España, aprobado alto en democracia (pero cuidado con la corrupción y la justicia)

España obtiene un 5,7 sobre 10 en el XI Informe sobre la Democracia en España de la Fundación Alternativas; nos codeamos con los mejores pero aún hay mucho margen de mejora.
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El estado democrático en España no es ideal, pero tampoco un auténtico desastre. La nota media: un 5,7. Algo más que el aprobado raspado, un suficiente alto y llegando casi al Bien. Un funcionamiento correcto que, sin embargo, también deja entrever algunos problemas. Estamos en el grupo de la élite. Nos codeamos con los mejores –con países como Reino Unido y Alemania–, pero “aún hay mucho margen de mejora”. En el índice internacional de Freedom House, España está en el puesto 94 de 100, como Reino Unido y Alemania. Por encima están Noruega, Finlandia y Suecia con 100 puntos. 

Así se desprende del XI Informe sobre la Democracia en España elaborado por la Fundación Alternativas a partir de cuestionarios a diferentes expertos de los ámbitos del derecho, las ciencias sociales y el periodismo. Alude al año 2017, por lo que no ha podido entrar la reciente moción de censura y cambio de gobierno, pero sí numerosos casos de corrupción –el juicio por la trama Gürtel–, el procés catalán y el funcionamiento interno de los partidos –como, por ejemplo, Vistalegre II, de Podemos–, lo que ha determinado en buena parte esta nota y también las fallas que se han constatado.

“Estamos en la dirección de remontada”, comenta Alberto Penadés, profesor de la Universidad de Salamanca y unos de los coordinadores del informe. De hecho, peores notas hubo en 2013, 2014 y 2015, donde apenas se llegó al 5, pero también se queda lejos de los años de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, donde la nota media se instaló en el 6,5. Las peores puntuaciones se las lleva la corrupción política y la percepción de los medios de comunicación, que no consigue el aprobado. También obtienen mala nota cuando se pregunta por el acceso igual a la justicia y la convivencia entre territorios. Por el contrario, el sistema de elecciones libres, los derechos civiles y la libertad de las minorías consiguen un notable.

Baja actividad legislativa

El informe tiene varios capítulos que van desde la organización interna de los partidos, el parlamentarismo, los problemas territoriales, la corrupción y la justicia al posicionamiento de los jóvenes con respecto a las opciones electorales.

En relación al funcionamiento de las dos cámaras, Marian Ahumada, profesora de Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Madrid y también coordinadora de este trabajo, señala que “los procedimientos de la democracia han funcionado absolutamente bien”. Pero también hay algunos peros.

Para comenzar, en el informe se critica que el gobierno de Mariano Rajoy hiciera un uso oportunista de herramientas con el fin de dificultar la actividad legislativa. Por ejemplo, el veto presupuestario, lo que llevó a una parálisis en esta materia. 2017 fue así un año con una producción legislativa baja y las cámaras quedaron como un elemento de control y rendición de cuentas, pero sin que pudiera hacerse mucho más. En algunos medios lo llamaron la inanidad. Esa fama que se ganó a pulso Rajoy de no hacer absolutamente nada casi nunca e impedir, además, que se hiciera.  “Eso abre el interrogante de si está bien adaptado el congreso para la función legislativa”, afirma Ahumada. Como ratifica el informe, en los entornos multipartidistas del centro de Europa lo habitual es que los parlamentos tengan más atribuciones para poder influir de manera efectiva en la legislación. Suelen estar más dotados y con comisiones más especializadas para conseguir influir más y mejor en cómo se gobierna.

El lastre de la corrupción y una justicia “politizada”

Gürtel, Púnica, Noos, Palma-Arena, ERES… La bolsa de la corrupción rebosa y eso se refleja en el hartazgo de los ciudadanos. “La percepción es que hay un problema altísimo de corrupción”, sostiene Ahumada, quien, sin embargo, también insiste en que “no es que haya un problema sistémico de corrupción, pero sí focos que normalmente proceden de la financiación irregular de los partidos, la contratación pública y las licencias que se dan”.

De ahí que el informe ponga el acento en el problema de la financiación ilegal de partidos políticos y las deficiencias del actual sistema de control para resolverlo y atajarlo. “Han pasado ya treinta años desde la ley de financiación de partidos, ¿por qué sigue habiendo problemas? Porque no ha venido acompañada de un sistema eficaz de control de las líneas de financiación. Una de las razones es que el Tribunal de Cuentas siempre llega tarde”, analiza Ahumada.

Estos casos de corrupción quedan ligados a la percepción sobre la justicia. “Aquí lo que observamos es que los ciudadanos tienen la sensación de que está politizada, pero es por los casos llamativos de nombramientos en los que intervienen los partidos”, insiste esta profesora de Derecho Constitucional que ratifica que “tenemos una justicia de muy buena calidad”.

Jóvenes: la política es cool

Los jóvenes han vuelto a tener interés por la política, como se observa desde hace algunos años. Y, además, su percepción de la democracia no es tan mala como pudiera parecer. “Hay una insatisfacción con cierto funcionamiento de la democracia, pero no con la democracia”, sostiene Ahumada. No obstante sí se acentúa la distancia generacional con respecto a la decepción y aceptación de la democracia. Como en otras variantes, un fenómeno, el de la distancia entre mayores y jóvenes, que no es solo exclusivo de España.

Así, según sostiene la socióloga Belén Barreiro, directora de la empresa MyWord, dedicada a la investigación social y de mercado, en los más jóvenes –una franja entre los 18 y los 35 años– hay un mayor acercamiento hacia los nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos, “por lo que se ha establecido un doble sistema de partidos” y hay dos que canalizan las expectativas de los más mayores y otros dos de los más jóvenes. A la vez cada vez más se observa la negación al padre y no tanto posicionarse en la izquierda o en la derecha. De esta manera, como afirma Barreiro, “los jóvenes tienen menos idealizado el sistema autonómico y apuestan por uno más descentralizado. También están más a favor del referéndum en Cataluña”.

Pese a que no ha entrado en el informe de la Fundación Alternativas, la socióloga vaticina algunos cambios a raíz de la moción de censura ganada por el PSOE. “Estamos comprobando que en la valoración del presidente ya no hay tanta diferencia entre jóvenes y mayores”, mantiene, lo que muestra que hay un cierto acercamiento de la juventud hacia la figura de Pedro Sánchez. También hay modificaciones en el Partido Popular, que acaba de iniciar su carrera hacia el Congreso extraordinario para elegir presidente. “Mientras que los más mayores apoyaban más a Feijóo, los jóvenes prefieren a Soraya”, indica. “Y habrá que ver qué ocurre porque puede suceder que el reparto entre los partidos deje de ser tan generacional y vuelva al de tipo ideológico”, culmina.

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es periodista freelance en El País, El Confidencial y Jotdown.


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