El peligro de normalizar a Boris Johnson

Es un error pensar que Boris Johnson es el primer ministro conservador más de izquierdas solo porque está aumentando el gasto público. Es un líder populista que desprecia la rendición de cuentas y cualquier tipo de control parlamentario.
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¿Consiguió Trump desplazar hacia la izquierda las políticas del Partido Republicano? Antes de darle muchas vueltas a esto, quiero sugerir que esta pregunta olvida algo importante. Trump era un populista. El populismo es un concepto sobreutilizado, pero lo uso tal y como lo definió Jan-Werner Müller. Para él el populismo es una forma de antipluralismo, un gobierno que no acepta ningún tipo de control sobre su poder más allá del electorado (al menos siempre y cuando ganen elecciones).

Quiero detenerme en dos debates que se han producido recientemente sobre el gobierno de Johnson. El primero lo abrió John Rentoul, que afirma que estamos ante el gobierno conservador más de izquierdas desde Ted Heath y quizá el más progresista de la historia de los conservadores. Define la idea extendida (tanto a izquierda como a derecha) de que este gobierno no puede ser de derechas porque “ha abierto las compuertas fiscales”. El segundo argumento es de Will Davies, que dice que el éxito del gobierno está en la “discrecionalidad en vez de en las reglas”, y en conseguir domar al Tesoro. Quiero sugerir que ambas posturas parten de la naturaleza populista de este gobierno, pero hasta ahora el Tesoro y Hacienda no han sido tan domados como se sugiere.

El populismo, o antipluralismo, de este gobierno fue obvio en el último discurso de la Reina, que sirve para que el gobierno explique lo que pretende hacer en la siguiente sesión del parlamento. Contiene una ley que restringirá la capacidad de los tribunales de fiscalizar al gobierno. Los tribunales ya no podrán frenar al gobierno cuando quiere cerrar el parlamento. Contiene una ley que hará obligatoria la identificación fotográfica para votar, que es una forma de gerrymandering. También cambiará el sistema de voto en las elecciones a alcalde y a PCC (Comisario Jefe de Policía), que pasarán a regirse por el sistema mayoritario uninominal (FPTP, first-past-the-post), porque eso beneficia a los conservadores. También contiene una ley que permitirá a la policía (y por lo tanto al Ministerio del Interior) prohibir cualquier manifestación que no les guste.

Este gobierno no acepta la rendición de cuentas. No ha dimitido ningún ministro desde que se formó tras las últimas elecciones generales, a pesar de que ha habido numerosos escándalos que en el pasado habrían provocado dimisiones. Las instituciones gubernamentales que vigilan cualquier negligencia, como el “código ministerial”, ya no tienen sentido porque Johnson las ha invalidado. El parlamento, que antes era la fuente de poder definitiva, ya no lo es, porque el gobierno cada vez lo ignora más. Johnson cree que toda oposición es una molestia, y se pregunta constantemente por qué se oponen a sus políticas en vez de apoyarlas.

Como todos los populistas del estilo Trump u Orbán, Johnson aspira, a través de un dominio mediático y la mentira constante, a crear una realidad alternativa en la que el gobierno es un héroe y no un villano. Nunca hubo un plan del gobierno para alcanzar la inmunidad de grupo, nos dicen (y repiten constantemente) muy seriamente después de que el gobierno descartara su plan para alcanzar la inmunidad de grupo. Es obvio que todos los gobiernos hacen propaganda, pero mentiras tan flagrantes como esta son extrañas en los gobiernos normales, y suelen ser la actitud predilecta de los populistas.

Muchos líderes llegan al poder con una amplia agenda de políticas, y dedican sus primeros años en el gobierno a aplicar esa agenda. Este gobierno solo tenía una política, el Brexit. El Brexit tal y como lo ha implementado Johnson es una política típicamente populista (según la definición de Müller). No solo se promovió como la voluntad del pueblo, donde el “pueblo” excluía al 48% que votó en contra, sino que se implementó de una manera muy populista (aunque impopular), en la que las restricciones potenciales de la UE (restricciones que podríamos normalmente denominar cooperación intergubernamental) se eliminaron por ser anti-Brexit.

Solo hay una restricción que este gobierno no pretende eliminar, y es ser elegido solo cuando quiere convocar elecciones o después de cinco años. Como resultado, casi todo lo que hace es para hacer eso más probable. Brexit se ganó gracias al apoyo de los votantes socialmente conservadores, y por eso el gobierno está obsesionado con ser lo más desagradable posible con los refugiados y otros inmigrantes, y por eso habla tanto de una agenda anti-woke (si el “pueblo” está tan obsesionado con esas dos cuestiones es una pregunta interesante). Como ahora tiene muchos más diputados en el Norte su plan es de “nivelar el terreno”. Si observas los elementos de ese plan hasta ahora, consiste en enviar dinero a distritos parlamentarios controlados por los tories en vez de a zonas pobres.

Lo que siempre hará el gobierno, si tiene la oportunidad, es ayudar a sus amigos y a quienes apoyan económicamente al partido. El gobierno vio en la pandemia de la covid una oportunidad de aprovecharse de la crisis, al arrendar grandes partes del sistema de tests y detección precoz al sector privado, y dio concesiones a empresas amigas para distribuir material de protección a sanitarios. Invalidará las leyes de planificación, y por lo tanto las objeciones de sus votantes tradicionales, para permitir que sus amigos en la industria de la construcción construyan más casas y hagan más beneficio.

