EducaciĆ³n contra corriente en Arizona

Una mirada a los efectos nocivos que tendrĆ” la Ley 2281 sobre la educaciĆ³n y la cultura mexicoamericana en Arizona.
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En Tucson, Arizona, el lugar donde vivo, la Ley 2281 del Senado censurĆ³ y declarĆ³ ilegales los libros y programas educativos mĆ©xicoamericanos. Escrita por el Superintendente de EducaciĆ³n PĆŗblica de Arizona, John Huppenthal, y aprobada en enero de 2011, la Ley 2281 fue propuesta como una manera de acabar con la supuesta segregaciĆ³n racial en las aulas, y con programas que presuntamente incitan a derrocar al gobierno, entre otras acusaciones hechas al Departamento de Estudios MĆ©xicoamericanos en el Distrito Escolar Unificado de Tucson. La clausura del Programa de Estudios Ɖtnicos de Tucson entra dentro de la misma tradiciĆ³n legislativa que la Ley SB 1070, la cual permite a policĆ­as exigirle a cualquiera que parezca “ilegal” sus documentos de ciudadanĆ­a, lo cual muchos consideran una prĆ”ctica de persecuciĆ³n racial contra la poblaciĆ³n latina.

Contrario a los argumentos para eliminar el programa Estudios Ɖtnicos (tambiĆ©n conocido como Estudios de La Raza) de la preparatoria en Tucson, este programa ha motivado e inspirado a los estudiantes. Como lo demuestra el documental “Precious Knowledge”, la movilizaciĆ³n de los estudiantes en contra de la Ley 2281 es testimonio de su compromiso con el programa, y la seguridad que Ć©ste les ha dado para defender sus derechos y su identidad. Varios estudiantes de preparatoria incluso irrumpieron en la junta del Concejo Ciudadano de Tucson que eliminarĆ­a el programa. Como parte de estas movilizaciones en contra de la legislaciĆ³n HB 2281, tambiĆ©n se ha creado el grupo “librotraficantes” (http://librotraficante.com/), para llevar “libros mojados” a bibliotecas clandestinas en el suroeste de Estados Unidos; un acto de fe frente al sentimiento antilatino que existe Arizona.

En mi condiciĆ³n de Chicano y maestro de inglĆ©s en la Universidad de Arizona, con frecuencia me refiero a mĆ­ mismo como un “trabajador inmigrante con documentos” que viene de California. Al mismo tiempo, llamo al enorme porcentaje de estudiantes blancos que vienen de otros estados, “trabajadores documentados” para ilustrar el poder deshumanizante que tienen las palabras. De la misma forma en que, a travĆ©s de su nombre, los librotraficantes refieren el estereotipo de los mexicanos que trafican con drogas y gente, la manera en que yo juego con la categorizaciĆ³n legal del estatus migratorio de los estudiantes blancos, los empuja a reflexionar acerca del uso de tĆ©rminos como “ilegal”. Mis estudiantes se ven obligados pensar a travĆ©s del lenguaje con el que los defino. No es comĆŗn que en Estados Unidos se los categorice como otra cosa que “americanos”, por lo que no han sido blanco de leyes como la SB 1070. La mayorĆ­a de los estudiantes norteamericanos blancos no se ven a sĆ­ mismos como migrantes parte de un proceso histĆ³rico, parecido al que narran algunos educadores latinos cuando explican la diversidad de experiencias que viven las personas de origen latinoamericano en Estados Unidos.

La ciudadanĆ­a y bagaje cultural de los latinos de Arizona no sĆ³lo han sido cuestionados, sino que los legisladores han convertido en ley la discriminaciĆ³n racial y la ilegalidad de la literatura e historia latinas. Arizona se ha convertido en un sĆ­mbolo de lo que el conservadurismo extremo puede lograr. Hace algunas semanas, Noam Chomsky dio una charla en la Universidad de Arizona, que se encuentra cruzando la calle de la Preparatoria Tucson de Estudios Ɖtnicos, el blanco principal de la Ley Anti-Estudios Ɖtnicos 2281. En su conferencia, Chomsky hablĆ³ del argumento de David Hume concerniente al “gobierno que se basa Ćŗnicamente en la opiniĆ³n”. Claramente, la opiniĆ³n de los votantes y de la legislatura conservadora de Arizona reflejan un sentimiento antilatino y un deseo no sĆ³lo de controlar los cuerpos de las personas, sino tambiĆ©n los cuerpos de enseƱanza. Durante la sesiĆ³n de preguntas y respuestas, tuve la oportunidad de preguntarle a Chomsky, “considerando leyes como la HB 2281, ¿en dĆ³nde vamos a encontrar, como educadores, esperanza e inspiraciĆ³n?” HablĆ³ entonces del activismo estudiantil e incluso citĆ³ al movimiento Occupy como fuentes de inspiraciĆ³n, sin olvidar el aumento en los porcentajes de mujeres y personas de color que ahora han logrado obtener una educaciĆ³n superior.

