Uno de los actos más interesantes de las conmemoraciones por los 50 años de la muerte de Franco es el homenaje al eslogan “Spain is different”. A lo mejor te parece, al leer el periódico, escuchar la radio o ver la tele, que algo está mal o bien. Pero conviene asegurarse de la sección, porque hay cosas que en internacional se consideran alarmantes y en política nacional resultan necesarias, o al revés. Por ejemplo, el decreto ómnibus es un procedimiento poco democrático cuando lo utiliza Javier Milei o cuando anuncia su empleo Donald Trump. Pero no es así cuando lo hace el Gobierno español. Incluir en un decreto ley 101 artículos, cinco disposiciones adicionales y 15 disposiciones finales, con medidas que van desde las pensiones hasta el salario mínimo, pasando por el volcán de la Palma, la dana de Valencia y un palacete en París, está justificado en nuestro país.
No son medidas tan dispares, dicen: todas tratan de ayudar a los más vulnerables. Cierto: ¿acaso no es vulnerable un gobierno en minoría? Hay más cosas en común: incluye medidas sobre la vivienda y un palacete en París no deja de ser una casa. Además los niños vienen de París, por lo que se puede considerar que es una medida que fomenta la natalidad, y los bebés también son vulnerables.
Todas las medidas del decreto, encima, son medidas que le interesa aprobar al Gobierno: ¿puede haber un vínculo más claro que ese? ¿Y no se quejan los rezongones de que en los años de Sánchez el Gobierno ha dictado más de 140 decretos leyes, más que Felipe González en el doble de tiempo? Pues esto es uno solo. Como España es diferente para todos, algunos de los que critican el decreto ómnibus de Sánchez admiran los que aplican dirigentes de otros países, o lamentan la colonización de las instituciones en España pero en otros lugares ya era hora de echar a los zurdos.
Muchos de los que critican (con razón) que Donald Trump indulte a sus bisontes golpistas aceptan que Pedro Sánchez haya amnistiado a la variedad autóctona (y viceversa). Señalamos que el intento de controlar a los jueces es una característica de los líderes populistas, aunque en España la cosa es distinta porque la judicatura es franquista y algo hay que hacer. El Partido Republicano estadounidense domina el Tribunal Supremo, encargado de evaluar que las leyes federales y estatales estén dentro de la Constitución: alarmante perspectiva.
En Suiza el presidente del Gobierno critica el anonimato en las redes sociales y en España tiene contratada de asesora a la persona que lleva la cuenta Mr. Handsome. A menudo somos como los niños: un poco revoltosos con la familia, pero qué bien nos portamos cuando estamos fuera de casa.
Publicado originalmente en El Periódico de Aragón.