El juego perfecto de Buehrle

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El 23 de julio en Chicago, la misma ciudad en la que Mรฉxico y Costa Rica desparramaban los รบltimos estertores de un espectรกculo futbolรญstico moribundo, Mark Buehrle lanzรณ un juego perfecto. Con los dos del siglo XIX, a partir del juego perfecto del histรณrico Cy Young en 1904, el de anoche fue el decimoctavo de la historia. Sรณlo 18, uno en una serie mundial, el de Don Larsen coronado por el abrazo con Yogi Berra y 17 en temporada regular. Mejor todavรญa, Buehrle es el sexto lanzador de la historia en lograr un juego perfecto, ademรกs de uno sin hit ni carrera.

Al ser la humildad la base de este deporte (los mejores equipos son los que ganan, cuando mucho, seis de cada diez partidos y los bateadores mรกs connotados, los que conectan tres imparables de cada diez), la posibilidad de llegar a la perfecciรณn abre un camino de belleza sorpresiva. Buehrle siempre se habรญa caracterizado por ser un lanzador โ€“tรญpico de los zurdosโ€“ que controla muy bien las esquinas, y en su caso, principalmente la de adentro. Sin embargo, en el juego de anoche, nos sorprendiรณ con el control infinito, sorpresivo, semilento, de la esquina de afuera. Durmiรณ a los bateadores rivales con la recta que parece que no va a caer, el slider asesino y el cambio de velocidad traicionero.

Como sucede siempre que la perfecciรณn nos da la mรญnima posibilidad de rozarle el codo, las circunstancias se agolpan para que se logre el milagro. En la novena entrada โ€“la inevitable, รฉsa que destruyรณ la perfecciรณn del lanzador del cuento de Sergio Ramรญrezโ€“ el primer bateador conectรณ un largo batazo, a lo profundo del jardรญn central. Ahรญ, en ese momento, el jardinero que acababa de entrar a jugar con la intenciรณn de mejorar la defensa, saltรณ; suspendido en el aire, devolviรณ la pelota de un home run que parecรญa inevitable. Todo se iba a perder, la perfecciรณn, el sin hit, la blanqueada, en un instante de infinito. El jardinero, con la punta del guante y ciertos malabares angustiantes, logrรณ quedarse con la pelota que levantaba frente a todos, como si hubiera sacado la sortija de una cajita.

El juego perfecto es una rareza sรณlo superada por el triple play sin asistencia. En el juego de posibilidades infinitas, anoche tuvimos la posibilidad de emocionarnos una vez mรกs y de comprobar, de nuevo, esa frase que Reggie Jackson le dijo al pitcher Tom Seaver: โ€œlos ciegos vienen al parque sรณlo para escucharte lanzarโ€.

โ€“ Carlos Azar

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Como escritor, maestro, editor, siempre he sido un gran defensa central. Fanรกtico de la memoria, ama el cine, la mรบsica y la cocina de Puebla, el รบltimo reducto espaรฑol en manos de los รกrabes.


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