Bien dice Chesterton, algo peor que el debilitamiento de los grandes valores morales es el fortalecimiento de los pequeรฑos valores morales. El martes, en โsolemneโ conferencia de prensa, el director de selecciones nacionales de futbol, Nรฉstor de la Torre, anunciรณ el resultado de las investigaciones โque le tomaron 15 dรญasโ para saber quรฉ habรญa sucedido en el hotel regiomontano luego del partido contra Colombia, una mรกs de nuestras celebraciones por el bicentenario. Nรฉstor abandonรณ sus labores, entre las cuales se destaca encontrar un entrenador para el equipo nacional, y concluyรณ, al parecer รฉl solo, que once futbolistas habรญan hecho una fiesta, situaciรณn que violentaba cuatro artรญculos del reglamento interno de la selecciรณn. Por cierto, dichos futbolistas negaron que dicha fiesta hubiera sucedido hasta que en Inglaterra aparecieron fotografรญas que arrojaban todo posible escondite por la borda.
El martes culminรณ un proceso que demostrรณ el manoseo y la torpeza de los involucrados. Los jugadores empeรฑados en ocultar un hecho que no tenรญa nada de malo; la federaciรณn obstinada en dar un golpe en la mesa solo porque aparecieron unas fotografรญas comprometedoras, y para mostrar que habรญa disciplina, en desencadenar una cacerรญa de brujas; los medios, revestidos como defensores de las buenas costumbres y trotaconventos que prefirieron la especulaciรณn al periodismo, se escandalizaron porque los jugadores no entienden que son figuras pรบblicas y se obsesionaron con un puritanismo realmente lamentable; y finalmente la sanciรณn: seis meses a los que se portaron peor โseis meses en los que solo hay dos partidos amistososโ y 50,000 pesos a los nueve restantes, monto que se donarรก a los damnificados de Veracruz. Entendemos que los que recibieron el peor castigo atentaron contra los cuatro artรญculos en cuestiรณn y los otros solo contra uno o dos. Y empieza la historia a crecer: hoy los medios han calificado a los jugadores de rijosos, niรฑos abandonados por padres ausentes e incluso, prevaricadores. ยฟCรณmo un jugador de futbol puede ser acusado de prevaricato? ยฟDรณnde estรก el abuso de autoridad o del puesto por haber realizado una fiesta? Si los jugadores atentaron contra un reglamento que se les castigue (yo entenderรญa que en ese mismo reglamento deberรญan estar asentadas las sanciones) y punto. No es necesario el escarnio pรบblico, la cacerรญa de brujas, y sobre todo, los discursos moralistas dispuestos a lanzar la primera piedra a la menor provocaciรณn, a pesar de cargar con una doble moral.
Ya entendรกmoslo y dejemos de confundir la gimnasia con la magnesia. La historia ha demostrado que ningรบn golpe de represiรณn genera autoridad moral. Si bien es cierto que la selecciรณn nacional actualmente es un champurrado que todo el mundo manosea sin ton ni son, cuya camiseta se ha abaratado, y que necesita cierto orden, un golpe de violencia abrupta solo generarรก un ambiente hostil que complicarรก las relaciones humanas. Las sanciones que sirven de donativo solo confunden. ยฟSe querรญa sancionar o ayudar? Es preciso entender que los servicios sociales no son resultado de sanciones, sino de una voluntad consciente que representa un deseo de solidaridad.
Ahora que ya pasรณ, se deben enfocar todas las armas en reconstruir la confianza y el valor de la selecciรณn nacional y me refiero a todos los involucrados. Es fundamental que se nombre al entrenador pronto, la persona adecuada para llevar a cabo un proyecto (a ver quiรฉn se avienta con el รกnimo de crear un nuevo ambiente); que los jugadores abandonen la soberbia que los caracteriza y recuerden que solo son futbolistas y no hรฉroes nacionales; que los medios se dirijan mรกs al anรกlisis que al chisme; que todos abandonemos las pobres posiciones puritanas y asustadizas que de nada sirven. Es preciso entender que si no se parte de un proyecto, poco, realmente poco, se lograrรก.
– Carlos Azar
Como escritor, maestro, editor, siempre he sido un gran defensa central. Fanรกtico de la memoria, ama el cine, la mรบsica y la cocina de Puebla, el รบltimo reducto espaรฑol en manos de los รกrabes.