Jimmy Carter, que fue presidente de Estados Unidos por el Partido Demócrata, fue a Cuba y dijo que el embargo tenía que acabarse.
No dijo que Cuba necesitaba urgentemente acabar con su espantosa dictadura y empezar un camino rápido a la democracia. Ni que era una vergüenza que los hermanos Castro lleven tiranizando a ese país durante más de 50 años. Ni que casi todos los cubanos viven en unas condiciones insostenibles. Ni que quería para los cubanos lo mismo de lo que él disfruta desde siempre y todos los días: libertad política, de movimientos, de expresión, de asociación, de acceso a los medios de comunicación…
Y al no decirlo, Jimmy Carter decía que piensa que los cubanos merecen cosas distintas de las que él merece. Siento un profundo estupor por ese silencio de Jimmy Carter.
Esta mirada relativista de Jimmy Carter, siempre sonriente, incluso cuando se reúne con el longevo tirano Fidel Castro, está muy extendida. Ha sido moneda corriente en los últimos años a propósito de la imposibilidad de crear una democracia real en los países musulmanes, donde estaban, y están, sufriendo de lo suyo creadores e intelectuales, la mayoría expulsados al exilio, o encarcelados, que están convencidos de que la democracia es viable: Ayaan Hirsi Ali, Marjane Satrapi, Abdelá Taïa, Chahdortt Djavann, Bahman Ghobadi…
Su aventura, intelectual y vital, recuerda a la que han padecido muchos creadores cubanos, enfrentados al régimen iluminado de los Castro: Cabrera Infante, Néstor Almendros, Reinaldo Arenas…
En la última carta de Reinaldo Arenas, de 1990, su nota de suicidio, escribió: “Mi mensaje no es un mensaje de derrota sino de lucha y esperanza”. Reinaldo Arenas, cuyo calvario y cuyo compromiso se entiende mejor a la luz de un libro muy reciente, Cartas a Margarita y Jorge Camacho (1967-1990)(Point de Lunnetes, Sevilla), escribió en otra carta: “[en Cuba] protestar porque el refresco está caliente tiene implicaciones políticas (pues el refresco lo fabrica una empresa, y la empresa pertenece a un ministerio, y el ministerio es parte de la revolución), ah, aquí o se convierte uno en un escritor político (es decir en alguien que dice la verdad) o sencillamente deja de escribir, porque, honestamente, no hay otra cosa que decir”.
La verdad, señor Jimmy Carter, amante de un mundo de privilegiados, al que usted pertenece, y de otro mundo de parias, que padecen la mayoría de los cubanos, es que tiene que acabar la dictadura de los Castro. En ese mismo instante, camino a la democracia, desaparecerá el bloqueo, y hay muchos ejemplos que lo demuestran en esta Europa que también tiene muchos bebés democráticos (España, media Alemania, Polonia…).
(Zaragoza, 1968-Madrid, 2011) fue escritor. Mondadori publicó este año su novela póstuma Noche de los enamorados (2012) y este mes Xordica lanzará Todos los besos del mundo.