Una serรก el sรกbado 30 de agosto y la otra el 31 de agosto. Ambas culminarรกn en el Zรณcalo. Una busca integrar los esfuerzos de los mexicanos en torno a una causa comรบn: el combate contra la inseguridad. La otra plantea, de entrada, la existencia de dos tipos de mexicanos: los patriotas (quienes apoyan la propuesta energรฉtica del FAP) y los traidores (quienes no la apoyan). La primera ha solicitado a sus participantes que vistan de blanco e hizo un llamado a los partidos polรญticos y a los funcionarios pรบblicos para que se abstengan de acudir. La segunda es una marcha claramente partidista, organizada por el FAP, financiada en parte por el Gobierno del Distrito Federal. En la primera no habrรก acarreados. En la segunda habrรก algunos acarreados. En ambas se manifestarรก la sociedad civil, este cuerpo que apareciรณ por vez primera en septiembre de 1985 inmediatamente despuรฉs del temblor. Esa sociedad civil organizada marcharรก el sรกbado para exigir a las autoridades que cumplan con su responsabilidad. La marcha del domingo tendrรก el signo opuesto: le exigen al gobierno que no haga nada, que retire su iniciativa petrolera y adopte la รบnica posible, la del FAP. La primera no tiene lรญderes visibles. La segunda tiene un solo lรญder, no sรณlo visible sino indiscutible e indiscutido. Ambas quieren transformar a Mรฉxico. El ciudadano puede participar en una u otra, o en ambas; lo que no puede es permanecer indiferente.
La primera marcha ataรฑe al pacto social que vincula a los ciudadanos y al Estado. Ese pacto descansa en una premisa bรกsica: la confianza en que el Estado se encargue de la seguridad. Para cumplir ese encargo, depositamos en el Estado el monopolio de la violencia legรญtima. Sin embargo, hoy ese pacto se ha resquebrajado. El Estado -lo comprobamos todos los dรญas- no detenta ese monopolio sino que lo comparte con el crimen organizado. No se trata de dos monopolios enfrentados sino de la simbiosis de ambos.
El Mal no sรณlo estรก fuera sino tambiรฉn dentro de las estructuras del Estado. El chofer de Fernando Martรญ se detuvo en el retรฉn porque creรญa que รฉste era de policรญas, sin saber que se trataba de delincuentes. Ahora sabemos que eran delincuentes y policรญas. Esa relaciรณn no es nueva. El crimen organizado ha infiltrado al Estado. Hace pocos dรญas nos amanecimos con la noticia de que una cรฉlula de los Beltrรกn Leyva habรญa infiltrado a la SIEDO. Y si no infiltran, corrompen las fuerzas policiales. Tenemos tambiรฉn el caso de policรญas y militares, como es el caso de los Zetas, que de plano se pasan del lado de los criminales.
Edmund Burke decรญa que la รบnica condiciรณn para que prevalezcan las fuerzas del Mal es que los hombres de bien no hagan nada. Hemos llegado a esta situaciรณn porque los ciudadanos lo hemos permitido. Con nuestra tolerancia a la corrupciรณn, con nuestra pereza para exigir cuentas claras, con nuestra pobre participaciรณn en los asuntos pรบblicos. Es hora de decir que la burguesรญa mexicana tiene una responsabilidad mayor en los hechos que ahora le preocupan. Basta hojear los nauseabundos suplementos o las revistas que retratan su “vida social”, para calibrar la infinita estupidez de sus declaraciones, la buena conciencia de sus migajas filantrรณpicas, la grosera frivolidad de sus poses, el dispendio del que hacen gala y que es, en sรญ mismo, una incitaciรณn irresistible al delito. No saben en quรฉ paรญs viven. Parece que no viven en este paรญs.
Pero todavรญa hay hombres de bien y ciudadanos responsables en todas las capas sociales. ยฟQuรฉ hacer? Marchar, para empezar, marchar como en Espaรฑa frente al terrorismo, marchar como una forma efectiva de presiรณn social. Pero ademรกs de exhibir nuestra indignaciรณn, se debe marchar para exigir una agenda concreta. En el 2004 existรญa un documento ciudadano que respaldaba la marcha contra la inseguridad. Fue la marcha mรกs grande que se haya registrado, pero aquella agenda quedรณ en letra muerta. Esta vez debe ser diferente.
Las medidas que ha propuesto “Mรฉxico unido contra la delincuencia” (observatorio ciudadano, estrategia nacional contra el secuestro, legislaciรณn antisecuestro, reclusorio para secuestradores, reglamentaciรณn de celulares) son importantes pero no suficientes, porque no tocan el corazรณn del problema: la complicidad entre policรญas y delincuentes. ยฟQuรฉ hacer? En primer lugar, exigir un diagnรณstico exacto y honesto que reconozca esta simbiosis. En segundo lugar, esperamos un rediseรฑo completo de las fuerzas policiacas del paรญs. En tercer lugar, es necesario que los mandos superiores se hagan responsables efectivos de sus รกreas: si sus subordinados fallan, ellos tambiรฉn deben pagar por la falla. En el momento en que esa responsabilidad sea efectiva, los mandos van a cuidar las actuaciones de sus subordinados porque no sรณlo les irรญa el puesto sino hasta su libertad.
De la primera marcha podrรก salir quizรก un nuevo liderazgo social que comience a operar en el รกmbito puramente cรญvico para fortalecerlo. Desde allรญ podrรญa idear formas concretas de presionar y aรบn auditar y certificar de modo permanente a los altos mandos policiacos, vigilar los juicios de los delincuentes, etc… En poco tiempo, ese liderazgo renovado podrรญa tambiรฉn incidir en la vida polรญtica.
Los convocantes a la segunda marcha confunden a Mรฉxico con una parte de Mรฉxico (ellos mismos y el petrรณleo) y proclaman su designio de tomar oficinas pรบblicas, recintos parlamentarios, aeropuertos, carreteras. Si lo hacen, sobre todo en estas circunstancias, serรก suicida: todo Mรฉxico -o casi todo- se los reclamarรก.
“Una casa dividida contra sรญ misma no sobrevivirรก”, dijo Lincoln en los albores de la Guerra Civil americana. No dividamos la casa comรบn, la casa de todos, que es Mรฉxico.
– Enrique Krauze
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.