Me envía Fernando Macotela la siguiente graciosa escena al parecer realmente ocurrida en un vuelo de la compañía British Airways entre Johanesburgo y Londres.
Una mujer blanca de unos cincuenta años que ha ocupado su asiento en la clase económica descubre que en el asiento de al lado hay un viajero negro, y llama a la aeromoza.
La aeromoza– ¿Algún problema, señora?
La señora (¿susurrante?)- ¿Pero es que no lo ve usted? Me han sentado al lado de un negro. No soporto estar junto a seres que me repugnan. Deme por favor otro asiento.
La aeromoza– Calma, señora. Casi todos los asientos están ocupados, pero iré a ver si tenemos otro disponible.
Unos minutos después vuelve la muchacha.
La aeromoza– Lo siento, señora, no hay más asientos disponibles en la clase económica, y tampoco en la clase ejecutiva, Pero aún tenemos uno en la primera clase.
La señora– ¡Ah, muy bien! Lléveme allí.
La aeromoza– Es inhabitual que nuestra compañía permita a un viajero de clase económica sentarse en la primera clase. Pero, dadas las circunstancias, y como sería escandaloso que uno de nuestros viajeros se viera sentado junto a seres repugnantes, entonces…
La señora se dispone a levantarse, pero…
La aeromoza (volviéndose hacia el viajero negro)- Caballero, si usted lo desea, tome su equipaje de mano y sígame; lo espera a usted un asiento en la primera clase…
Aplauden los viajeros vecinos que habían atendido a la escena.
(Y… se non é vero, é ben trovato.)
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.