Preguntando Ayotzinapa / 1

Además de ser una escuela normal, Ayotzinapa es muesca de un complejo engranaje de intereses políticos en pugna, y reproduce sus conflictos.
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Según esta nota, el lío comenzó en noviembre de 2011 cuando los maestros de la normal de Ayotzinapa decidieron destituir al director Napoleón Anaya del Carmen para poner a su amigo Eugenio Hernández García.

(Napoleón Anaya es periodista y militante del Partido de los Trabajadores (PT). El señor Eugenio Hernández García —dijeron los estudiantes— “no cumple con el perfil académico por ser de profesión ingeniero agrónomo”).

Un señor Víctor Arcos Vélez, funcionario de la Secretaría de Educación de Guerrero (SEG) cesó de golpe a don Napoleón, quien entonces acusó a la SEG “de ser la responsable directa de las movilizaciones y actividades que realizan los estudiantes, por no arreglar por completo cada uno de los conflictos que se presentan”.

¿Por qué cesó el señor Arcos Vélez al director Napoleón? Misterio. Pero ahí se inicia el lío: los maestros pararon la escuela porque querían a don Napoleón y los alumnos querían a don Eugenio.

La discrepancia está lejos de tener un carácter pedagógico. Yo pensaba que los maestros y los alumnos de Ayotzinapa estaban muy unidos, en lo escolar y en el activismo político-social. Pero resulta que no es así, pues los maestros pertenecen al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y no, como se pensaría de una escuela con tal tradición combativa, en la oposición al SNTE, es decir en la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG).

Además de ser una escuela normal, Ayotzinapa es muesca de un complejo engranaje de intereses políticos en pugna, y reproduce sus conflictos, los que hay entre toda clase de instancias de poder político, regionales y estatales.

No se sabe si la salida de un director y la llegada de otro obedeció a razones pedagógicas o administrativas, o si más bien fue un avance de peón entre políticos del PRD, el PRI o Morena; el SNTE y la CNTE y la CETEG y la SEP; la SEG y la UAG; la PGR y el Poder Judicial estatal; o entre los muy abundantes frentes, uniones y asambleas sociopolíticas que llenarían dos renglones de rasposos acrónimos o, por si fuera poco, entre exgobernadores, revolucionarios alzados en armas y bandas armadas…

Por ejemplo, una nota señala en 2012 que Asamblea Popular de los Pueblos de Guerrero (APPG) —que sesiona en la Universidad Autónoma de Guerrero— acusó que los exgobernadores Zeferino Torreblanca y Rubén Figueroa Alcocer tenían “infiltrados” en Ayotzinapa.

En esta otra, un líder de esa APPG, Pablo Sandoval Cruz (que antes apoyaba a don Zeferino), sostiene que nada tenían que andar haciendo en Chilpancingo los normalistas el 12 de diciembre (cuando hubo tres muertos), y que todo fue por los “infiltrados” que lograron azuzar a los normalistas como parte de un plan del gobierno federal que tenía como objeto culpar al gobernador Ángel Aguirre.

A los normalistas les cayó muy mal lo que dijo el señor Sandoval Cruz y decidieron “romper relaciones” con la APPG que, a su vez, rompió con los normalistas. (Este mismo señor Pablo Sandoval Cruz dijo que había que refundar la normal no solo desde los puntos de vista “político y académico”, sino también ideológicos “para que se forme ahí verdaderamente a hijos de campesinos”. Para terminar, acusó a los mentores de ser “unos mediocres que solo les enseñan pornografía” a los estudiantes).

(La APPG no tiene página web. Un periódico dice que se fundó en 2006, que agrupa a 30 organizaciones sociales y gremiales, incluyendo a la CETEG, sindicatos universitarios, federaciones estudiantiles y frentes revolucionarios y populares).

Y entre todas esas querellas, manipulados por “infiltrados”, fue que los normalistas se fueron a Chilpancingo, hoy hace tres años, cerrar la Autopista del Sol…

(Continuará…)

 

 

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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