Cornell West tambiĆ©n dio una plĆ”tica en la Universidad de Arizona despuĆ©s de reunirse con estudiantes de la Preparatoria Tucson y la semana pasada estuve en el concierto que la banda Ozomantli ofreciĆ³ para reunir fondos para “Salvemos los Estudios Ɖtnicos” en Los Ɓngeles. Como latino que vive y enseƱa en Tucson, agradezco el apoyo que han brindado los intelectuales y algunos canales de noticias a la clausura del Programa de Estudios Ɖtnicos de la Preparatoria Tucson y la prohibiciĆ³n de los libros de historia y literatura mĆ©xicoamericana en los programas escolares. Sin embargo, lo que es aĆŗn desconcertante es la relativa apatĆ­a con la que la mayorĆ­a de los estudiantes de la Universidad han recibido estas noticias. Los mismos estudiantes blancos que arguyen que “el racismo ya no existe” y que vivimos en “una sociedad ciega respecto al color de las personas”, parecen ignorar el mensaje que el Superintendente de EducaciĆ³n PĆŗblica, John Huppenthal, transmitiĆ³ durante su campaƱa: se debe “detener a la raza”. Un refrĆ”n comĆŗn entre estudiantes norteamericanos blancos, y que invalida la necesidad de actuar, es que estos ataques “son cĆ­clicos” y que “el pĆ©ndulo se inclina para un lado un dĆ­a y para el otro al siguiente”. Este argumento derrotista ignora las batallas ganadas por el movimiento de los derechos civiles, como si hubiera sido nada mĆ”s cuestiĆ³n de tiempo para que se reconocieran los derechos humanos de las mujeres, las personas de color y los homosexuales.

Los legisladores en Arizona, la mayorĆ­a de ellos del Partido Republicano, han impuesto aĆŗn otro lĆ­mite a la educaciĆ³n pĆŗblica en Arizona. El 23 de febrero de 2012, el Senado estatal aprobĆ³ la ley HB 2675, que obliga a los universitarios a pagar $2,000 de su bolsillo ademĆ”s de las cuotas regulares. John Kavanagh, representante y patrocinador del Partido Republicano, insiste en que proveer educaciĆ³n universitaria gratuita en momentos de crisis econĆ³mica es una mala decisiĆ³n polĆ­tica y que no exigir el pago de colegiaturas tiene consecuencias negativas, como el aumento del abandono de los estudios

Esta decisiĆ³n legislativa viene en un momento en que el Centro de Investigaciones Pew ha demostrado que los latinos y afroamericanos son los mĆ”s afectados por la recesiĆ³n econĆ³mica: el poder adquisitivo en los hogares latinos ha disminuido 66%, comparado con 53% en los hogares afroamericanos y 16% en los blancos. La Ley HB 2675 sin duda va a afectar las posibilidades que tienen los estudiantes latinos de igualar el porcentaje de blancos que se gradĆŗan de la universidad: 51% de latinos se gradĆŗa, contra el 59% de blanco.

A pesar de que la Universidad de Arizona pregona el aumento de 6,245 a 6,712 estudiantes latinos, estos sĆ³lo representan el 16 por ciento de los inscritos; un porcentaje relativamente bajo si se tiene en cuenta que en Arizona residen 1,892,037latinos, el 29.6% de la poblaciĆ³n. Estos nĆŗmeros ilustran una realidad en la que algunos ciudadanos estadounidenses se benefician de la tradiciĆ³n de subyugar a los latinos a travĆ©s del control que ejercen sobre ciertos servicios financiados por el Estado, como la educaciĆ³n. (http://www.pagnet.org/RegionalData/Population/Census2010/FirstResultsAvailable/tabid/940/Default.aspx).

 

 

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Candidato al doctorado en RetĆ³rica y ComposiciĆ³n en la Universidad de Arizona. Le interesa la retĆ³rica de la frontera y temas relacionados con la educaciĆ³n de los latinos en Estados Unidos.


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