#MeToo en la FIL: lo que hubo y lo que faltó

Durante la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara, un grupo de mujeres se dio cita para intercambiar puntos de vista contrastantes acerca del #MeToo.
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El movimiento #MeToo ha sido tema de conversación desde el 2017, cuando las actrices de Hollywood empezaron a decir “Yo también he sido acosada” y sus testimonios se hicieron virales. Aunque tiene un carácter global, el éxito o fracaso del movimiento varía en cada país. En el nuestro, su expresión más reciente fue la mesa de discusión, moderada por la periodista Sabina Berman, entre la diputada Martha Tagle, la socióloga inglesa Catherine Hakim, la actriz española Victoria Abril, la política Margarita Zavala y la periodista Lydia Cacho, durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

La mesa abrió con un resumen del #MeToo y cada invitada dio su balance al respecto. La diputada Martha Tagle recordó su inicio en México con la intervención en redes sociales de #MiPrimerAcoso, mientras que Hakim destacó su origen: fuera y dentro de México, el #MeToo fue un movimiento de base, la academia se quedó atrás. (Y es cierto, pues hace apenas quince días las estudiantes de El Colegio de México reiteraron su denuncia del acoso sexual que viven).

Sin embargo, Hakim, quien acuñó el término “capital erótico”, usado por Marta Lamas, dijo que “las mujeres tenemos gran poder, porque podemos capitalizar nuestro poder sexual” ante “los hombres [que] necesitan más sexo” que nosotras. “Eso es un mito”, desmintió enseguida la periodista Lydia Cacho, “estudios recientes demuestran que los hombres no necesitan más sexo que las mujeres”.

Pero la diferencia entre una posición y otra se mantuvo. Victoria Abril, conocida por ser una de las musas del cineasta Pedro Almodóvar, afirmó que en 45 años de carrera jamás la habían acosado y que nadie había abusado sexualmente de ella. “No todos los hombres son unos cerdos”, “Las feministas radicales suponen que el hombre, por tener pene, ya es culpable”, “Ahora se criminaliza la seducción”, dijo. “Un problema”, insistió, es que “[las feministas radicales] no distinguen entre violación y acoso, la zona gris compuesta de miradas, insultos, etcétera.”

A las posturas de Hakim y Abril, la diputada Martha Tagle respondió que es difícil hablar de una “zona gris” en México cuando se cuentan nueve feminicidios diarios y seiscientos mil delitos de abuso sexual. Pero Hakim declaró que el feminismo “es redundante en Europa” y que los hombres se dividen en “patriarcales y todos los demás”. Tagle reparó en que muchos hombres en realidad son “políticamente correctos” en público, pero en lo privado y en las urnas demuestran lo contrario. Cacho, de opinión similar a la de Tagle, dijo que la sexualidad no debería ser la moneda de cambio de nadie, alejándose con ello del polémico concepto de “capital erótico”. Margarita Zavala, por su parte, se mantenía al centro de las dos posturas.

El público, en su mayoría conformado por mujeres, aplaudía tanto a unas como a otras. Entre esos aplausos, Hakim dijo que el director Harvey Weinstein, que hoy enfrenta varias acusaciones de violencia sexual, en realidad “rogaba por tener sexo”. Las mujeres víctimas de Weinstein eran quienes en verdad tenían poder porque controlaban la decisión de tener (o no) sexo con él. “Ellas, como lo hicieron Angelina Jolie y muchas otras, tenían el poder de negarse.” Abril volvió a aliarse con Hakim, expresó su acuerdo y lanzó un exhorto: “Ya basta de hacernos las víctimas, tenemos la voluntad de decir que no y decir que sí”. Una persona del público exclamó que en las relaciones sexuales de Weinstein hubo consentimiento. Fue entonces cuando Margarita Zavala salió del centro y ante Hakim y Abril aclaró que “cuando la condición para que consigas un trabajo es sexo, no hay consentimiento. Desde el poder pusieron la condición. Nadie consiente el abuso a su cuerpo y a su dignidad”. El público respondió con aplausos y gritos a la aseveración de Zavala.

Pese a las diferencias de opinión (previstas por Sabina Berman, quien al organizar la mesa eligió a mujeres con perfiles y opiniones distintas), a los argumentos enfrentados y a la aparente distancia entre las feministas mexicanas y las europeas de este panel, se notó la ausencia de feministas menores de 35. Algo se habría ganado con una discusión que reuniera a diferentes generaciones. Pienso, por ejemplo, en el colectivo de escritoras jóvenes que con #RopaSucia expusieron en redes y medios de comunicación la discriminación de género en el medio cultural. (Habría sido provechoso escucharlas… en el marco de la fil). Además, faltó hablar de la importancia que tiene el rigor periodístico para contar las historias de acoso: el #MeToo no nació en el 2017 sino antes, cuando la activista Tarana Burke lo impulsó, y tomó vuelo gracias al periodismo de investigación que abordó los casos en Hollywood. Al respecto, la periodista Yuriria Ávila escribió para Letras Libres que “ni la inmediatez de las redes sociales y los medios de comunicación ni el deseo sincero de apoyar a quienes han sufrido acoso exime a los reporteros de buscar el mayor número de pruebas (fotografías, mensajes, correos, documentos). Solo cuando cumple con estos estándares el periodismo se convierte en un verdadero aliado de las víctimas de violencia sexual”. Quizás estas mesas de discusión deberían hacer algo más que mostrar la pluralidad de posturas entre mujeres y feministas; en específico, hablar de las condiciones que en México impiden que el #MeToo despegue como lo ha hecho en otros países.  

 

 

 

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es especialista en comunicación política. Ha trabajado en distintas campañas e instituciones públicas. aEs activista de la movilidad y feminista y actualmente es asesora de comunicación política de género.


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