Durante casi nueve aรฑos, he publicado un blog al que di por tรญtulo โde manera algo convencionalโ Torre de Marfil; lo hice a iniciativa de รlvaro Delgado-Gal, director de Revista de Libros hasta hace bien poco, quien me convenciรณ para que probase suerte con el gรฉnero a pesar de mis reticencias iniciales. El resultado fue un conjunto de casi 300 entradas, que pueden consultarse todavรญa en la web de la revista, con una frecuencia primero semanal y luego quincenal. Puse fin a mi colaboraciรณn con la revista tras la marcha de Delgado-Gal; no queriendo perder tambiรฉn el hรกbito de hacer un blog, pongo en pie esta Casa Rorty que la revista Letras Libres tiene la amabilidad de incluir en su esplรฉndida oferta editorial. El blog cambia de nombre para cerrar una etapa y abrir otra; lo escrito en Revista de Libros adquiere con ello una cierta unidad retrospectiva. Pero la continuidad entre ambos proyectos โmodestos ambosโ se harรก evidente al lector que tenga la amabilidad de seguirme. Ya que no se trata de reinventar el gรฉnero, sino de seguir practicรกndolo a la manera en que uno estรก acostumbrado: hablando de teorรญa polรญtica, filosofรญa, literatura o cine a la luz de la actualidad y viceversa. En principio, lo harรฉ solo una vez al mes; para que el placer no se transforme en una carga: la hazaรฑa semanal ya se la dejo a los jรณvenes.
ยฟY por quรฉ Casa Rorty? Tratarรฉ de explicarlo, dando asรญ forma a una primera entrada que tendrรก algo de declaraciรณn de intenciones o autorretrato: le blog, cโest moi! Acogerme al padrinazgo del controvertido pensador norteamericano Richard Rorty permitirรก ademรกs discutir eso que podrรญamos llamar el espรญritu de la รฉpoca, que es borroso por definiciรณn para sus contemporรกneos. Dado que las principales contribuciones teรณricas de Rorty tuvieron lugar entre finales de los aรฑos 80 y comienzos de este siglo, resulta interesante comprobar quรฉ ha cambiado desde entonces en el mundo y en nuestra relaciรณn con el mundo. Quienes desconozcan su obra podrรกn comprobar enseguida cuรกl es el sentido que tiene convertirlo en figura tutelar de este blog; a pesar de los desacuerdos inevitables y de los peligros โinclusoโ que comportan algunas de sus tesis. Se dice aquรญ Casa Rorty como si se hablara de un cafรฉ o de una fonda: un lugar abierto a la imprevisible pluralidad de los visitantes que ponen su pie en el establecimiento, entre otras cosas porque relacionarse con ellos โy hacerlo de manera respetuosaโ es parte del trabajo.
Hijo de intelectuales trotskistas, Rorty desarrolla una carrera acadรฉmica fulgurante que va de Chicago a Yale antes de acabar en Stanford pasando por Virginia. Segรบn รฉl mismo cuenta en el breve ensayo autobiogrรกfico Trotsky and the wild orchids, creciรณ como un joven imbuido de la idea de que la superaciรณn del capitalismo constituรญa la soluciรณn final a todos los males colectivos e individuales: tal como corresponde a una generaciรณn โesto lo digo yoโ que romantizรณ las leyes cientรญficas del marxismo e hizo de la revoluciรณn un mito polรญtico de primera magnitud. Junto con ese ideario, confiesa, Rorty cultivaba tambiรฉn pasiones elitistas tales como el estudio de las orquรญdeas salvajes. Cuando ingresรณ en la universidad, empezรณ por el platonismo โla virtud es el conocimientoโ antes de recalar en el ironismo hegeliano, el refinamiento proustiano y el pragmatismo deweyano. Y, sobre todo, abandona el ideal socialista: reconoce que โel capitalismo de Estado bienestarista es lo mejor a lo que podemos aspirarโ y admite que figuras antaรฑo reverenciadas como Lenin o Trotski hicieron mรกs mal que bien. Rorty lamenta en ese texto que la mayor parte de quienes se comprometen en la lucha polรญtica hoy siguen queriendo lo mismo que รฉl cuando tenรญa 15 aรฑos: salvar la brecha entre lo pรบblico y lo privado mediante una transformaciรณn radical de la sociedad que acabe con cualquier rastro de injusticia. Si levantara la cabeza, reconocerรญa en el activismo woke esa misma pasiรณn negativa.
