1943

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I

No hay carnero más fuerte en todo                
                                             [el valle,
ninguno más robusto.
Ninguno con los ojos sibilinos
como una luz de aceite 
                                     [alcanforado.
No hay carneros de tanto corazón
como el que me babea
amarillo y bendito,
madre mía,
porque me quieres mucho,
porque me quieres
más que a todas las aves,
más que a todos
los sagrados ovinos trasquilados.
 
 
II
Tumbado entre mi cuna, remolino,
tortuga boca arriba,
agitando las patas arrugadas
cubiertas de arenisca, apachurrado
por una cataplasma inacabable,
un bosque de eucaliptos
sobre el pecho,
que dispones mamá
con tanto esmero,
emplasto verde Nilo,
lava hirviente
que me entierra como una rata 
                                     [ciega
en la noche repleta de alcanfor.
 
 
 
III
Mamá, con tu enorme cabeza 
                                   [de carnero,
me espantas, me arrebujas
entre el aire caliente de la cuna
y la lenta frontera
de los santos ovinos del verano.
Motas de lana blanca que 
                                   [me ahogan
con tu lengua de piedra,
tu cabeza, mamá,
de robusto carnero trasquilado,
tu cabeza hundiéndose en mi cuna,
haciéndome caricias,
babeándome, mordiéndome.
Mordiéndome. ~
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