Finalmente, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha cruzado el último de sus límites: ha allanado la vivienda y ha ordenado la detención de Sergio Ramírez, ciudadano ejemplar, hombre de limpia trayectoria pública, escritor premiado y leído en el mundo, y un irrenunciable defensor de las libertades y el diálogo democrático. A este hombre pacífico y contrario a toda forma de violencia, le han acusado de incitar el odio y la violencia.
Hay que advertir que la persecución en contra de Sergio Ramírez está cargada de tintes personales. Recordemos que, además de haber sido parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Ramírez fue vicepresidente de la república entre 1985 y 1990, mientras Ortega era el presidente. Ambos fueron parte de un mismo movimiento político. En la medida en que se producía la deriva autoritaria de Daniel Ortega, se produjo el distanciamiento de Ramírez. Para Ortega y su régimen, Ramírez, aun cuando ya no ejerce la política de forma activa, se ha convertido en uno de sus más apetitosos objetivos, a consecuencia de la enorme reputación personal, literaria y política que rodea al escritor.
En los últimos tres meses, 35 dirigentes opositores al régimen han sido detenidos, entre ellos, siete que aspiraban a competir contra Ortega y Murillo en las elecciones presidenciales que tendrán lugar el 7 de noviembre. La ola represiva se ha extendido a medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales. Ortega se propone imponer su triunfo, y gobernar Nicaragua por un quinto período. La ferocidad y descaro con que se están produciendo estas acciones, anuncian un empoderamiento de la persecución, las detenciones, los secuestros, las torturas y el acoso en contra de la sociedad nicaragüense.
Ante este estado de cosas, venezolanos de distinta actividad, no solo nos hemos sentido llamados a expresar nuestra solidaridad hacia Sergio Ramírez, sino también hacia cada familia de Nicaragua, cada vez más cercadas por la violencia sistemática del Estado, cuyo único propósito es mantener a Daniel Ortega y Rosario Murillo en el poder, al costo que sea, incluso el de las vidas de los nicaragüenses.
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