No es que Rorty careciese de reivindicaciones polรญticas; mรกs bien lo contrario. Su Achieving our country, publicado en 1997, constituye una vigorosa toma de partido que no ha dejado de ganar actualidad: frente a la izquierda acadรฉmica que se refugia en la identidad, defiende el autor, es necesario recuperar la causa reformista que atiende a problemas concretos y plantea reformas especรญficas en lugar de refugiarse en la lucha abstracta contra el โsistemaโ. Rorty advierte de que sin un relato colectivo asentado en la esperanza de que las cosas pueden mejorar, el progreso social es imposible. Mรกs aรบn, nuestro autor cree que el orgullo nacional es condiciรณn necesaria para ese mejoramiento, ya que sin la implicaciรณn emocional del ciudadano con la comunidad en la que vive no es posible practicar una deliberaciรณn polรญtica fructรญfera. Lo que Rorty no aclara es cรณmo puede evitarse que ese compromiso adopte formas perniciosas โยฟacaso no se ven a sรญ mismos como patriotas los impulsores del procรฉs o del Brexit?โ ni de quรฉ manera podemos discriminar entre patriotismos buenos y patriotismos malos. De manera que acierta cuando pide una โretรณrica de lo comรบnโ que subraye lo que nos une en vez de ahondar en lo que nos separa; por desgracia, es un objetivo que se antoja mรกs irrealizable que nunca: ยกestamos polarizados!
A toro pasado, todos somos Roubinis
Hay que tener en cuenta que el pensador estadounidense muriรณ โfulminante cรกncer de pรกncreasโ un aรฑo antes de que estallase la crisis financiera y se llevase por delante aquel optimismo liberal que, como ha explicado Ramรณn Gonzรกlez Fรฉrriz, hoy encontramos arrogante e infundado: a toro pasado, todos somos Roubinis. Pero en aquel contexto singular marcado por el colapso del socialismo histรณrico y la deslegitimaciรณn del autoritarismo, Rorty no desentonaba cuando se referรญa a la โutopรญa democrรกtica globalโ de โun planeta donde todos los miembros de la especie se preocupan por el destino del restoโ; tal parecรญa el destino final โaunque lejanoโ de una comunidad internacional que progresaba en direcciรณn cosmopolita. Irรณnicamente, Rorty habรญa publicado su trabajo mรกs original en 1989: Contingency, Irony, and Solidarity fue redactado โsobre la base de unas conferencias impartidas en Londresโ antes de que cayera el Muro de Berlรญn. Pero esa coincidencia no disminuye el interรฉs de un libro que, aun dando por supuesta la superioridad de la democracia liberal sobre las demรกs formas de gobierno, no incurre en el vicio universalista de dar por supuesta la superioridad de la tradiciรณn occidental. De ahรญ que sus argumentos pudieran resultar extravagantes durante los aรฑos del triunfalismo liberal y que su bienintencionado relativismo pareciese ingenuo tras los atentados del 11-S; en nuestros dรญas, la convicciรณn generalizada de que la posverdad pone en riesgo a las democracias hace de Rorty un culpable de lesa posmodernidad.
Antes de dictar sentencia, sin embargo, oigamos al acusado. Rorty tiene el detalle de poner al comienzo de su libro una larga cita del ensayo de Milan Kundera sobre el โarte de la novelaโ, lanzando asรญ ya un aviso acerca del tipo de fuentes a las que va a recurrir. Tampoco es comรบn que un intelectual norteamericano recurra a Kundera, delatando asรญ la influencia de los filรณsofos โcontinentalesโ que tan bien acogidos fueron en las universidades estadounidenses. En particular, la cita reivindica un espรญritu europeo vinculado al espacio imaginativo de la novela, caracterizado por la tolerancia y el respeto al individuo. Seamos francos: fuera de la novela, al individuo europeo no le ha ido tan bien. Hasta la segunda posguerra mundial, de hecho, no pisรณ suelo firme; en los paรญses que cayeron del lado malo en la rifa de Yalta hubo que esperar hasta 1989. Pero bien estรก: hay peores alternativas y el recurso a la frase de Kundera deja claro que el interรฉs de Rorty estรก en la pacรญfica convivencia de los diferentes.
