Desde 1790, los presidentes de Estados Unidos rinden al Congreso un informe del estado que guarda la Unión. El State of The Union Address es, desde entonces, el discurso político más importante del año. En él se plasman los logros, retos, planes y propuestas de cada mandatario. Y, algo muy importante: se establece la narrativa de la administración, es decir, cómo desea el presidente que se recuerde su gobierno. No solo es un discurso para el momento; es un discurso para la historia.
Este año, el presidente Barack Obama llegó a su séptimo discurso del Estado de la Unión arrastrando una tremenda derrota en las elecciones intermedias de 2014, con una oposición republicana desafiante por su amplio dominio del Congreso. Muchos pensaban que esto lo obligaría a limitarse a llamar a la cooperación en torno a una agenda modesta pero factible. Sin embargo, lo que vimos fue a un presidente muy echado para adelante, desplegando una retórica ágil y optimista. Un presidente dispuesto a gastar todo lo que le queda de capital político en una agenda progresista ambiciosa. Un Obama que no solo quiere ser recordado por haber sacado la economía estadounidense de una grave recesión, sino también por haber avanzado en propuestas a favor de la economía de los hogares de clase trabajadora.
Comparto con ustedes cuatro aspectos que me parecen dignos de destacar en este discurso:
1) El estilo retórico de Obama goza de cabal salud: Su mensaje tuvo muchas de las características de un buen discurso político. Construye los argumentos con un lenguaje cercano y accesible. Transmite emociones positivas de logro y esperanza. Utiliza historias de personas reales para generar empatía con su público objetivo. Hace un excelente uso retórico del contraste entre cómo estaba el país con un gobierno republicano en el 2000 y cómo está en 2015 con uno demócrata. Entiende que las cifras están al servicio del discurso y no al revés. Se da el lujo de responder a sus detractores con humor. Y logra en el cierre un estupendo llamado a la acción a partir del concepto de “una mejor política” al servicio de la gente.
2) Piketty debe estar feliz: Obama centró su discurso en una agenda a favor de la clase media, que ha visto caer consistentemente sus ingresos a pesar de la fuerte recuperación de la economía y del aumento en los niveles de empleo. Para ello, propuso medidas muy al estilo de lo que recomienda el economista de moda, Thomas Piketty: más impuestos a las ganancias en inversiones y a las herencias para romper con el ciclo de concentración excesiva de la riqueza. Aunque es poco probable que estas y otras propuestas señaladas en el discurso sean aprobadas, el debate será interesante.
3) Obama hizo de la necesidad una virtud: Ante un Congreso dominado por la derecha republicana, Obama se corre hacia la izquierda y para diferenciarse ante el electorado traza una línea ideológica muy clara: yo estoy del lado de las mayorías y tengo propuestas concretas para mejorar su nivel de vida. Si ustedes las bloquean,no será mi culpa. Algunos calificarán esto como una apuesta populista destinada al fracaso. Otros dirán que se trata del último intento de Obama de cerrar su mandato dando la batalla final a favor de los estadounidenses que más habían creído en él: las mujeres, las minorías étnicas, los estudiantes universitarios y la clase trabajadora. El hecho es que el discurso recuperó el tono retórico brillante de su campaña de 2008, cuando el “Yes, we can” movía a la esperanza. Si hubiera usado este tono discursivo antes de las elecciones, tal vez su suerte habría sido diferente.
4) Mis cinco momentos favoritos del discurso:
El primero, cuando dice con todas sus letras que es hora de que el Congreso apruebe una ley que garantice a las mujeres igual salario que a los hombres por el mismo trabajo. “¡Es 2015: ya es hora!” dijo Obama a representantes y senadores.
El segundo, cuando les dice a los legisladores que se oponen a aumentar el salario mínimo que si creen que se puede vivir con menos de 15 mil dólares al año, que lo intenten – a lo que los republicanos podrían contestar con un mexicanísimo “salario mínimo al Presidente, para que vea lo que se siente”.
El tercero, cuando menciona por primera vez en la historia de un State of The Union Address al colectivo de personas gay, lesbianas, bisexuales y transgénero, lo que seguro irritó enormemente a los republicanos de conservadurismo más rancio.
El cuarto y el mejor: cuando estaba diciendo que “ya no tiene más campañas por delante” para señalar que ya no tiene agenda personal. A esto, los republicanos aplaudieron sarcásticamente, como diciendo “Sí, qué bueno que ya te vas”. La respuesta de Obama –fuera de guión– fue rápida y directa: “Lo sé, porque yo gané ambas elecciones”.
Y el quinto, el cierre del discurso en el que llama a recuperar la dignidad de la política para ponerla al servicio del bien común con la anáfora: “A better politics”.
No hay duda: el “Narrador en Jefe” está de regreso.
Especialista en discurso político y manejo de crisis.