Foto: Facebook / Diana L. Fernández

La marcha es el blanco

De cara al 15N, los cubanos se organizaron para manifestarse contra un gobierno que tuvo que movilizarse para impedirlo: nunca se le había visto tan en jaque.
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Es 15 de noviembre y un cubano identificado en Facebook como José Luis Aranda publica el siguiente mensaje para quienes le siguen: “Soy rockero, todos mis pulovitos son negros, pero hoy 15N tengo que hacer una excepción”. Luego se le ve en una foto vestido de blanco.

Es 15 de noviembre y el señor Rusbel Joaquín Machado se ha preparado como para una misa dominical. Ha anunciado que saldrá de su parroquia, con camisa y pantalón blancos, y una flor también blanca en la mano, a caminar por las principales arterias de Guanabacoa.

Es 15 de noviembre y una abuela de 75 años le envía al nieto en Nueva York una foto desde su municipio en Matanzas. Ha amanecido con las viejas ropas blancas que sus manos han lavado ya tantas veces, y el nieto dice algo como esto: “Nunca es tarde para vestirse de ciudadano”.

Es 15 de noviembre y varios sacerdotes y monjas de Bejucal, todos de blanco, han salido en un pequeño grupo a la calle. Algunas familias en la isla han colgado sábanas blancas en balcones o patios traseros. En más de 116 ciudades de 36 países los exiliados nos hemos vestido de blanco y parado frente a nuestras respectivas sedes diplomáticas o plazas.

Hemos obedecido a la convocatoria que hizo hace varias semanas el grupo de Facebook Archipiélago, que consistía en realizar una marcha pacífica para que todos, de blanco, saliéramos a reclamar el cese de la violencia, la liberación de los más de 600 presos políticos y los derechos y libertades de los ciudadanos cubanos.

La marcha de este 15 de noviembre fue la alternativa a las protestas del 11 de julio que la sociedad civil cubana le propuso al régimen. Le ofreció la posibilidad de dialogar y este no quiso sentarse a la mesa. Si el 11J fue espontáneo, el 15N se organizó. Si el 11J no pidió permiso para estallar, los gestores del 15N solicitaron autorizaciones, presentaron cartas ante el gobierno de La Habana y los de varias provincias del país. Si el 11J no tuvo chance de ser negado, el 15N fue descartado desde sus inicios por las autoridades. Si el 11J no tuvo rostro, el 15N tiene, entre otros, el del joven dramaturgo Yunior García Aguilera. Si los del 11J no estuvieron avisados de la represión policial que les deparaba, los del 15N fueron alertados y advertidos de ello.

Alguien escribió hace poco que la resistencia en Cuba es una hidra, a la que le aparecen nuevas cabezas por cada una que le cortan. No he encontrado una imagen mejor para entender lo que está sucediendo hoy en el país.

Entre otras cosas, el 15N demuestra que el gobierno no está dispuesto a ceder ante lo que piden los ciudadanos. No está dispuesto a conceder un derecho legítimo como la marcha. No tolerará un 11J, y tampoco tolerará un 15N. A un estallido como el del 11J el gobierno va a reaccionar con violencia, y a un 15N también. No hay opción ni margen para un entendimiento entre el gobierno y los que piden libertades. Así lo ha demostrado con negativas, mítines de repudio, detenciones, citaciones a la policía, interrogatorios, amenazas, arrestos domiciliarios.

El llamado decía que a las 3 de la tarde los cubanos que así lo sintieran se reunieran en plazas y parques públicos de todo el país, vestidos de blanco y con flores, y se recalcó que fuera de manera pacífica y que no se respondiera, dado el caso, a la violencia con la violencia. Una vez en esos lugares, el objetivo era debatir la Cuba futura que queremos.

Casi todos los cubanos sabíamos de antemano que probablemente esto no iba suceder. Conocemos de cerca quiénes nos gobiernan. Se han registrado fotos de la calle Prado completamente militarizada. Se han reportado actos patrióticos en los barrios del país donde han utilizado a los niños en edad escolar para declamar consignas y entonar el himno. Se ha denunciado la detención de la Dama de Blanco Yolanda Santana Ayala y la de otros 100 activistas. Se ha conocido del arresto de la curadora de arte Carolina Barrero cuando salió a marchar. Se pudo ver el video de la detención de dos personas cuando pedían libertad en el parque El Quijote de La Habana. Hasta ahora no se sabe de Yunior García Aguilera, a quienes dejaron completamente incomunicado cuando expuso su voluntad de salir a marchar en solitario un día antes.

La libertad es contagiosa. Los rostros del 15N no son todos los rostros del 11J. Y los rostros del 11J no fueron solo los mismos del 27N, aquella concentración de artistas, activistas y parte de la sociedad civil que fue a reclamar derechos ante el ministerio de Cultura. Y los del 27N no son todos los del Movimiento San Isidro, ese grupo que tanta batalla le ha dado al régimen en los últimos tiempos. Alguien escribió hace poco que la resistencia en Cuba es una hidra, a la que le aparecen nuevas cabezas por cada una que le cortan. No he encontrado una imagen mejor para entender lo que está sucediendo hoy en el país, y que parece no tener vuelta atrás.

Este 15 de noviembre y sus días previos, el gobierno tuvo que movilizarse y desplegar una serie de recursos y de fuerza para impedir que se marchara en la Isla. Nunca lo vimos tan en jaque y nunca antes los cubanos se habían organizado a nivel de país, nunca tuvieron una fecha, una hora y un lugar para reunirse.

¿Quién le dice al señor que se vistió como para una misa dominical que no hubo marcha? ¿Quién les dice a los detenidos por vestirse de blanco que no marcharon? ¿Quién le dice a los que no salieron porque tenían miedo pero que se vistieron de blanco en sus casas y se tomaron una foto que no asistieron a tal acto? Es la marcha que sucedió no sucediendo.

Los cubanos han marchado en muchas ocasiones. En las Tribunas Abiertas, en la Plaza de la Revolución. Asistieron enormidad de veces a escuchar a Fidel Castro los primeros de mayo. Los cubanos han marchado para el régimen, pero nunca han marchado en su contra y eso es lo que estamos aprendiendo. Es una marcha en retroceso, en sentido contrario. Estamos ensayando cómo es que nos organizamos, cómo es que nos unimos, los de adentro, los de afuera, o sea, cómo es que marchamos. Por eso la marcha deja de dignificar marchar en sí, para convertirse en cualquier acto que nos haga un poco más libres.

En mi memoria, la imagen perfecta de la marcha de este 15 de noviembre es la de una señora mayor, sentada en el portal de su casa, con una bandera y varios carteles. En uno de esos carteles se lee: “No más mentira, violencia, represión”. La mujer permanece ecuánime, en el tiempo aplastante de su municipio. Detrás, el cielo de Cuba. La señora está sola, ¿quién dice que no está acompañada? La señora está en silencio, ¿quién dice que no está gritando? La señora está sentada, ¿quién dice que no está asistiendo a una marcha?

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