La historia de los movimientos de cambio social en el รบltimo siglo sin duda ha estado relacionada con la izquierda, si por tal entendemos el significado clรกsico moderno de transformaciรณn de la sociedad. Por supuesto se trata de una historia difรญcil, sobre todo en el caso de los movimientos LGBT (LGBTTTIQ dirรญan los mรกs exigentes). Si bien la socialdemocracia, los demรณcratas liberales y el anarquismo fueron mรกs abiertos en el siglo XX respecto a las conductas sexuales no convencionales, los gobiernos comunistas de inspiraciรณn soviรฉtica y maoรญsta las persiguieron como tambiรฉn lo hicieron el fascismo y el nazismo. La homosexualidad, el lesbianismo y el transgenerismo en sus diversas variantes constituรญan signos equรญvocos de la decadencia de la sociedad burguesa y de los remanentes de la aristocracia. En definitiva, estas orientaciones sexuales e identidades de gรฉnero eran mรกs toleradas y visibles en contextos no proletarios y campesinos como eran los cรญrculos intelectuales y artรญsticos de la primera mitad del siglo XX. Dos buenos ejemplos los tenemos en la novela de Marcel Proust, Sodoma y Gomorra, perteneciente al ciclo En busca del tiempo perdido, y en la reciente pelรญcula Colette, biopic de la escritora francesa dirigida por Wash Westmoreland. Desde luego, en contra de los prejuicios de la dirigencia comunista en el siglo XX, han salido a la luz en las รบltimas dรฉcadas testimonios que muestran las realidades ocultas del mundo rural y de la poblaciรณn trabajadora, muy bien retratadas, por cierto, en el filme Elisa y Marcela, de Isabel Coixet.
Mi propia experiencia juvenil respecto al marxismo demuestra la dimensiรณn existencial de la pertenencia a la izquierda en su variante revolucionaria. Por fortuna la caรญda la URSS y del muro de Berlรญn me despertaron en plena juventud de una muy pasajera militancia. Ademรกs, no tenรญa los arrestos de santidad revolucionaria de una camarada lesbiana que decรญa que mi crรญtica a la polรญtica cubana de persecuciรณn de la poblaciรณn LGBT tenรญa un rasgo de narcisismo pequeรฑoburguรฉs. Pues de ser asรญ habrรญa que llamar pequeรฑoburguรฉs al escritor chileno Pedro Lemebel, quien se quejaba con justa razรณn de las humillaciones de las que fue objeto por parte de los comunistas. En realidad, la poblaciรณn LGBT ha tenido con las revoluciones izquierdistas una relaciรณn parecida a la de los protagonistas de la novela El beso de la mujer araรฑa, del argentino Manuel Puig. El guerrillero termina involucrando al personaje homosexual en una de sus aventuras y este sale perdiendo, como le ha ocurrido ya en este siglo a parte del movimiento LGBT venezolano que se cuadrรณ con el machista y homofรณbico comandante Chรกvez sin lograr derecho alguno. La poblaciรณn que decรญan defender estos movimientos venezolanos forma ahora parte de las tristes historias migratorias de Venezuela y padece por la falta de tratamiento para el VIH.
Mejor destino han tenido los movimientos LGBT en las democracias liberales al haber ganado terreno apuntando a la esencia misma de la tradiciรณn polรญtica liberal: los derechos humanos y la dignidad del individuo. En el caso de Europa occidental los partidos liberales y socialdemรณcratas han servido de vehรญculos para las demandas de estos movimientos. En algunos paรญses de Amรฉrica Latina los movimientos LGBT han convocado a las izquierdas moderadas, a los socialdemรณcratas y a los sectores liberales, los cuales han sido vehรญculos para las demandas del sector. Por esta vรญa se han logrado los acuerdos polรญticos y jurรญdicos necesarios respecto a temas tan polรฉmicos como el matrimonio, la adopciรณn y la identidad de gรฉnero. Las izquierdas revolucionarias no han sido favorables a estas causas, para muestra Nicaragua, Cuba y Venezuela. Tampoco otros liderazgos de izquierda asociados con el Foro de Sao Paulo, al estilo de Evo Morales y Rafael Correa. En el caso mexicano, el presidente Andrรฉs Manuel Lรณpez Obrador no manifiesta especial afinidad con las exigencias de los movimientos LGBT, aunque estos le prestaron su apoyo y, de hecho, todavรญa hay estados del paรญs donde el matrimonio igualitario no es legal.
El movimiento LGBT no debe dejarse absorber por partidos o propuestas acadรฉmicas que tienen reticencias respecto a la pluralidad polรญtica e ideolรณgica. Cuando veo en el seno de las universidades de diversos paรญses la radicalizaciรณn teรณrica antiliberal (Judith Butler, Slavoj ลฝiลพek, Walter Mignolo) me preocupa que se olvide el hecho absolutamente comprobable de que las democracias liberales han sido el รบnico rรฉgimen polรญtico favorable a nuestros derechos. Ademรกs, la poblaciรณn LGBT no responde en toda su variedad a las dinรกmicas polรญticas e ideolรณgicas de la izquierda revolucionaria, ni tampoco a los caminos propuestos desde la teorรญa queer o decolonial. De hecho, algunas reivindicaciones que han logrado respaldo firme dentro de la poblaciรณn LGBT son conservadoras desde la perspectiva de la teorรญa queer y demasiado audaces para la izquierda revolucionaria. Me refiero, por supuesto, al matrimonio y la adopciรณn, ademรกs de a la conquista de espacios de visibilidad pรบblica libres de violencia y discriminaciรณn.
Una vez que se han logrado tales demandas y espacios es preciso luchar por que se mantengan, pues el retroceso siempre es posible. En la medida en que se identifica a la poblaciรณn LGBT con una tendencia polรญtica, la posibilidad de sostener en el tiempo lo que se ha logrado disminuye. La confiscaciรณn del movimiento LGBT por la izquierda que impugna a la democracia liberal es un escollo para consolidar nuestras conquistas, sobre todo de cara al auge del nacionalismo de base religiosa en el mundo, que aprovecha el miedo y el rechazo que causan las sexualidades no convencionales para usarnos como espantajos y captar apoyo. Aunque el mantra de las izquierdas revolucionarias, postmodernas y decoloniales sea la aglutinaciรณn de movimientos sociales diversos (indรญgenas, mujeres, afrodescendientes, ecologistas) no es fรกcil que ciertas tradiciones culturales y religiosas sean abandonadas merced a una causa liberal como el control del propio cuerpo y deseos, asunto que dificulta las alianzas. Es preferible lograr consensos ideolรณgicos mucho mรกs amplios dentro de cada paรญs en aras de la continuidad en el tiempo y la preservaciรณn de conquistas que se pueden perder.
Escritora y profesora universitaria venezolana. Su รบltimo libro es Casa Ciudad (cuentos). Reside en la Ciudad de Mรฉxico.