Vaya por delante que Rorty โestamos con รฉlโ apuesta por la prudencia: aunque el autodesarrollo individual y la solidaridad colectiva son demandas igual de vรกlidas, se realizan en espacios distintos que el liberalismo clรกsico hace bien en distinguir: la esfera pรบblica y la esfera privada. Separar no es sellar ni incomunicar; feminismo y ecologismo han demostrado que las conductas privadas tienen relevancia pรบblica. Pero eso no autoriza cualquier intervenciรณn en ellas; ni en la una ni en la otra. Ahรญ reside una de las dificultades teรณricas y prรกcticas de la democracia: en esclarecer cuรกles son las normas de conducta susceptibles de ser generalizadas a travรฉs de las normas y recomendaciones dictadas por el poder pรบblico. Porque es un hecho que no pensamos, sentimos o queremos lo mismo: en condiciones de libertad, tal como seรฑalase John Rawls, la diversidad social es un hecho irreprimible. Y lo es incluso si las diferencias entre distintos individuos o grupos no son tan dramรกticas como lo fueron en el pasado; en la sociedad globalizada, hay aspectos en los cuales somos mรกs parecidos que antes. Es algo que desesperaba a aquel Pasolini que veรญa en el consumo de masas el rostro del neofascismo que privaba a la Italia campesina de su radical singularidad.
El ironista liberal
Constatadas las diferencias ideolรณgicas y morales entre los individuos, Rorty bosqueja la figura del โironista liberalโ como modelo para el ciudadano democrรกtico de su tiempo. Por โliberalโ entiende lo mismo que Judith Shklar (Pรกgina Indรณmita acaba de reeditar en Espaรฑa su formidable Los vicios ordinarios y no serรญa mala idea que alguien hiciera lo propio con el libro de Rorty, cuya รบltima ediciรณn en nuestra lengua es de Paidรณs en 1991), o sea alguien que piensa que la crueldad es lo peor que podemos hacer. Se trata de un concepto ciertamente restringido de liberalismo, que no dice una sola palabra sobre la limitaciรณn del poder pรบblico o el imperio de la ley; demos por supuesto que esos son diseรฑos institucionales derivados de esa toma de partido inicial. Pero esto no tiene mucha importancia; sigamos.
ยฟQuรฉ hay del โironistaโ? Rorty denomina โvocabulario finalโ al conjunto de palabras que cada uno usa para justificar sus creencias y acciones, afirmando que se hace ironista quien tiene dudas sobre el vocabulario que emplea y renuncia a considerarlo mejor que los demรกs. De manera que el ironista es un nominalista y un historicista; alguien que abomina de las esencias. Conviene subrayar que el acceso al ironismo es visto por Rorty como una liberaciรณn, ya que el individuo gana libertad cuando admite la contingencia de su punto de vista. El filรณsofo ruso Lev Shestov iba mรกs lejos, estableciendo una relaciรณn negativa entre rigidez y sabidurรญa: โCuanto mรกs รกgil y flexible sea un hombre, cuanto menos aprecie el equilibrio natural del cuerpo, cuanto mรกs a menudo cambie de puesto, mรกs verรก y sabrรกโ. Para Rorty, en cambio, los beneficios son menos epistรฉmicos que morales o anรญmicos: la ironรญa puede curarnos de la โprofunda necesidad metafรญsicaโ lamentada por Nietzsche. Y si no nos cura, el ironismo exige que dejemos tranquilos a los demรกs; la bรบsqueda de trascendencia debe reservarse para la vida privada. Hemos de renunciar a la unificaciรณn de lo pรบblico con lo personal, exige Rorty: conformรฉmonos con mejorar las oportunidades del individuo y dejemos que cada cual viva su vida como mejor le parezca.
Rorty y la posmodernidad
Hasta aquรญ, bien: podemos estar de acuerdo en que un aumento de los ironistas serรก positivo para la democracia liberal. Mรกs problemรกtico resulta el lado posmoderno de Rorty, que reside en su renuncia a sostener un concepto fuerte de verdad. Naturalmente, cualquiera que publique un ensayo demuestra creer en la verdad; si no, ni siquiera se sentarรญa a escribir. Pero Rorty advierte que no hay nada mรกs allรก de los vocabularios finales que sirva como criterio para elegir entre unos y otros, por la sencilla razรณn de que la verdad es una prรกctica intersubjetiva: no estรก en el mundo, sino en nuestras discusiones sobre el mundo. No vamos a adentrarnos en ese terreno pantanoso, pese a que Rorty podrรญa ser acusado โjunto al recientemente fallecido Latour, entre otrosโ de contribuir a la erosiรณn de la confianza en la verdad y la ciencia. Sin embargo, tiene razรณn cuando seรฑala que la historia no tiene un telos โdescubrir la verdad o la emancipaciรณn de la humanidadโ a la manera hegeliana: aunque llegรกsemos a creerlo e incluso creerlo pudiera ayudarnos.
