que valores la experiencia porque tu posición en el mercado laboral depende de tu experiencia. Como resultado, es menos probable que te influya lo que lees en un solo periódico, y es más probable que atiendas a lo que dicen los expertos sobre temas como el Brexit. En mi opinión, la cobertura mediática, tanto de la inmigración como del propio Brexit, fue un factor importante detrás del Brexit, y es quizá la razón por la cual Escocia votó por el Remain.
Esto sugiere dos procesos sociales. En primer lugar, esta dinámica económica basada en el crecimiento de las ciudades clasifica por geografía a gente en diferentes puntos del eje cultural. En segundo lugar, y creo que es más importante, dónde estás en ese eje cultural no es un resultado de tus genes, sino también el resultado de ese mismo proceso de clasificación. La educación universitaria y el trabajo en ciudades dinámicas y diversas fomentan las actitudes liberales.
En un ecosistema dinámico donde hay muchas oportunidades, la diversidad parece la consecuencia natural de ese dinamismo. De hecho incluso puede verse que contribuye a ese dinamismo. Y por supuesto una educación universitaria te da a menudo unas habilidades que definen tu posición de clase. Por contraste, si vives en áreas económicamente estancadas es más probable que veas las cosas en términos de “suma cero”, en un estado mental nosotros/ellos. Si llegan los inmigrantes, o tienes miedo de que lleguen, piensas de manera natural que van a quedarse con lo que tienes. Esto son tendencias, por supuesto. Hay habitantes de las ciudades que se benefician poco de su dinamismo, y habitantes en el campo mucho más ricos. Hay votantes del Leave en ciudades dinámicas y votantes del Remain en zonas rurales.
Poder y populismo
Hay una cuestión adicional sobre la segregación entre ciudades dinámicas y pueblos estancados. El poder político reside generalmente en las ciudades dinámicas, y eso conduce a la percepción de que al menos la élite política actúa solo siguiendo los intereses de las ciudades. Como sugiere Will Wilkinson en un fascinante artículo científico sobre el caso estadounidense, la divisoria económica que clasifica y fomenta determinadas actitudes sociales entre los que viven en las ciudades puede provocar resentimiento y alienación en el resto del país, hasta el punto de que puede crear las condiciones para que surja el populismo.
El apoyo a Trump, como el apoyo al Brexit, proviene del EEUU rural o de áreas en declive industrial, mientras que la mayoría de quienes viven en las ciudades dinámicas observa este tipo de populismo con incredulidad. La clasificación de la población, donde el poder y la creciente riqueza se concentra en las ciudades dirigidas por las élites que gobiernan el país, conduce a un resentimiento de la gente que vive en otras zonas contra las élites. Ese resentimiento se puede manifestar simplemente como una protesta, como ocurrió con los gilet jaunes en Francia, o pueden apropiarse de él los políticos que buscan atacar a las élites.
¿Dónde queda entonces nuestra concepción bidimensional original en la que la mayor parte del Brexit se produce en el eje cultural liberal-conservador? Podemos ahora añadir dos advertencias clave. Primero, que mientras una posición en ese eje se describe a menudo como un reflejo de características innatas, también puede ser consecuencia de fuerzas económicas y de clase. Segundo, que el apoyo al Brexit puede en parte ser el reflejo de fuerzas económicas básicas que tienen que ver con la geografía del dinamismo económico en economías principalmente de servicios.
¿Esto significa que tienen razón los que sugieren que el laborismo debería apoyar el Brexit porque es más probable que lo apoye la clase trabajadora? Claro que no. El Brexit, como Trump, no beneficia en nada a la clase trabajadora, y los laboristas no deberían nunca convertirse en un partido socialmente conservador. Es más, el Brexit ayudará muy poco a quienes votaron a favor de él: es una decisión política profundamente estúpida. Pero es muy simplista verlo como una guerra cultural que el bando progresista ha de ganar. Las raíces de nuestro populismo actual están basadas en una dinámica económica en la que el crecimiento se produce en grandes ciudades, y en un sistema económico que no distribuye suficiente dinamismo, conocimiento, riqueza o poder al resto del país.
Traducción del inglés de Ricardo Dudda.
Publicado originalmente en Mainly Macro.
Es profesor emérito de economía y fellow en el Merton College en la Universidad de Oxford.