Foto: Antonio Lainez, https://www.flickr.com/photos/toni_lainez/17942564420, CC BY-NC-SA 2.0

Niños de la calle

Desde hace años, varias iniciativas ofrecen casa, vestido, sustento, salud y educación a muchos de quienes viven en situación de calle. Pero hay maneras de ayudar a muchos más, al menos mientras sigan en la calle.
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Muchas personas valiosas han sido niños de la calle. La capacidad humana de superar la adversidad es sorprendente, y refuta a los pesimistas.

Los niños llegan a la calle de muchas maneras. Huyendo de familiares abusivos o que los echan de la casa o los ponen a mendigar o los venden a traficantes o los entregan a correccionales. O huyendo de reformatorios, orfanatorios, albergues. O por un deseo de libertad y aventura.

También llegan con toda la familia, dejada en la calle por un lanzamiento inquilinario, un terremoto, una guerra. O por el deseo de mejorar, emigrando.

El fenómeno es común en las grandes ciudades. Cuando Londres se volvió la más grande del mundo, por la Revolución Industrial, los homeless aparecieron en las calles y en la obra de Dickens.

En los Estados Unidos, la mayor parte de la población indigente está en Nueva York y Los Ángeles. Hay una National Coalition for the Homeless (nationalhomeless.org) y una National Alliance to End Homelessness (homelessness.org). Estiman que la población indigente rebasa el medio millón. Atribuyen esto, en primer lugar, a la escasez de vivienda barata. Para la ciudad de Nueva York estiman 57,000 homeless (en 19 millones de habitantes: 3,000 por millón), de los cuales 18,000 son niños (la tercera parte).

En la Ciudad de México, las autoridades censaron 6,754 indigentes (en 9 millones: 734 por millón), de los cuales al menos 4,000 duermen en la calle (Reforma, 15 de febrero 2021). Si los niños son la tercera parte, hay 2,250 niños indigentes, de los cuales unos 1,350 duermen en la calle.

Con estos números, es obvio que no hace falta mucho dinero para sacarlos de ahí.

En el extremo opuesto, hay criminales que los quieren ahí para que vendan droga. Y asesinos que desean limpiar las calles del mal aspecto de la indigencia.

Hay iniciativas más humanas. En los Estados Unidos, The Salvation Army (“Soup, soap, and salvation”) y Save the Children. En Italia, la Comunidad de San Egidio. En la India, las Misioneras de la Madre Teresa de Calcuta. Todos estos grupos ayudan en México y otras partes del mundo. En Francia, Emaús, fundada por el Abbé Pierre, también está en muchos países, pero no ha llegado a México.

Hay iniciativas mexicanas desde hace muchos años: La Gran Familia de Mamá Rosa (Verduzco) en Zamora, destruida por el gobierno federal con saña inexplicable. La Ciudad de los Niños del Padre Carlos (Álvarez) en Monterrey. El Hogar del Niño del padre Joaquín Antonio Peñalosa en San Luis Potosí. Los Hogares Providencia del Padre Chinchachoma (Alejandro García Durán de Lara) en la Ciudad de México.

Predomina el servicio completo para los niños: casa, vestido, sustento, salud y educación. Pero hay oportunidades de servicio parcial, que ayude a muchos más, al menos mientras sigan en la calle. Con la ventaja de que cuestan poco.

1. La más elemental: vacunarlos. Una brigada paramédica que recorra la ciudad, marque en un plano las calles donde están, vacune y, en caso necesario, dé primeros auxilios y llame a una ambulancia.

2. Si el indigente lo acepta, puede avisar a un albergue para que lo recojan. (Si lo recogen contra su voluntad, volverá a la calle).

3. Crear CALLETEL, un servicio telefónico de información para los interesados en ayudar, con datos sobre localización de indigentes y albergues, necesidades y conexión a LOCATEL, por si alguien los está buscando.

4. Dar a los indigentes que lo acepten identidad formal: una credencial con foto, nombre y también dirección: calle usual y número ficticio (000), colonia y zona postal. Mejor aún: credencial de elector, si ya tienen edad para votar.

5. Darles un botón de alarma inalámbrica (menos robable o vendible que un celular) enlazado a CALLETEL.

6. Baños públicos sobre ruedas con retretes, regaderas y ropa limpia.

7. Buscar barrenderos municipales que acepten ayudantes para barrer las calles, limpiar coladeras y preparar la recolección de basura.

8. Departamentos baratos en lotes baldíos de propiedad municipal. Según The Economist (21/XII/2019), un aumento de 10% en los costos de la vivienda aumenta 8% la indigencia.

9. En otros baldíos municipales, lejanos a las zonas pobladas, crear incentivos que los atraigan: comedores públicos con televisión, juegos, etcétera. Correr la voz.

 

Publicado en Reforma el 30/III/21.

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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