Hablando de mi generaciĆ³n

Los acontecimientos que ocurren en lo que se llama "edad impresionable" (la adolescencia y la primera juventud) nos marcan polĆ­ticamente para siempre.
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El expolĆ­tico laborista Lord Blunkett comentĆ³ algo interesante en el programa Friday Today (a partir de 02:18) de la BBC:

Nadie menor de 50 recordarĆ” los primeros aƱos de la dĆ©cada de los ochenta. El problema para el grupo que piensa que serĆ­a posible crear un nuevo partido [de centro] es que han olvidado o no saben lo que le ocurriĆ³ al SDP [que fragmentĆ³ la oposiciĆ³n y dio a los tories una enorme mayorĆ­a].

A lo que se refiere aquĆ­ es que nuestras creencias no estĆ”n moldeadas solo por hechos sino por los recuerdos de nuestros aƱos de formaciĆ³n. Si estabas polĆ­ticamente concienciado en tu adolescencia y a los veinte, tendrĆ”s recuerdos vĆ­vidos de cĆ³mo el SDP realmente debilitĆ³ a los Laboristas, y cĆ³mo las esperanzas tempranas del partido se frustraron. A los que tenemos mĆ”s o menos cincuenta aƱos, estos recuerdos nos crean un prejuicio hacia los nuevos partidos de centro ā€“una visiĆ³n quizĆ” no compartida por quienes son mĆ”s jĆ³venes que nosotros.

Esto me recuerda dos estudios de Ulrike Malmendier y Stefan Nagel (pdf), y de Henrik Cronqvist y demĆ”s. Demuestran que la gente que viviĆ³ sus aƱos formativos en recesiones tiene menos acciones, pero mĆ”s acciones de valor [acciones rentables de empresas consolidadas], incluso aƱos despuĆ©s que la gente moldeada por tiempos econĆ³micos buenos. Lord Blunkett estĆ” diciendo que esta idea se extiende a las actitudes polĆ­ticas. Y sospecho que tiene razĆ³n. AquĆ­ hay otros ejemplos.

JĆ³venes activistas como Ash Sarke y Aaron Bastani se enorgullecen de ser comunistas. La gente de mi generaciĆ³n con opiniones similares, sin embargo, habrĆ­a evitado esa palabra porque para nosotros estĆ” manchada y se asocia con el estalinismo. Aquellos que se formaron despuĆ©s del colapso del comunismo no tienen, en cambio, esas inhibiciones.

Los jĆ³venes de veinte aƱos han pasado sus aƱos formativos viviendo con la crisis financiera y su resaca. Es por lo tanto mĆ”s probable que sean mĆ”s escĆ©pticos con el capitalismo que quienes tienen treinta o cuarenta aƱos, cuyos aƱos formativos transcurrieron en una etapa de crecimiento estable. Por lo tanto, no deberĆ­a sorprendernos que sean desproporcionadamente mĆ”s favorables a Corbyn, y que quienes fuimos formados por la recesiĆ³n de principios de los ochenta tengamos simpatĆ­a por ellos.

Los que recordamos las huelgas de los setenta y ochenta sabemos que la lucha de clases importa. Para los que son ligeramente mĆ”s jĆ³venes que nosotros, sin embargo, la clase es menos importante, aunque la gente todavĆ­a mĆ”s joven estĆ” aprendiendo ahora su importancia.

A quienes sus aƱos formativos incluyen 2003, la guerra de Iraq les causĆ³ una gran impresiĆ³n; son estos, creo, los mĆ”s hostiles hacia Blair. Para el resto de nosotros, la guerra solo fue otro error de policy.

Mis ideas estaban desproporcionadamente moldeadas por la inflaciĆ³n y el desempleo masivo de los setenta y ochenta. Esto me enseĆ±Ć³ que la economĆ­a importa; no es solo una manera de que los matemĆ”ticos de segunda se engaƱen a sĆ­ mismos y piensen que son inteligentes. La gente que disfrutĆ³ de una estabilidad econĆ³mica en sus aƱos formativos, sin embargo, quizĆ” piensa que la economĆ­a es menos importante.

La psicologĆ­a que hay detrĆ”s de esto es sencilla. Existe una cosa llamada edad impresionable, que en este contexto es la adolescencia y los veinte. Yo, por ejemplo, tengo recuerdos vĆ­vidos de casi todo lo que ocurriĆ³ entre 1976 y 1989, pero todo lo que pasĆ³ antes solo lo he leĆ­do o he oĆ­do hablar de ello, y todo lo que pasĆ³ despuĆ©s lo veo un poco borroso, como algo de poca importancia.

Hume tenĆ­a mĆ”s o menos razĆ³n. Tenemos impresiones, cosas que entran en nuestra mente con ā€œla mayor de las fuerzas y violenciaā€, e ideas, que son ā€œimĆ”genes difuminadasā€. Nuestras experiencias en los aƱos formativos son impresiones; lo demĆ”s son ideas. Esto, intuyo, estĆ” detrĆ”s de al menos algunas divisiones generacionales en la polĆ­tica. Y los mĆ”s partidistas no son suficientemente conscientes de ello.

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Chris Dillow es economista y escribe en el blog Stumbling and Mumbling (http://stumblingandmumbling.typepad.com).


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