Meterse en todo para someterlo y fundar una nueva era ha sido un fracaso multidimensional. Sería un error tratar de remediarlo de la misma manera. Algunos remedios tienen prioridad porque son de mayor efecto, o más urgentes que otros.
Seguridad. Recuperar el monopolio de la violencia legítima en todo el territorio nacional, por etapas. Las disputas entre narcos, más la pasividad, complicidad o ineficacia de las autoridades, han ido reduciendo el territorio bajo control federal. No hace falta volver a las negociaciones en lo oscurito para marcar límites a la delincuencia organizada. Basta con anunciar que (por unos años) las fuerzas armadas solo cuidarán los puntos críticos: cárceles, lugares de entrada y salida de carga internacional (armas, drogas), grandes ciudades y municipios más violentos. En el monte, no habrá quemas de plantíos de mariguana, coca o amapola, ni persecución de campesinos.
Demandar jurídicamente a los fabricantes de armas contrabandeadas a México obtuvo al menos el castigo de sus acciones en la bolsa. Para un castigo más directo, hay que escoger el arma cuyo mercado legal pese más que el ilegal, y suspender las compras del gobierno hasta que el fabricante coopere.
Impunidad. La impunidad generalizada es un incentivo para toda clase de abusos. Hay que atender, en primer lugar, aquellos donde se pueden obtener resultados visibles relativamente pronto. Destacan por su número y gravedad los feminicidios (donde, además, el autor es fácil de identificar) y los abusos judiciales (donde la impunidad se multiplica: no es solo la del juez, sino la de todos los delincuentes juzgados).
Salud. Hay que reconstruir el Seguro Popular, encargarle la vacunación y la distribución de medicamentos. Destrabar la distribución comercial. Destituir a los mandos de la Secretaría de Salud que han fracasado contra la pandemia.
Pobreza. La desnutrición de tercer grado es imperdonable, más aún porque eliminarla requiere poco dinero.
Los microcréditos han sido un éxito, pero no la eliminación de trámites. Los ordenamientos aplicables a las empresas deben hacer distingos por tamaño: máxima regulación para las de mil personas o más, mínima para las de diez o menos.
El reparto de dinero en efectivo debe ser universal, sin distingos ni censos de pobreza. Cada año se anunciará la cantidad que podrá cobrar todo ciudadano, presentando su credencial de elector en cualquier banco.
Corrupción. Empezar por los sobornos más visibles: los de tránsito. Usar el sistema de fotomultas para castigar a los mordelones. Crear un sistema para recibir fotos de mordelones en el acto.
Castigar a las autoridades carcelarias que montan o toleran call centers de extorsión telefónica desde las celdas. Y a las que toleran los abusos contra los reos y sus visitantes. Someter toda prisión a evaluaciones internacionales anuales.
Hacer públicos todos los pagos y transferencias federales de más de 100 millones de pesos (para empezar) en una plataforma digital con los datos de la póliza contable (y buscador tipo Google): Dependencia que paga, a quién, por qué concepto, con cargo a cuál partida, con autorización de quiénes, en qué cantidad y fecha.
Además, crear una Enciclopedia de la mordida en la web que reciba denuncias anónimas, las clasifique y las mapee por dependencia y localidad.
Elefantes decrépitos. Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad no son baluartes de la Patria que deban sobrevivir a cualquier costo. Tampoco deben ser sustituidos por elefantes extranjeros más eficientes. Son una acumulación política de operaciones separables.
Separar. Las grandes líneas eléctricas de alta tensión deben ser monopolio federal. La distribución eléctrica a las viviendas estará a cargo de cada municipio. La generación hidroeléctrica y geotérmica, a cargo de los estados correspondientes. El resto de la generación eléctrica, a cargo de múltiples empresas públicas y privadas, dando preferencia a las energías limpias.
De igual manera, separar las operaciones de Pémex.
Agua. México extrae de los acuíferos más agua de la que reciben. La Ciudad de México se hunde por eso, a costos crecientes. La solución de fondo (probada en Nueva York) es reforestar. Reciclar el agua usada. Usar menos agua. Captar lluvia. Prevenir las inundaciones.
Publicado en Reforma el 29/VIII/21.
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.