Utopรญa liberal y utopรญa libertaria
Es asรญ ironista quien acepta la contingencia de sus creencias y deseos, renunciando a otorgarles un valor absoluto. Aunque Rorty no lo dice, va de suyo que quien hace una interpretaciรณn literal de sus creencias โsintiรฉndolas como las creencias por antonomasiaโ podrรก sentir la tentaciรณn de imponerlas a los demรกs. Que lo haga o no dependerรก de la fuerza que tengan quienes las promuevan en cada momento histรณrico: el Papa que apoya las Cruzadas no es lo mismo que el monje recluido tras los muros de un convento, igual que la Rusia de Stalin no se puede comparar con los editores de El viejo topo. Desde ese punto de vista, la democracia es la forma de organizaciรณn polรญtica que impide la universalizaciรณn de las creencias particulares; aunque se vea obligada a instruir en la creencia de que la democracia es preferible a otras formas de organizaciรณn polรญtica. De ahรญ que la โutopรญa liberalโ de Rorty sea aquella en la que el ironismo โo la capacidad de contemplar nuestras creencias a distanciaโ se ha generalizado.
A primera vista, esto no queda lejos de la utopรญa libertaria defendida por Robert Nozick: una sociedad donde cada uno tiene la plena libertad de asociarse con otros para vivir su forma de vida particular sin interferencias externas. Pero es una semejanza un tanto engaรฑosa, ya que Nozick barrunta una sociedad archipelรกgica donde cada uno vive como quiere y su colega Rorty aspira a pacificar otra donde las fricciones resultan inevitables. Ahora que las redes sociales han construido un espacio digital que termina por ser claustrofรณbico, la utopรญa de Nozick parece mรกs fantasiosa que nunca. Tampoco la de Rorty luce demasiado saludable, todo hay que decirlo, a pesar de que no resulta difรญcil adherirse a ella:
Una sociedad liberal es aquella cuyos ideales pueden realizarse mediante la persuasiรณn antes que la fuerza, mediante la reforma antes que la revoluciรณn, mediante los encuentros libres y abiertos entre las actuales prรกcticas lingรผรญsticas y otras que sugieren nuevas prรกcticas.
Para que esos encuentros fructifiquen, el ciudadano tiene que ser consciente de la contingencia de sus propias creencias sin por ello abandonar el compromiso con las mismas: el ironista liberal, admitรกmoslo, tiene mucho de equilibrista. Recordemos que Rorty cree que el racionalismo ilustrado no sirve ya para hacer progresar a las sociedades liberales; su propรณsito es reformularlas sobre una base no racionalista y no universalista. A partir de esa premisa, su confianza en la verdad โโla verdad siempre prevalecerรก en un encuentro libre y abiertoโโ resulta desconcertante. ยกNi que fuera Habermas! La explicaciรณn es sencilla: no hablamos de verdades metafรญsicas o trascendentales. Segรบn Rorty, una sociedad liberal habrรก de contentarse con llamar โverdaderoโ a lo que resulte del encuentro libre y abierto entre sus miembros. La verdad es asรญ una cuestiรณn de procedimiento y no un problema de sustancia.
ยฟCuida de la libertad y la verdad se cuidarรก sola?
ยฟY quรฉ hacemos con esto? Rorty no dice que lo que produzca el debate pรบblico sea la verdad, sino que llamaremos verdad a lo que salga de ellos; a la verdad con mayรบsculas no tenemos acceso. Por eso sostiene โla frase ha hecho fortunaโ que si cuidamos la libertad polรญtica, la verdad y la bondad sabrรกn cuidarse solas. Es la afirmaciรณn de un optimista y nos cuesta ser optimistas: ยฟde verdad hemos de considerar verdadero lo que salga de un debate pรบblico caracterizado por la polarizaciรณn ideolรณgica y la contaminaciรณn emocional? Se dirรญa que la hipรณtesis de Rorty se sostiene sobre una visiรณn idealizada del individuo: como si todos fuรฉramos ya ironistas. Pero cuidado con pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor: quienes alertan sobre el incremento del literalismo quizรก hayan olvidado que Ronald Reagan hizo del Born in the USA de Bruce Springsteen un himno patriรณtico del republicanismo a pesar de que la canciรณn contiene una amarga crรญtica a la sociedad estadounidense. Por lo demรกs, Rorty no niega que existan las verdades histรณricas ni las evidencias cientรญficas, aunque seguramente desatienda la conveniencia de que los argumentos morales tengan en cuenta los โhechos probadosโ que les conciernen. El caso es que la verdad moral y polรญtica se asienta sobre el acuerdo intersubjetivo: ningรบn dios puede avalar la idoneidad de nuestras conclusiones. Tal como sostuvo igualmente el segundo Rawls, mejor serรก que aliviemos la carga metafรญsica de nuestros argumentos polรญticos o no alcanzaremos consenso social alguno. Y que cada cual se acoja en la esfera privada a la metafรญsica que prefiera: el Estado habrรก de permitรญrselo siempre y cuando no se vulneren las leyes que obligan a todos.
