Requisitos:
Que dé emotivos y espontáneos discursos pero que no sea sensiblera
Que tenga varios años de probada experiencia política nacional e internacional, pero que no sea demasiado hormonal (menopáusica)
Que sea asertiva pero no mandona
Que tenga seguridad en sí misma pero que no sea vanidosa.
Que sea dinámica e independiente pero tierna y compasiva
Que sea combativa y agresiva pero no demasiado enérgica
Que sea persuasiva pero no demasiado insistente
Que defienda sus posiciones pero que no sea obstinada
Que tenga sentido del humor pero que no se autopromocione
Que sea dedicada pero no egoísta
Que sea desenvuelta pero no cínica
Que sea formal pero simpática
Que sea sociable pero modesta
Que sonría pero no demasiado
Que sea ambiciosa pero no egocéntrica
No existe esa presidenta ideal (así como tampoco existe el crítico irónicamente buscado hace cincuenta años por Gabriel Zaid en “País sumamente importante de ejemplar y brillante subdesarrollo con literatura en plena expansión al mercado internacional solicita crítico literario ideal”). Hillary Clinton es, en palabras de Jonathan Chait, “una política normal con carencias políticas normales” por la que sin duda vale la pena votar.
Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.