El 28 de marzo de 1977, México y España establecieron de nuevo sus relaciones diplomáticas tras los años de la dictadura. 40 años después, la Embajada de México en España, junto con el Instituto de México, conmemora la relación entre los dos países con varios actos.
México había defendido la República española frente al golpe franquista. La relación de los dos países estaba marcada por un mito común: el México posterior a la revolución y la república en una España históricamente monárquica. México no solo defendió a España en la Sociedad de Naciones, sino que acogió a refugiados de ambos bandos durante la Guerra Civil. Los más célebres son los 456 niños de Morelia, que llegaron en 1937 a la ciudad del Estado de Michoacán. También México, tras la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, aceptó alojar al gobierno republicano en el exilio. Se negaba a reconocer la legitimidad del régimen franquista, una postura que mantuvo hasta la vuelta de la democracia a España.
En Los diplomáticos mexicanos y la Segunda República Española (1931-1936), publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) con motivo de los 40 años de relaciones entre México y la España del 78, varios autores construyen una historia coral de la relación diplomática pero también afectiva entre los dos países en uno de los momentos más duros de la historia de España. “Eran hombres de su tiempo, y a la altura de su tiempo”, sostiene José Carreño Carlón, director del FCE, en la presentación del libro, en el Instituto de México en España. “Tenían una gran creatividad jurídica y política.” México defendía una postura neutral en la arena internacional, no intervencionista. Era la Doctrina Carranza, creada en 1918, “que defendía la igualdad jurídica entre los Estados, algo revolucionario para la época”, explica Roberta Lajous Vargas, embajadora de México en España. El golpe franquista en 1936 provocó una denuncia clara de México, que denunció al bando nacional en Ginebra, ante la Sociedad de Naciones.
La relación entre México y España que narra Los diplomáticos mexicanos y la Segunda República Española no se reduce a la colaboración estrictamente diplomática, sino que prioriza el lado humano. En 1940, poco después de la invasión alemana de Francia y la llegada de refugiados españoles, el presidente Lázaro Cárdenas escribió al embajador de México en Francia, Luis I. Rodríguez:
Con carácter urgente manifieste usted gobierno francés que México está dispuesto a recoger a todos los refugiados españoles de ambos sexos residentes en Francia […] Si el gobierno francés acepta en principio nuestra idea, expresará usted que desde el momento de su aceptación, todos los refugiados españoels quedarán bajo la protección del pabellón mexicano.
Entre esos refugiados estaba el expresidente de la República, Manuel Azaña, gravemente enfermo. Luis I. Rodríguez escribe tras visitarlo en Montauban, al suroeste de Francia:
Al verlo sentí una terrible impresión. Parecía una sombra. Sus carnes se habían consumido hasta lo increíble, tenía la palidez del cadáver y sus ojos profundamente hundidos acusaban la huella del dolor y el martirio. Sin cuidar fórmulas inútiles nos abrazamos como viejos amigos […] Nos miramos largamente sin que ninguno se atreviera a quebrantar el silencio. Solo llorando pudimos haber comentado el infortunio que reinaba en todas partes.
Se cumplen 40 años de las relaciones diplomáticas entre México y la España democrática, pero la fraternidad viene de mucho antes.