1. Cada generación de profesores será peor que la anterior. Se produce una degeneración de la especie por endogamia: el primer equipo viene de distintos lugares y es sin duda el mejor. A partir de ahí, el relevo vendrá siempre de individuos de la propia universidad, nunca de fuera, degradándose así la estirpe.
2. Diseñarás los planes de estudio para colocar a los profesores de la casa, nunca para enseñar lo que el alumno debe saber. Esto implicará seguramente dejar de impartir un conocimiento esencial para la disciplina o campo de conocimiento, pero el colocarse prima sobre la ciencia y, cuando los alumnos se den cuenta, será ya demasiado tarde.
3. Cada nuevo plan de estudios será peor que el anterior. Muy relacionado con el primer y segundo mandamiento: en cada iteración hay que dar trabajo a una generación peor que la anterior, de ahí que las materias sean un vivo reflejo de esa degradación por cooptación.
4. Invitarás a los innovadores y disruptores a dar charlas, pero nunca a que se incorporen a tu equipo. Siempre hay que rendir un homenaje retórico a la vanguardia del campo, que siempre vendrá de fuera, y no por casualidad. Si uno de los tuyos sale fuera y vuelve lleno de ideas, le darás una palmadita en la espalda lo suficientemente fuerte como para expulsarlo por la ventana.
5. Atribuirás todos los males a la falta de financiación, nunca a la utilización de los recursos ni al equipo humano que los administra. Reconocer que el fallo está en las personas y no en los recursos implicaría abordar el tema de la selección de personal, siempre tabú.
6. Disimularás la corrupción y la endogamia con la frialdad y aparente objetividad de los procesos administrativos. Si el candidato que respondía al cerradísimo perfil de la plaza se encontraba ya entre nosotros, será por pura casualidad.
7. Contribuirás a mantener el statu quo aunque seas consciente de su inoperancia e injusticia. Como la selección de personal está tan viciada, seguramente has llegado a donde estás porque has formado parte de la trama corrupta, así que tus incentivos para romper la baraja serán nulos.
8. Valorarás la forma sobre el fondo por encima de todas las cosas. La cantidad siempre será preferible a la calidad. Cuantas más páginas, mejor. Los argumentos de autoridad (‘es muy prestigioso’) tendrán prioridad sobre la sustancia y el contenido. La concisión obliga a prestar atención a lo que se dice, con el peligro de revelar la vacuidad de tus argumentos.
9. Crearás escuelas de súbditos, nunca de pensamiento. Tu objetivo es rodearte de estómagos agradecidos. No pelees nunca por enseñarles a volar y ser libres, asegúrate de que te deban la vida. Nunca caminarán sobre hombros de gigantes, sino detrás de ti, levantando tu capa y defendiéndote de cualquier amenaza. Más que verte como un mentor, deben verte como un padrino.
10. Priorizarás siempre la jerarquía sobre la aptitud. Si el conocimiento necesario para abordar un problema o la clave para desatascar una situación vienen del individuo situado más abajo en la escala de jerarquía, este será el último en dar su opinión. Su criterio pesará siempre menos que el de su inmediatamente superior. Aunque el individuo quiera advertir de buena fe que el criterio del de arriba conduce al desastre, le harás saber cuál es su posición en la escala y castigarás su atrevimiento.
Francisco Seoane Pérez es profesor de periodismo en la Universidad Carlos III.