No one has known her,
has shown her as you,
no other stood alone
Hilda Doolittle
Antes de abandonar mi puesto emergente, se me ocurriรณ diseรฑar los cajones del estacionamiento, que no existรญan. Desde ahรญ continuรฉ mi viraje hacia direcciones estrรกbicas. Pero la espiral del destino (yo sรญ creo en ese bato) me llevรณ de regreso. Volvรญ. Entonces me contrataron (sin contrato) para vigilar la entrada principal durante la madrugada. Me aclararon que era necesario porque allรญ llegaban a parapetar su peda, bajando las cadenas de resguardo, teporochos que se quedaban jetones con el tabaco encendido y quemaban la alfombra verde, donde los meseros, despuรฉs de finiquitar sus mesas a las 3 a.m., jugaban conquiรกn hasta bajas horas de la noche, esperando que abriera el metro.
Por supuesto, mis amigos pantaleones, los camareros, me invitaban una cuba y restos de las botanas sacadas de la fiesta. La Flaca y Jordi viven en el edificio de enfrente y a veces cruzaban en su trayecto hacia el Oxxo de al lado y me traรญan una pachita de Anรญs del Mono. Esta singular pareja de vendedores de bienes raรญces es vecina del esplรฉndido Bol Narvarte, que ilumina con su enorme marquesina las pรกlidas noches del Eje Cinco.
Ustedes (Is there anybody out there?) sospecharรกn que mi estilo ranchero de supervivencia en la ciudad mรกs grande del mundo se encuentra frรกgilmente coartado por Midnight Cowboy, una de las pelรญculas emblemรกticas de mi adolescencia, como muchas otras: โVaquero del Mediodรญaโ me llamรณ alguna vez el poeta infrarrealista Mario Santiago Papasquiaro, pero la neta es que si no tengo alma, sรญ sangre de gitano regiomontano.
Debo aรฑadir que entre otros trabajos pergeรฑรฉ un cuarteto de alejandrinos para la invitaciรณn de la boda de la hija de Juanita โque mantiene limpia siempre la Casa de la Cultura Tomasa Valdรฉz de Alemรกnโ, del cual estoy mรกs orgulloso que de los poemas que se reproducen sin mi permiso, como el que publicรณ El Huevo, de Nicolรกs Alvarado, en agosto del 2005.
(El que estรฉ libre de pago que no esconda la mano.)
Tambiรฉn recibรญa el periรณdico a domicilio, porque alrededor de las cinco de la maรฑana llega el camiรณn de El Universal a la esquina sureste, donde ayudaba a encartar el rotativo junto con los repartidores del rumboโฆ
– Samuel Noyola