Cuando mi padre ingresรณ a la Academia Mexicana de la Lengua, se incorporรณ al grupo que pretendรญa sacar a la Academia de su reclusiรณn, con la intenciรณn de que dejara de ser un cenรกculo excluyente, un viaje permanente al siglo XVII con la guadaรฑa defensora del idioma de Cervantes. Lo que ese grupo querรญa era que la Academia se acercara a las personas, seres responsables del dinamismo del idioma, mediante cursos, conferencias, exposiciones, y otras actividades que โconvengamosโ no nos hubieran caรญdo nada mal. Precisamente, uno de los grandes promotores de ese grupo que podrรญamos calificar de disidente y que, por supuesto, no pudo vencer las inercias del pasado, era Carlos Montemayor.
Personaje renacentista sin lugar a dudas, estudioso especialista del griego y del latรญn, escritor, luchador comprometido y cantante de รณpera, entendiรณ que la preparaciรณn humanista era el รบnico camino. Un dรญa confesรณ que el amor a la mรบsica habรญa sido anterior al amor a las letras. โAntes de los nueve aรฑos despertรฉ a la mรบsica porque vi en mi natal Parral a un minero, que yo querรญa mucho, tocar una guitarra, y a mรญ me sorprendiรณ que de sus manos y de todas sus uรฑas, duras, negras, quebradas, pudiera brotar la mรบsica. Desde entonces me quedรณ claro que uno puede producir mรบsica, y para eso uno no debe someterla, sino ayudarla a que broteโ. Fue asรญ que estudiรณ primero mรบsica y luego letras. Su abuelo paterno tocaba guitarra, salterio y violรญn. Un hermano de su abuela materna cantรณ Cavalleria rusticana con Caruso, en Mรฉxico. Un dรญa nos confesรณ que su tenor favorito era Francesco Merli, el primero que grabรณ Turandot de Puccini en compaรฑรญa de Magda Olivero, por su famosa voz robusta y poderosa que avanzaba sobre las melodรญas como si nadara y se depositaba suavemente en lo seco.
Cuando fui becario del abandonado pero nunca olvidado Centro Mexicano de Escritores, el maestro Alรญ Chumacero y Carlos Montemayor fueron los tutores de seis jรณvenes escritores que pretendรญan formar parte de ese muro que Martha Domรญnguez defendรญa con tanto ahรญnco. โUno no debe someterla, sino ayudarla a que broteโ: fue ahรญ que ese sentido de generosidad del maestro Montemayor nos ayudรณ, con comprensiรณn, pocas veces, y muchas con lujo de violencia, a entender que la literatura no era esa serie de palabras inconexas que pretendรญamos que fuera.
Su temprana desapariciรณn es dolorosa por el hueco que deja. Hombre rebelde, valiente, excelente prosista, hombre de vasta cultura y poeta cobijado en la creencia de que โabril es el mes mรกs cruelโ. Escritor comprometido, a pesar de saber que en Mรฉxico confundimos con lujo de facilidad las escalas de importancia, ahora sรณlo nos queda esperar que su obra y su trabajo pesen mรกs que su compromiso. En la lรญnea de Ulises criollo, de Josรฉ Vasconcelos, e incluso de Martรญn Luis Guzmรกn, su novela Guerra en el paraรญso es una de las mejores novelas escritas en Mรฉxico.
Hasta luego, maestro, y sobre todo, muchas gracias por la generosidad y la cercanรญa, caracterรญsticas tan escasas en el ambiente literario que nos cobija.
โ Carlos Azar
Como escritor, maestro, editor, siempre he sido un gran defensa central. Fanรกtico de la memoria, ama el cine, la mรบsica y la cocina de Puebla, el รบltimo reducto espaรฑol en manos de los รกrabes.