Hace diez aรฑos, Brasil atestiguรณ un momento crucial en su historia. Las masivas protestas de junio de 2013 fueron el punto de inflexiรณn de cambios polรญticos y sociales que persisten hasta hoy, aunque su interpretaciรณn sigue siendo motivo de controversia entre diferentes actores polรญticos.
En aquel entonces, las calles de Brasil se llenaron de manifestantes que protestaban principalmente contra el aumento del transporte pรบblico, pero tambiรฉn expresaban su descontento frente a otros problemas como la corrupciรณn, la falta de servicios pรบblicos adecuados y las millonarias inversiones para el Mundial de Fรบtbol de 2014 y los Juegos Olรญmpicos de 2016.
Las protestas se extendieron a todas las capitales y a cientos de ciudades, sacando a millones de personas a la calle.
Las protestas de junio de 2013 no estuvieron impulsadas por un sector polรญtico especรญfico, sino que reunieron a diversos grupos con diferentes ideologรญas. En las calles convergieron desde el Movimiento Passe-Livre (MPL), un grupo horizontal de activistas de ideologรญas muy diversas, que llevaba aรฑos organizando protestas contra la subida de las tarifas del transporte pรบblico en Sรฃo Paulo, hasta partidos de izquierda pequeรฑos como el Partido de la Causa Obrera (PCO), Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU) y Partido del Socialismo y Libertad (PSOL), ciudadanos sin simpatรญas polรญticas expresas y una variedad de diferentes fuerzas.
A medida que las protestas avanzaban, se sumaron nuevas demandas y actores. Ello generรณ un caldo polรญtico complejo. La incapacidad del MPL y de los partidos de izquierda para liderar el movimiento y presentar una alternativa clara permitiรณ que otros actores polรญticos capitalizaran el descontento generalizado.
Para la izquierda gobernante, representada por el Partido de los Trabajadores (PT), y grupos cercanos al partido, las protestas fueron el detonante del crecimiento de la ultraderecha, que hasta entonces no habรญa sido tan visible en las calles.
Junio de 2013 sirviรณ de inspiraciรณn a grupos de extrema derecha como Movimento Brasil Livre (MBL), fundado en 2014, y sin duda dio visibilidad a grupos como Vem Pra Rua, que dice luchar contra la corrupciรณn y apoyรณ con entusiasmo al expresidente Jair Bolsonaro.
Para algunos estudiosos, como Bruno Cava Rodrigues, Alexandre Mendes, Clarissa Naback o Pablo Ortellado, sin embargo, el propio PT, que estaba en el poder en ese momento, abriรณ las puertas a la ultraderecha al optar por una represiรณn violenta en lugar de abordar las demandas legรญtimas de los manifestantes.
En lugar de dialogar con los manifestantes, el gobierno optรณ por una postura defensiva, alimentando el miedo y el pรกnico dentro de su propia militancia. Esto llevรณ a una polarizaciรณn extrema y a la aparente radicalizaciรณn de la derecha, que se presentรณ como una alternativa apolรญtica frente a un PT que no sabรญa cรณmo conectar con la masa de manifestantes.
La disputa por el poder entre diferentes actores polรญticos, especialmente dentro de la izquierda, llevรณ al proceso de cooptaciรณn y creaciรณn de narrativas revisionistas. Algunos movimientos de izquierda que participaron en las protestas posteriormente se acercaron al PT, en lugar de mantener su independencia, lo que contribuyรณ a fortalecer la posiciรณn hegemรณnica del partido y debilitar la diversidad de voces en el campo progresista. Esto dejรณ un espacio vacรญo que la ultraderecha ocupรณ con su discurso populista y nacionalista.
A diez aรฑos de distancia, Brasil debe reflexionar sobre las manifestaciones de junio de 2013. Estas fueron una expresiรณn legรญtima del descontento de la poblaciรณn brasileรฑa, y comprender plenamente su significado y las consecuencias polรญticas y sociales es fundamental para el futuro del paรญs.
Una de las principales consecuencias de las protestas fue el despertar de una generaciรณn mรกs joven que se volviรณ activa en la polรญtica y en la defensa de sus derechos. Los jรณvenes se convirtieron en actores clave en el escenario polรญtico y han seguido participando activamente en diferentes movimientos y causas sociales.
Ademรกs, las demandas planteadas durante las manifestaciones, como la lucha contra la corrupciรณn, la mejora de los servicios pรบblicos y la promociรณn de la participaciรณn ciudadana, continรบan siendo relevantes en el debate polรญtico y han influido en la agenda del paรญs.
En tรฉrminos de representaciรณn polรญtica, las protestas de junio de 2013 llevaron a una mayor fragmentaciรณn y reconfiguraciรณn del espectro polรญtico. Surgieron nuevos partidos y movimientos polรญticos, desafiando el tradicional dominio de los partidos establecidos. Esto trajo una mayor diversidad en el sistema polรญtico brasileรฑo, pero tambiรฉn ha generado desafรญos en tรฉrminos de gobernabilidad y construcciรณn de consensos.
Otro legado importante de las protestas fue el fortalecimiento de la sociedad civil y la ampliaciรณn del espacio para la participaciรณn ciudadana โaunque no necesariamente a la izquierda del espectro polรญtico que tradicionalmente ha apoyado tales movimientos. Los ciudadanos brasileรฑos se dieron cuenta de su poder colectivo y de la importancia de hacer oรญr su voz en la toma de decisiones.
No obstante, Brasil enfrenta desafรญos persistentes. La corrupciรณn, la desigualdad, la violencia y la falta de acceso a servicios bรกsicos siguen siendo problemas apremiantes. Si bien las protestas de junio de 2013 fueron un momento de esperanza y movilizaciรณn, aรบn queda mucho trabajo por hacer para lograr un paรญs mรกs justo y equitativo.
La consecuencia mรกs importante y discutida de los sucesos de aquel aรฑo es, sin embargo, polรญtica. De alguna manera, gracias a grupos surgidos a raรญz de aquel junio Jair Bolsonaro se convirtiรณ en una opciรณn para la presidencia.
Pero el ascenso de la ultraderecha no puede atribuirse directamente a las protestas de junio de 2013. Fue el resultado de la forma equivocada en que se enfrentaron y gestionaron estas manifestaciones. La falta de diรกlogo y la polarizaciรณn polรญtica permitieron que la ultraderecha se fortaleciera y capitalizara el descontento popular.
El orden de los factores cambia efectivamente el resultado. Mejor dicho, el resultado solo fue posible porque uno de los bandos, la izquierda, decidiรณ sacar al equipo del campo โpor la fuerzaโ y prefiriรณ atrincherarse en el poder (efรญmero), dejando la vรญa libre a un adversario que se creรญa derrotado: el reaccionarismo, que, como la batalla de narrativas en torno a junio de 2013, nos perseguirรก durante mรกs de una dรฉcada. ~
es periodista. Ha publicado en DW, Al Jazeera, Undark, The Washington Post, Business Insider, Remezcla, entre otros medios. Es doctor en derechos humanos por la Universidad de Deusto.