Ilustración: Letras Libres. / Fotos: Sally V, CC BY-SA 4.0 , via Wikimedia Commons. // flickr.com/photos/tojosan/1486400341, CC BY-NC-SA 2.0

Una gran amenaza

El sistema político mexicano está descompuesto. Pero ese sistema es, paradójicamente, la esperanza de salvar al país de la deriva autoritaria.
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Las elecciones del próximo 6 de junio ofrecen un reto para la ciudadanía democrática que ha entendido que el gobierno de López Obrador está ocasionando un gran desastre en México. Desde hace años, los medios masivos de comunicación desgraciadamente han popularizado la idea de que los partidos políticos de oposición son una fruta podrida por la corrupción, el oportunismo y la ignorancia. En no pocas ocasiones han incluido en esa imagen al partido oficial y a sus satélites, que están llenos de purulencias. En conjunto, aparece un panorama tétrico de la política mexicana. Pero ante las próximas elecciones los ciudadanos críticos o descontentos con el gobierno de la 4T se encontrarán con un hecho ineludible: los principales instrumentos que hay en este momento para frenar el autoritarismo del gobierno son precisamente los tres partidos de oposición que son presentados como nefastos, y que se han coaligado

Creo que se ha exagerado enormemente la corrupción del sistema político, y a ello ha contribuido de forma notoria el discurso del presidente, quien además de menospreciar a los partidos de oposición, desprecia también al INE y aborrece lo logrado por la transición democrática. Ha difundido la idea de que los gobiernos de la transición (del PAN y del PRI) fueron enteramente corruptos, y que todos los partidos de oposición no son más que nidos de líderes tramposos. Ello contrasta, en el discurso oficial, con la supuesta pureza del partido Morena, que encarna los valores auténticos del pueblo, aunque es evidente que está lleno de varias pandillas peleoneras y putrefactas.

No quiero negar que el sistema político mexicano está descompuesto. Pero este sistema es, paradójicamente, la esperanza de salvar al país de la deriva autoritaria. En este momento, al gobierno de la 4T y a las corrientes más atrasadas les conviene promover la abstención de quienes, críticos y desconfiados, votarían contra el partido del gobierno. Por ello quieren espantarlos con la imagen de una oposición completamente corrupta y un sistema político en quiebra.

Hay que comprender que estamos ante una gran amenaza política y que es muy importante frenar las tendencias autocráticas y reaccionarias de López Obrador. La amenaza ha adoptado la forma de una sucia propaganda oficial que denuncia el INE como una especie de pandilla que, en alianza con la oposición, se prepara para cometer un gran fraude electoral. No hay absolutamente ninguna evidencia de que algo tan disparatado esté ocurriendo. Obviamente, el gobierno y el partido oficial están preparando el terreno para una eventual agresión al árbitro electoral como respuesta a su probable retroceso en los resultados de la votación del 6 de junio.

La coalición de tres partidos de oposición de signo ideológico tan diferente es una señal inequívoca de que estamos ante un momento de riesgo enorme. Si queremos superar esta amenaza, hay que reconocer este peligroso trance y actuar en consecuencia. Vivimos una coyuntura crucial donde se juega el enfrentamiento entre el autoritarismo y la democracia, entre el retroceso y la modernización. Más vale que la ciudadanía reconozca el peligro y se comporte con sensatez ante las urnas.

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Es doctor en sociología por La Sorbona y se formó en México como etnólogo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.


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