Las injustificables agresiones a los migrantes mexicanos y a México no han pasado desapercibidas en la comunidad latina ni en México, salvo en la presidencia de México. Una encuesta de America’s Voice y Latino Decisions entre 500 votantes latinos reveló que para el 80% de los entrevistados la campaña de Trump es abiertamente hostil a la comunidad; el 81% cree que Trump ha ahondado la división del país en temas raciales y de inmigración; 73% de los entrevistados piensa que el verdadero lema de Trump es “hagamos que América odie otra vez” no “hagamos grande a América otra vez”.
Nunca antes en la historia moderna de Estados Unidos se había dado el caso de que un candidato presidencial demonizara a los grupos minoritarios con el perverso fin de apuntalar el voto del sector más racista, sectario, chauvinista e intolerante de la población.
Frente a este panorama no han faltado medios de comunicación y “expertos” que vaticinan que la animosidad de los latinos contra Trump podría darle el triunfo a Clinton. Es posible, pero el asunto es muy complejo y requiere de un análisis riguroso. Para ayudarme a explicarlo acudí a dos expertos, Mark Hugo Lopez, director asociado del Pew Hispanic Center y Antonio Gonzalez, Presidente del South West Voter Registration Education Project.
¿Cuántos latinos votarán en esta elección? Les pregunto. “Si la tendencia continúa creemos que habrá un incremento del 18% con relación a la elección de 2012, lo que significaría que habrá unos 16.2 millones de votantes latinos”, me dice López. Algo semejante me dice Gonzalez, “calculamos que habrá dos millones más de votantes que en 2012 cuando votaron casi 14 millones.” Lo que esto significa es que en un universo de aproximadamente 130 millones de votantes, el voto latino tendría poco peso si no fuera por las peculiaridades del sistema electoral estadounidense.
A menos de dos meses de la elección de 2016, todas las encuestas coinciden en señalar que Hillary Clinton ganará el voto popular aunque esto no necesariamente significa que obtendría la mayoría de votos en el Colegio Electoral. El voto en cada estado determina el voto del Colegio Electoral en dicho estado, y el candidato que obtenga 270 votos electorales gana la elección presidencial.
Lo enredado del sistema ha creado cuatro paradojas en la historia del país, la más reciente en el año 2000 cuando el candidato demócrata Al Gore ganó 540,000 votos más que su rival, el republicano George W. Bush pero perdió la presidencia por la combinación de tres factores: 1) el Colegio Electoral le dio a Bush una ventaja de 5 votos al adjudicarle el voto popular en Florida, y por ende los 25 votos del estado; 2) Gore pidió un recuento de los votos en Florida y la decisión de permitir el recuento recayó en la Suprema Corte de Justicia donde la mayoría conservadora lo impidió otorgándole a Bush el voto popular, el del Colegio Electoral de Florida, y por ende la presidencia; 3) La labor de zapa de Ralph Nader que al presentarse como candidato del Partido Verde atrajo el 2.7% del voto popular, un voto que en teoría hubiera podido irse al bando de Gore. Peor le fue a Andrew Jackson quien en 1824 ganó el voto popular y el del Colegio Electoral pero perdió la presidencia porque la Cámara de Representantes declaró presidente a John Quincy Adams.
En 2016, y a estas alturas de la contienda, RealClear Politics predice que Clinton y Kaine tendrían 209 votos a favor mientras que Trump y Pence podrían tener 154. Los 175 votos restantes están en 14 estados que por el momento no se inclinan por ninguno de los candidatos. En Florida, Nevada, Ohio, Virginia, Iowa, Pennsylvania, Carolina del Norte, Georgia, Missouri, Arizona, Wisconsin, Maine, Michigan y New Hampshire no se puede pronosticar quien saldría ganador.
Así las cosas, pregunto a mis expertos, ¿Qué tan fuerte es el voto latino en estos estados? Para López, “Florida y Nevada son importantes porque en ambos los latinos constituyen el 18% de los posibles votantes, en Arizona constituyen el 20%. En el resto de los estados el voto latino si acaso llega al 5%”. Curiosamente, ese es precisamente el factor que alienta el optimismo de Gonzalez porque él cree que “en la mayoría de estos estados la diferencia entre ambos candidatos ronda el 5%, y si la elección es muy cerrada, ese 5% del voto latino no solo sería absolutamente relevante sino decisivo”.
Lopez piensa que derrotar a Trump sería más fácil si los grupos minoritarios vuelven a hacer un frente común como el que hicieron con Obama en 2008 y 2012. Yo pienso que las infundadas acusaciones de Trump contra los migrantes mexicanos y los musulmanes; su falta de respeto a la comunidad gay, a las personas con capacidades diferentes y a las mujeres, así como su largo historial de actos discriminatorios contra los afroamericanos no solo han hecho de esta elección presidencial un espectáculo vulgar y lamentable, sino que deberían motivar a los grupos injustamente ofendidos a agruparse para derrotarle ejemplarmente en las urnas el próximo 8 de noviembre.
Sin embargo, la condición sine qua non, para que se dé este triunfo histórico es que todos los miembros de esta coalición, sobre todo los latinos, voten masivamente a favor de Clinton.
Escribe sobre temas políticos en varios periódicos en las Américas.