Atrapados en medio del fuego cruzado entre los bombardeos israelíes y las tácticas terrorista de Hamás que buscan convertirlos en escudos humanos o en imágenes para su propaganda, los civiles palestinos Gaza buscan desesperadamente refugio o una vía de escape. Gaza parece no tener un lugar seguro.
Mientras, en otro escenario de la tragedia, familias israelíes anhelan noticias de sus seres queridos secuestrados: desde bebés hasta mujeres, llevados a la fuerza en una táctica desgarradora en la que Hamás busca usar a estos rehenes para intentar paralizar a Israel.
Al momento de escribir estas líneas, se contabilizaban más de 3,500 muertos y casi 11 mil heridos en Gaza por los bombardeos israelíes, y 1,400 muertos y alrededor de 200 rehenes israelíes luego del ataque de Hamás del 7 de octubre.
En medio de este vendaval, el presidente Joe Biden ha decidido viajar a Israel. La visita se da tras días de diplomacia infructuosa en que el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, no ha logrado un cese al fuego entre las partes. Sin embargo, Biden y Netanyahu han anunciado un acuerdo para permitir el ingreso de comida y medicamentos al sur de la Franja de Gaza desde Egipto. Esta ayuda es esencial para los más de 400 mil desplazados y para los más de 600 mil que hoy ya están sin energía eléctrica, agua ni alimentos.
La visita llega también luego del bombardeo al hospital Al Ahli Arab en Gaza, del cual Israel niega cualquier responsabilidad pero que ha provocado una ola de manifestaciones en toda la región, muchas de ellas con expresiones de violencia contra embajadas o consulados de Israel. Se suman a ello las declaraciones de condena de los líderes de Turquía, Jordania y Egipto contra Israel. Biden, en su visita, apoyó la versión de Israel, según la cual la explosión fue causada por el mal funcionamiento de un misil lanzado desde Gaza.
A ese contexto, añadamos la tensión entre Israel y Hezbolá que sigue en aumento mientras continúan los enfrentamientos entre ambas partes. Hezbolá, recordemos, es el grupo financiado por Irán que opera desde Líbano y con el cual Israel libró la guerra de 2006, que duró más de un mes y dejó miles de muertos y cientos de miles de desplazados en ambos bandos. Irán, por su parte, ha insinuado una posible intervención si Israel decide una invasión terrestre a Gaza.
El viaje de Biden tiene así varios objetivos. Por una parte, mostrar solidaridad con su principal aliado en la zona, especialmente presentar un frente unificado ante los escarceos de Siria e Irán. Dar un mensaje contundente que muestre que, de ser atacado en más frentes, Israel no estará solo en su respuesta. Para ello, en tono disuasivo, Estados Unidos ya ha movilizado grupos de ataque que incluyen dos portaaviones, aviones de combate y diversos recursos militares que dejen clara su intención de contribuir a defender a Israel en caso de ser necesario.
Esta solidaridad también atiende a las preocupaciones e intereses internos. Según una reciente encuesta de CNN, la mayoría de los estadounidenses ve con buenos ojos la respuesta de Israel a los ataques de Hamás. Antes de la posible incursión terrestre en Gaza, el 50% de los encuestados dijo que la acción militar de Israel era “totalmente adecuada” y un 20% que era “en cierta medida adecuada”, mientras que solo un 8% la rechazó por completo.
Sin embargo, este apoyo hacia Israel no se traduce en un respaldo total hacia la gestión de Biden en el conflicto. De acuerdo con un sondeo de ABC News/Ipsos, al cuestionar la confianza en los partidos políticos y en Biden en este contexto, muchos estadounidenses expresaron desconfianza tanto en demócratas como en republicanos para gestionar el conflicto entre Israel y Hamás. Solamente dos de cada cinco encuestados aprueban la actuación de Biden en este conflicto, una cifra que coincide con su aprobación en cuanto a la invasión rusa en Ucrania.
Egipto, esencial para la salida de los refugiados, no está exento de retos internos. Aunque el presidente Abdel Fatah El-Sisi se enfrenta a una población con fuerte simpatía hacia la causa palestina, su nación representa la única frontera y vía de escape para los habitantes de la Franja de Gaza. Esta situación agrava los desafíos humanitarios para Egipto, un país ya sumergido en una aguda crisis económica. Con una inflación que supera el 35%, El-Sisi se encuentra en una posición delicada mientras aspira a una tercera reelección en las próximas elecciones de diciembre.
Por supuesto, uno de los puntos más delicados en la agenda de Biden será la liberación de los rehenes hoy en poder de Hamás, entre los cuales se incluyen, al menos 22 estadounidenses.
El mundo observa el Medio Oriente, pero los desafíos para Biden no terminan allí. Fuera de esa región hay repercusiones a considerar.
La situación en Ucrania podría quedar relegada, pero no por ello sería menos crítica. La prolongación del conflicto en el Medio Oriente podría afectar el envío de ayuda, armas y equipos a Ucrania, especialmente si un nuevo frente de guerra emerge en Líbano, Irán o Siria.
Por otro lado, la eventualidad de que Netanyahu desoiga a Estados Unidos e invada Gaza resaltaría la percepción de un Estados Unidos con un liderazgo debilitado, especialmente considerando el trato reciente hacia Blinken en Arabia Saudita y Egipto. No sería la primera vez que Israel desoye a la administración estadounidense. Recordemos que en julio pasado, Netanyahu retó abiertamente a Biden y su equipo al avanzar con su polémica reforma judicial, un asunto que casi desencadenó una crisis interna en Israel antes del conflicto actual con Hamás.
Los retos para el presidente de Estados Unidos no son menores. Mantener el equilibrio ante un gobierno radicalizado como el de Netanyahu, reconocer el legítimo derecho de los israelíes a defenderse luego del ataque genocida de Hamás y al mismo tiempo forzar a Israel a no excederse parece una tarea imposible.
En un escenario como ese, Biden se encontraría en una situación complicada, especialmente teniendo en cuenta las elecciones presidenciales del próximo año. Aunque las devastadoras imágenes de niños palestinos llevados a los hospitales abarrotados de la Franja generan un fuerte impacto mediático, cualquier paso en falso que sugiera que Biden o los demócratas son antiisraelíes podría complicarle la situación con los votantes. ~
es doctora en Derecho con Mención Honorífica por la UNAM, donde también imparte clases. Columnista en El Universal y colaboradora en otros medios como Global News, France24, ForoTV, entre otros. Analista política nacional e internacional.