Lo verdaderamente trascendental del triunfo del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes estadounidense es que le pone fin a la abyecta subordinación del Congreso republicano al poder ejecutivo. Recuperada la separación de poderes consagrada en la Constitución estadounidense de 1787, retoma su papel de supervisor del gobierno federal para restaurar los controles y los equilibrios sobre los que debe sustentarse. Ahora debe impulsar las investigaciones de los distintos comités y transformarlas en proyectos de ley, incluyendo aquellas que sancionan los abusos y excesos del titular del poder ejecutivo.
Al mismo tiempo debe entender que su poder es limitado y abstenerse de proponer medidas controvertidas como el impeachment del presidente. Aunque es evidente que sobran motivos para tramitar su destitución, políticamente es inviable porque requiere de una súper mayoría de dos tercios del Congreso, algo imposible dado el control republicano del Senado.
De la nueva composición de la Cámara Baja celebro su diversidad porque refleja con mayor fidelidad la diversidad de género, origen étnico y fe religiosa que hoy define al país entero. Aunque reconozco que todavía queda mucho camino por andar. Y lo más destacable, sin duda, es el triunfo de las mujeres que en 2019 tendrán mayor representación que nunca en el Congreso con 127 mujeres (106 demócratas y 21 republicanas), es decir, el 23.7 % del total de 535 curules;. Una ganancia de 20 curules con relación al Congreso anterior en el que hubo 107 mujeres, (78 demócratas y 29 republicanas). Y si bien disminuyó el número de mujeres republicanas en la Cámara de Representantes de 23 a 13, de las 435 curules, 43 estarán ocupadas por minorías raciales o étnicas. Así pues, aún cuando el avance en términos de igualdad de género es innegable, las mujeres que representan un poco más del 50% de la población apenas constituyen una cuarta parte del Congreso.
La elección de 2018 también mostró evidencias de avances importantes en la integración de grupos minoritarios a los círculos de poder. Por primera vez en la historia del Congreso habrá dos mujeres musulmanes, 2 nativas americanas y dos Latinas texanas. La nueva camada demócrata en el Congreso tiene mayores índices de educación académica pero es también la que menos experiencia política tiene. Ideológicamente, gran número de ello(a)s se ha afiliado al llamado caucus progresista (CPC) –una organización dentro de la facción demócrata en el Congreso que lucha por promover causas y temas progresistas– que en el Congreso anterior constaba de 78 miembros ahora cuenta con 96.
Afortunadamente, por delante de esta nueva generación hay políticos experimentados como Nancy Pelosi, la nueva presidenta de la mayoría demócrata y quien a sus 78 años de edad será por segunda ocasión la mujer más poderosa de Estados Unidos.
Hay también congresistas de reconocida habilidad política como Elijah Cummings quien desde el Comité de reforma y supervisión del gobierno hará un riguroso escrutinio de los posibles conflictos de interés del presidente y los negocios de su familia.
Como presidente del Comité de Inteligencia, Adam Schiff podrá citar testigos y reclamar documentos para sus investigaciones sobre las finanzas de Trump, su campaña y su círculo íntimo de colaboradores. En el Comité de medios y arbitrios se aprestan ya a realizar una exhaustiva investigación de las declaraciones de impuestos de Trump.
Más allá de las investigaciones sobre los manejos turbios de Trump, es imperativo que el nuevo Congreso presente iniciativas de ley para proteger la salud y la seguridad social; para mejorar la educación de niños, jóvenes y adultos que requieren entrenamiento para los nuevos trabajos; que sirva con habilidad, respeto y humildad al pueblo estadounidense que los eligió
Escribe sobre temas políticos en varios periódicos en las Américas.