Victoria de los españoles

Quienes trabajaron con ella suelen decir que Victoria Prego era como una más. Una más, pero la mejor.
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Casi cincuenta y ocho años tenía Victoria Prego (1948 – 2024) cuando cubrió para El Mundo el estreno electoral de Ciudadanos, por entonces Ciutadans-Partido de la Ciudadanía, ante el inicial desprecio y posterior estupefacción de la prensa local (“Toma tres, tevetrés”). Iba con pantalones y zapatillas deportivas y una minúscula mochila a la espalda.

Ya había hecho, junto con su segundo esposo, el realizador Elías Andrés, su obra magna: La Transición, la serie documental para RTVE que debería proyectarse por ley en todos los institutos españoles. Por su fondo, pero también por su impecable forma: es un documental sin fotos de iStock, donde todo es crónica al servicio de sí misma, de la que hasta entonces nadie se había ocupado con la amplitud y la distancia necesarias. De las notas para preparar la serie nació un libro, Así se hizo la Transición (Plaza & Janés, 1996). El nombre de la periodista ocupaba toda la portada, por lo que un niño avisó en el colegio a su hijo: “Transición ha escrito un libro sobre tu madre”. 

Algunos avatares la han acusado de “edulcorar” el periodo o de “servilismo”. Lo primero se desmiente desde la mismísima cortinilla de introducción, por lo que es obvio que, o no han visto la serie, o carecen de la más mínima comprensión audiovisual. (Un “Cara al sol” al ralentí vale más que mil memes.) Un ejemplo de muchos: vemos arder a una joven Rocío Jurado: “Y el clavel / al verte, cariño mío / se ha puesto tan encendío / que está quemando mi piel”. Secuencia siguiente: “La voluntad liberalizadora del gobierno queda brutalmente en entredicho a las pocas semanas de nacer. El garrote vil volvió a funcionar en España por dos veces el día 2 de marzo”. En este sobrio pero apasionante thriller, el espectador casi olvida que, al final, el barco no se hunde y el pueblo sale del trance convertido en ciudadanía. (Quizá es eso lo que molesta.) 

En ninguna parte del guion se vierte opinión alguna, exceptuadas las de sus protagonistas, y rara vez son gratuitas. En este documental tampoco hay expertos de recurso. (A los más jóvenes les escandalizará más cierto chascarrillo con peluca del comunista Teodulfo Lagunero que el aguilucho junto a Utrera Molina.) Incapaz de deducir por su trabajo su opinión personal sobre mi favorito, Torcuato Fernández-Miranda, tuve que preguntársela: “La soberbia está reñida con la inteligencia”, fue más o menos la respuesta. 

En cuanto al servilismo, etecé. La Transición es, por encima de todo, un retrato de la sociedad española en su paso de una dictadura a una democracia, razón por la que siempre se la recomiendo como punto de partida a los extranjeros que quieren conocer mejor nuestro país. Habla el pueblo, habla, por las alcachofas en las calles, con sus nervios y sus fiestas. Además, Andrés y Prego son muy conscientes del valor de la publicidad comercial en cuanto retrato aspiracional de una sociedad en un momento dado. Los spots nos permiten ver en filminas, no cómo eran los españoles, sino cómo querían ser y qué iban dando ya por sentado. 

Aquí pueden verla. Recorrerán una cuerda floja de trece episodios, entre la Primera de Mahler y las guitarras de Raimon y Peret. En estos tiempos de resistencia adolescente quizá duela constatar que nuestros padres lo hicieron mejor. Si salen de su cuarto, de su búnker, verán que quien puso más empeño en hacer saltar por los aires la democracia –empezando, por cierto, por el coche de Carrero– fue ETA.

Años después Elías y Prego realizaron para El Mundo otra serie con la misma factura, El camino de la libertad (aunque sus últimos episodios se benefician menos de la perspectiva que da el tiempo). También acaba bien: España gana el Mundial de fútbol. 

Por desgracia, un cáncer de pulmón, un ictus y ahora su muerte acabaron con la posibilidad de que prosiguiera su impagable labor de costura en estos años post fin de la historia. Quienes trabajaron con ella suelen decir que Victoria era como una más. Una más, pero la mejor. 

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(Madrid, 1978) es diseñadora y traductora.


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