Ayer se cumplieron dos años del incendio en la guardería ABC de Hermosillo en el que murieron más de cuarenta niños y decenas más ahora tienen daños permanentes de salud. Para conmemorar este evento, volvemos a la crónica que León Krauze escribió en esta revista en 2009.
Varias personas se han dado a la tarea de arreglar las 48 cruces blancas de madera que, con los nombres de los niños adheridos, forman una especie de cementerio sobre la plaza. Las de los varones llevan un filo azul; las de las niñas, rosa. Para la mañana del sábado, los desconocidos arreglan y revisan las cruces. Las tocan como si fueran reliquias. Ninguno de los presentes es padre o familiar de los niños fallecidos. Son ciudadanos comunes y corrientes, de esos que, por miles, saldrán a las calles horas después.