Quique Guasch, moreno y sonriente, afirma en Estudio Estadio, justo antes de preguntarle a un jugador del Atlético de Madrid por su derrota contra el Zaragoza, que seguramente Jesús Gil estará en el cielo. Si lo de Quique Guasch es una opinión creo que Quique Guasch tiene poca información: o a lo mejor han cambiado las normas para entrar en el cielo.
Noches atrás, el informativo Hora 25 de la cadena Ser abre con la noticia de que Jesús Gil está muy grave, ingresado en una clínica. Jesús Gil ha descabalgado a la guerra de Irak de la cabecera de las noticias. Tengo un vaso en la mano y se me cae al suelo. Me pregunto si el ingreso en una clínica de Jesús Gil es más importante que la guerra de Irak, más importante que la subida del petróleo, más importante que las nuevas medidas del gobierno, más importante que cualquiera de las noticias del informativo.
El funeral de Jesús Gil parece un funeral de Estado. Antes, en el velatorio, mucha gente, famosos, mucho llanto. Muchos minutos de televisión. Muchos especiales en los periódicos.
En el Vicente Calderón se despliega una gigantesca pancarta con la cara de Jesús Gil y los espectadores lanzan al aire miles de trozos de papel. El cámara enfoca a su hijo Miguel Ángel Gil: llora.
Más dolor por la muerte de Jesús Gil que por la muerte de las víctimas del 11-m. Eso me parece.
Jesús Gil se hizo famoso por la urbanización de Los Ángeles de San Rafael: se le vino abajo el techo del restaurante que había construido. Murieron 58 personas. Jesús Gil fue a la cárcel, pero Franco le perdonó. Cumplió año y medio de encierro: había sido condenado a más de cuarenta. Franco tendría razones para perdonarle. Hay una asociación que promueve la canonización de Franco. Jesús Gil colocó en el Ayuntamiento de Marbella un busto de Franco, cuando Jesús Gil ganó la alcaldía.
Jesús Gil se hizo con la presidencia del Atlético de Madrid. Se convirtió en el personaje preferido de los humoristas de la televisión: era fácil de imitar, con sus tics verbales y con su brutalidad y con sus movimientos toscos. No era como el mafioso de Los Soprano: no necesitaba psiquiatra y sonreía, sonreía mucho. La culpa no anidaba en ningún lugar de su cuerpo, grande, ni de su cabeza, también grande.
Jesús Gil llegó a tener su propio programa de televisión: salía en un jacuzzi rodeado de rubias y morenas en bikini. Creo que respondía preguntas de los espectadores. Me producía náuseas.
Jesús Gil era alcalde de Marbella y su partido, el gil, gobernaba en otros pueblos de Málaga. Incluso llegó a presentar listas en más lugares de Andalucía y en Ceuta. Su irrupción política inquietó a los partidos orgánicos, que veían cómo un populismo chabacano podía calar en cierto electorado. Ruiz Mateos lo había intentado sin tanto éxito unos cuantos años antes. La justicia intervino cuando Jesús Gil empezó a perturbar la pax democrática: Jesús Gil ha muerto pero tenía encima un proceso judicial por el que le solicitaban más de cuarenta años de prisión. Aunque ahora ya no estaba Franco para indultarle.
Las camisetas del Atlético de Madrid anuncian el día de luto por Jesús Gil El castigador, la película de Jonathan Hensleigh: en El castigador John Travolta hace de empresario chungo chungo.
Jesús Gil es conocido porque monta un caballo blanco que se llama Imperioso. Afirma, muchas veces, que Imperioso es mejor que la mayoría de la gente que conoce: no sé si se incluye a él mismo.
“Y tal y tal y tal”, esa es la lección moral de Jesús Gil.
Jesús Gil tiene un estilo de vestir inimitable, con cadenas de oro al cuello, con camisas abiertas floreadas, con bermudas.
Se habla mucho de la mafia que se instala en Marbella, se habla también de la especulación inmobiliaria, se habla de la forma singular de llevar los asuntos del municipio de Jesús Gil. Y se habla de las nuevas construcciones de Marbella, sobre todo de un arco estilo Hollywood, y de la seguridad que hay en las calles. El imperio de la ley. El segundo de a bordo de Jesús Gil es Julián Muñoz, el actual novio de Isabel Pantoja.
Sólo leo en los periódicos tres artículos críticos sobre Jesús Gil, uno de Rosa Montero en El País, otro de Martín Prieto en El Mundo y un tercero de Mariano Gistaín en El periódico de Aragón. Son pocas armas para contrarrestar los días y días de intoxicación: seguro que va al cielo, dijo Quique Guasch, sonriente. ¿Por qué tanta alabanza a Jesús Gil? Consiguió, incluso, que el Atlético de Madrid pasara dos temporadas en segunda división.
En cnn+ destacan que nunca tuvo pelos en la lengua para decir lo que pensaba: pero se refieren al fútbol. No recuerdo haber oído hablar nunca a Jesús Gil sobre su responsabilidad en el desastre de Los Ángeles de San Rafael.
Tengo la sensación de que se piensa en Jesús Gil como si se pensara en la Bruja Lola, pero Jesús Gil no se parece en nada a la Bruja Lola. –
(Zaragoza, 1968-Madrid, 2011) fue escritor. Mondadori publicó este año su novela póstuma Noche de los enamorados (2012) y este mes Xordica lanzará Todos los besos del mundo.