Obligado a vivir en el exilio, disidente lúcido y lleno de valentía, Guillermo Cabrera Infante deja un hueco difícil de llenar como líder moral y conciencia nítida en la lucha contra la tiranía más antigua del mundo. La noticia de su muerte fue ignominiosamente silenciada por los medios de la isla que él inmortalizara con su literatura. Se sabe, sin embargo, que la noticia cundió por las calles de La Habana.
Amigo de la revista Vuelta, con la que colaboró activamente desde los primeros números y en cuya editorial publicó Mea Cuba, un compendio de sus textos políticos, ferozmente inteligente y felizmente certero, Guillermo fue amigo y colaborador también de Letras Libres desde su primera edición en México y, años más tarde, en España, hasta convertirse en una suerte de editor externo, siempre dispuesto al consejo sabio y la crítica constructiva.
Su variopinta obra (literatura, cine, música, política) incluye, al menos, dos clásicos de nuestra lengua —que él "zarandeó" como ninguno para dotarla de nuevos caminos y significados: Tres tristes tigres y La Habana para un infante difunto.
Guillermo Cabrera Infante, virtuoso, fue uno de los escritores más generosos con nuestra lengua, dotándola de gracia, malicia y esplendor. Lo vamos a echar de menos. Nos queda, eso sí, el inmenso consuelo de su literatura, un cubanísimo mundo que él hizo universal y que trascenderá a la terrible realidad política del presente perpetuo que vive Cuba.
Abrimos este número de homenaje con un inédito del propio Cabrera Infante. Se trata de una conferencia llamada "Ars poética" que llega a nuestras manos gracias a la generosidad de su viuda Miriam Gómez. En el número participan, además, Enrico Mario Santí, Fernando Savater, Carlos Franqui, Carlos Alberto Montaner, Nedda G. de Anhalt, Carlos Franz, José Miguel Oviedo, Danubio Torres Fierro, Suzanne Jill Levine, Rafael Rojas y Nicolás Alvarado, una auténtica carga de infantería para honrar y recordar al gran exiliado, al escritor que, al dejar su Habana querida, se la llevó consigo para siempre.
Un árbol esbelto y fuerte
El exceso de opiniones acerca del pensamiento político de Paz y el papel de polemista que tan activamente asumió no han permitido ver lo más perdurable de su legado: la poesía.
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