Si tienes la tentación de pensar que esto no es muy diferente a lo que hacen todos los gobiernos, permíteme añadir una característica de los populistas: sus gobiernos están hechos a imagen y semejanza de sus líderes, que normalmente son individuos narcisistas a los que no les importa nada más que ellos mismos. Johnson encaja en esta descripción. Nombró un gobierno no de los mejores sino de quienes le iban a ser fieles. Los populistas forman gobiernos a los que no les importan los demás, excepto cuando les votan. Solo un populista podría soñar con enfrentarse a la covid con una política de inmunidad de rebaño, lo que significa que el gobierno no hace nada mientras mueren cientos de miles de personas, para así tener una economía más fuerte que otros países.

¿El sistema de permisos de trabajo por la covid, y el gasto masivo en tests y detección precoz, significan que ha muerto la austeridad fiscal? Por supuesto no. El sistema de permisos de trabajo es una reacción natural a la cuarentena obligatoria. Por eso los gobiernos europeos han adoptado sistemas similares. Ha evitado un aumento sustancial del desempleo, y lo último que este gobierno querría es un gran número de gente que votó por los conservadores recurriendo a Universal Credit [créditos financiados por el gobierno] (con lo que implica de pérdida de sus ahorros). En cuanto al sistema de tests y detección, el gobierno vio en esto una buena oportunidad para ayudar a determinadas empresas del sector privado.

En cuanto a las reglas fiscales y el poder del Tesoro, el canciller de Hacienda Rishi Sunak tiene todavía un mandato fiscal, que implica que la deuda del gobierno debe reducirse en el medio plazo. Por eso hay áreas del gasto público que han sufrido aún más recortes y los impuestos van a subir. El estímulo fiscal durante la recuperación es solo una medida para fomentar la inversión, y es muy débil en comparación con lo que está haciendo Biden en Estados Unidos. Esto es así porque Sunak sigue creyendo en la austeridad, y ha convencido a Johnson de que es una pata esencial de la marca conservadora.

No diría que la respuesta fiscal del gobierno a la pandemia y su consiguiente gasto durante la recuperación han sido de izquierdas a pesar de ser un gobierno conservador. Irónicamente, ha sido una respuesta muy europea. El enfoque de Reino Unido para la recuperación, igual que el enfoque de la Eurozona, surge de la obsesión con estabilizar los niveles de deuda pública. Asumir que las “compuertas fiscales” van a permanecer abiertas tras la pandemia es equivocado.

Para comprobar si un gobierno es de izquierdas, hay que ver intenta resolver la desigualdad. No solo hay que fijarse en la política fiscal. La pobreza infantil ha aumentado en los últimos años bajo el gobierno conservador y se estima que seguirá aumentando. La pandemia ha afectado mucho más a los hogares pobres, mientras que hay otros hogares que han aumentado sus ahorros, lo que ha aumentado más la pobreza y la desigualdad. Este gobierno no parece que vaya a hacer nada sobre esto, y prefiere mentir cuando se le desafía. Ya que la pobreza no recibe apenas atención en los medios, esta tendencia es probable que continúe.

Por supuesto que los populistas prefieren la discrecionalidad en vez de las reglas, siempre y cuando sea su discrecionalidad. Así que, ¿por qué Johnson, que tiene poco tiempo para las reglas fiscales, permite a Sunak y al Tesoro que actúen como si todavía hubiera reglas fiscales? Aquí tenemos que hablar de otra posible restricción sobre los populistas, y es el partido. Si Johnson se pasa de la raya a ojos de su partido podrían echarlo. Mientras que varias voces de diputados tories (que han tenido voz porque tienen el apoyo de la prensa tory) se han quejado de la cuarentena del año pasado, otros estuvieron más preocupados con que Johnson no fuera capaz de controlar la pandemia. Su posición en 2020 no estaba clara, y en parte por eso le pareció bien que Sunak aumentara los impuestos en zonas donde a la mayoría de sus votantes no les afectaría. Si Johnson está satisfecho o no con su posición, ahora que tiene más poder, depende de si considera que la austeridad fiscal es esencial o no para ganar elecciones.

Cuando empiezas a considerar a Johnson un populista, se vuelve obvio que odia todo tipo de limitaciones a su poder, tanto si vienen de las reglas fiscales o directamente del Tesoro. Gastará dinero en sus amigos (donantes del partido o donantes a sí mismo) y gastará el dinero que haga falta para afianzar su posición con los votantes, mientras afirma ser fiscalmente responsable. El peligro de describir este tipo de gasto como de izquierda, o como una reducción del poder del Tesoro, es que normaliza a un gobierno populista que será recordado por su autoritarismo, su falta de rendición de cuentas, sus constantes mentiras, su inhumanidad, corrupción y antipluralismo.

Traducción de Ricardo Dudda.

Publicado originalmente en el blog del autor.

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Es profesor emérito de economía y fellow en el Merton College en la Universidad de Oxford. 


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