Ahora bien: se dirรญa que Rorty da por supuesta la aceptaciรณn masiva de la democracia liberal y ahรญ se nota que su libro fue escrito en otro tiempo. El enemigo de la democracia era entonces el tรญpico dictador; hoy es el populista o partidario de una democracia โiliberalโ. Populista: aquel que entiende literalmente el significado de la democracia como gobierno del pueblo. ยฟQuรฉ hacer cuando hay mรกs populistas que ironistas? Rorty no tiene una respuesta a esta pregunta; nadie la tiene. En ausencia de una fe compartida en algรบn principio trascendente y debilitada incluso la creencia en el poder de la razรณn para impulsar el progreso humano, ยฟcรณmo defender la preferencia por la democracia liberal? El filรณsofo norteamericano arguye que la sociedad liberal debe compararse con otros intentos de organizaciรณn social: la sociedad liberal ha demostrado ser mejor que sus alternativas. De hecho, Rorty cree que el pensamiento social y polรญtico occidental โha podido tener ya la รบltima revoluciรณn conceptual que necesitaโ. En otras palabras: dado que la democracia liberal contiene las instituciones que permiten su propia mejora, solo harรกn falta revoluciones polรญticas allรญ donde todavรญa no haya democracia. Es un enfoque pragmรกtico:
El pegamento que mantiene el ideal de la sociedad liberal (…) no es mรกs que el consenso de que el objetivo de la organizaciรณn social es dejar que todo el mundo tenga la oportunidad de autocrearse conforme a sus mejores capacidades, y que esa meta requiere, ademรกs de paz y prosperidad, las “libertades burguesas” estรกndar.
Por eso, Rorty concibe una sociedad liberal donde se discute sobre cรณmo equilibrar los valores โpaz, prosperidad, libertadโ cuando entran en conflicto y cรณmo igualar las oportunidades de los ciudadanos: nada menos y nada mรกs. Sorpresa: Rorty no estรก tan lejos de un Fukuyama rectamente entendido, ya que ambos creen que la democracia liberal es la mejor forma de organizaciรณn polรญtica concebible si de lo que se trata es de gobernar sociedades complejas respetando la libertad de sus miembros para vivir vidas logradas. ยกFin de la historia! Y si una porciรณn significativa de ciudadanos retiran su apoyo a la democracia liberal, ya sea en nombre de un anhelo metafรญsico o como respuesta a una provisiรณn de bienestar que consideran insuficiente, poco se puede hacer. Quizรก solo el fracaso de la alternativa โa la manera del Brexitโ pueda convencerlos de su error.
La potencialidad polรญtica de las artes narrativas
Ademรกs de adherirnos a su visiรณn liberal-pluralista de la democracia y de la sociedad, una razรณn adicional para convertir a Rorty en figura tutelar de este blog reside en su atenciรณn a la potencialidad polรญtica de las artes narrativas. Estas son en sรญ mismas una fuente de placer, conocimiento y experiencia: no hace falta que libros, pelรญculas, poemas o cuadros tengan una funciรณn adicional que vaya mรกs allรก de la expresiรณn artรญstica. Para Rorty, sin embargo, la tienen. A su juicio, la narraciรณn es tan importante o mรกs que la persuasiรณn a la hora de ponernos en contacto con otros โvocabularios finalesโ y educarnos en la compasiรณn por los demรกs. Quiere asรญ decirse que โlas novelas son un medio mรกs seguro que la teorรญa para manifestar la relatividad y contingencia de las figuras de autoridadโ y ponernos en contacto con โel sufrimiento de las vรญctimasโ. Si Rorty tiene en gran estima al artista, se debe a que es โel รบnico que siempre se da cuenta de todoโ. No le vale cualquiera: habla de Nabokov y Proust, maestros de la penetraciรณn psicolรณgica y el detalle cotidiano.
Convencido de que la solidaridad que permite el progreso social no se descubre a travรฉs de la reflexiรณn, sino que se crea mediante el aumento de nuestra sensibilidad al dolor ajeno, Rorty otorga a la teorรญa una capacidad de influencia menor que a la novela, el cine o el reportaje. Tal vez sea el caso: Lynn Hunt ha defendido que la novela del XVIII fue decisiva para dar impulso a la nociรณn pionera de los derechos humanos y la publicaciรณn de Archipiรฉlago Gulag logrรณ que al fin se aceptase fuera de la URSS la verdad sobre la URSS. Ni que decir tiene que hay incontables narraciones que trabajan contra la democracia liberal y los derechos de sus ciudadanos; hay que suponer que Rorty confรญa en la mayor potencia a largo plazo de los relatos liberales. Pero habiendo fallecido justo antes de que empezara a generalizarse el uso del smartphone, cabe preguntarse quรฉ habrรญa dicho sobre unas redes sociales donde es frecuente la creaciรณn interesada de emergencias morales a partir de narraciones sesgadas que explotan la emocionalidad del pรบblico sin atender a razones. Quizรก valorase la facilidad con que las redes nos permiten acceder a los โvocabularios finalesโ del prรณjimo, aunque esa apertura epistรฉmica no parece haber multiplicado el nรบmero de los ironistas: como si la mayor cercanรญa entre individuos hubiera de intensificar forzosamente la animosidad entre ellos.
Curb your enthusiasm
ยฟY no podrรญa ser que el estado actual de las democracias liberales no prive de razรณn a Rorty, sino todo lo contrario? ยฟAcaso no necesitamos un mayor nรบmero de ironistas, entendiendo por tales a los ciudadanos que de manera responsable toman distancia respecto de sus creencias y renuncian a concebir la democracia como el instrumento para imponรฉrselas a otros? ยฟNo es hora de que los zelotes renuncien a convertir sus necesidades metafรญsicas en principios organizadores del poder pรบblico? ยฟCuรกndo nos percataremos de que la imperfecta democracia no tiene como objetivo la realizaciรณn de una justicia intachable? ยฟNo es hora de evitar la hipermoralizaciรณn de la vida privada y de rebajar nuestras expectativas acerca de lo que puede conseguirse a travรฉs de la acciรณn polรญtica? ยฟNo deberรญamos ser mรกs prudentes cuando defendemos con celo ideas que consideramos innegociables, vista la frecuencia con que en el curso de nuestra propia vida pasamos a ver las cosas de una manera distinta? ยฟY no es verdad que las narraciones tienen mรกs fuerza que las teorรญas a la hora de conformar nuestra visiรณn del mundo, lo que exige que les prestemos mayor atenciรณn?
En cualquier caso, el propio Rorty era el primero en recomendar humildad al filรณsofo, pues no creรญa que pudiera jugar un papel demasiado relevante en el drama social a la vista de sus limitadas capacidades. Y, desde luego, el filรณsofo no ha de ser tomado por un salvador de almas:
Podemos ofrecer algรบn consejo acerca de lo que sucede cuando se combinan o separan ciertas ideas, sobre la base de nuestro conocimiento de experimentos pasados. [โฆ] Pero no somos las personas a las que acudir si quieres que te digan que las cosas que amas estรกn en el centro de la estructura del universo o que tu sentido de la responsabilidad moral es “racional y objetivo” y no “solo” el resultado de cรณmo fuiste educado.
Se deduce de ahรญ que el filรณsofo โcomo el teรณrico socialโ tiene que ser el primer ironista, evitando cuidadosamente la tentaciรณn del absoluto y defendiendo aquella forma de organizaciรณn social que permita el ejercicio de la libertad del individuo en un marco pluralista donde la acciรณn del poder pรบblico se encuentra limitada por las leyes. Es difรญcil no estar de acuerdo. Y aunque estar a la altura resulta mรกs complicado, aquรญ vamos a intentarlo.
Puedes leer todos los artรญculos de Casa Rorty aquรญ.
(Mรกlaga, 1974) es catedrรกtico de ciencia polรญtica en la Universidad de Mรกlaga. Su libro mรกs reciente es 'Ficciรณn fatal. Ensayo sobre Vรฉrtigo' (Taurus, 2024).