a dos, digรกmoslo asรญ, obvios maestros:
Javier Marรญas y Enrique Vila-Matas
Muy posiblemente, si las dificultades y los inconvenientes no hubiesen sido tan grandes, y los acontecimientos de su vida no se hubieran sucedido unos a otros sin interrupciรณn impidiรฉndolo todo, como sucede a menudo, ya que la vida solo existe para entorpecer la vida, al escritor alemรกn Wolfgang Koeppen โque naciรณ en 1906 en Greifswald y muriรณ en 1996 en Mรบnich, habiendo nacido de la uniรณn al parecer brevรญsima entre la costurera del teatro local y un oftalmรณlogo residente en Berlรญn que jamรกs tuvo relaciรณn con su hijo, que debiรณ interrumpir sus estudios en su temprana juventud y recorriรณ el mar Bรกltico como cocinero de un barco antes de intentar establecerse como director teatral en Weimar, en Berlรญn y en Wurzburgo, que destacรณ como novelista y dejรณ de escribir alrededor de 1981, habiendo vivido la que parece una vida sin grandes perturbaciones, ya que la narraciรณn tiende siempre a disimularlas, de tal forma que a menudo la escritura de una autobiografรญa o de unas, llamรฉmoslas asรญ, memorias parece la รบnica forma que encuentran ciertos sujetos para generar el convencimiento, en los demรกs pero principalmente en sรญ mismos, de que tuvieron unas vidas que pueden ser narradas de manera ordenada, que adquieren un sentido cuando se las narra y se las contempla, digรกmoslo asรญ, de forma retrospectiva, aunque es evidente que se trata de sujetos todavรญa paralizados por la significaciรณn de los acontecimientos que han vivido y que sus vidas, como las de todos nosotros, han estado escindidas entre unas convicciones internas y unas realidades externas al sujeto que este nunca ha podido comprender antes de escribirlas, que es algo que pudo sucederle al propio Koeppen, cuya vida solo parece sencilla y sin grandes perturbaciones si estas no son mencionadas, si no se dice nada de su breve y mayormente triste infancia en la que se desempeรฑรณ como ayudante en una librerรญa, de su trabajo posterior como empleado de almacรฉn de la compaรฑรญa de lรกmparas Osram, de sus dificultades para defender a los nuevos dramaturgos durante su periodo como director teatral en Wurzburgo, de las reacciones a su primera novela, que incluyeron la recomendaciรณn de que el autor fuera internado en un campo de concentraciรณn con el fin de ser โreeducadoโ, de su exilio en Holanda, desde donde debiรณ presenciar cรณmo su segunda novela era destrozada por la crรญtica alemana debido a que habรญa sido publicada por un editor judรญo, de su trabajo como guionista en los estudios ufa, para los que escribiรณ guiones que nunca fueron utilizados, de la bomba que destruyรณ el edificio en el que vivรญa con buena parte de sus inquilinos, lo que Koeppen aprovechรณ para pasar a la clandestinidad, de la difรญcil supervivencia durante la guerra y su desempeรฑo posterior como policรญa de la ocupaciรณn aliada, del รฉxito de sus novelas y sus artรญculos de viajes y de su progresivo, o no tan progresivo, desencanto de la literatura, que lo llevรณ a no escribir prรกcticamente nada desde 1976, del permiso otorgado por las autoridades de la asรญ llamada Repรบblica Democrรกtica de Alemania para visitar su localidad natal en 1985, de la muerte de su mujer, que tal vez parezca a algunos un acontecimiento mรกs entre muchos otros pero tiene que haber sido de una gran importancia para Koeppen, que por entonces, algo mรกs de diez aรฑos antes de su muerte, habรญa sido derrotado ya por todos estos acontecimientos de su vida, que le habรญan impedido escribir durante aรฑos hasta que dispuso del tiempo y del sitio para hacerlo, es decir, hasta que escribir ya no le resultรณ necesario en absolutoโ, de haber podido hacerlo, le hubiese gustado narrar la siguiente historia: Alguien, un dibujante, posiblemente britรกnico โllamรฉmoslo Martin Rowson, por el caso; de hecho, Koeppen nunca prestรณ una gran atenciรณn a los nombres, ni a los de sus personajes ni a los demรกsโ, lee la Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, el gran libro de Laurence Sterne, y se propone hacer una adaptaciรณn grรกfica de la obra; es decir, toma la decisiรณn de escribir una novela grรกfica basada en el libro de Sterne cuyo pรบblico desconoce pero imagina, de antemano, adolescente: jรณvenes britรกnicos con camisetas de equipos de futbol de la ciudad de Manchester โde hecho, no imagina siquiera que esos adolescentes puedan llevar camisetas del Sunderland, que es su equipo, ni del Middlesbrough o del Hull City; por el caso, tampoco del Chelsea o del Arsenal; los imagina, siguiendo un prejuicio largamente instalado, que parece haber alcanzado ya a Rowson o, mรกs posiblemente, a Koeppen, en el asilo de ancianos en Mรบnich donde pasa sus รบltimos dรญas bajo el peso de la noche y parece el sitio mรกs inapropiado para albergar prejuicios en relaciรณn a los jรณvenes del norte de Inglaterraโ a los que les da pereza leer una obra de la extensiรณn de Tristram Shandy y desean โpero todos lo deseamos, todo el tiempo, con respecto a casi todas ellasโ encontrar un atajo que los conduzca a travรฉs de la de Sterne, que posiblemente imaginen como un bosque oscuro sin cobertura de telefonรญa mรณvil ni conexiรณn de datos; es decir, un sitio realmente espeluznante. Asรญ que Rowson concibe las primeras cinco o seis pรกginas iniciales, las bosqueja, las entinta, las rotula, las abandona.
A continuaciรณn se pregunta si puede adaptar el libro de ese modo, sin saber demasiado sobre Sterne, sin saber casi nada sobre su รฉpoca, sobre la literatura que el escasamente hรกbil titular del vicariato de Coxwold leรญa y que plagiรณ, parodiรณ, modificรณ en su gran novela, sin saber nada de los hรกbitos de un tiempo que รฉl debe recrear en su obra hasta en los, digรกmoslo asรญ, mรกs mรญnimos detalles, de modo que decide reparar esas lagunas leyendo algo acerca de todo ello, un libro o dos que le sirvan de documentaciรณn, que le permitan, piensa, presumir mรกs tarde de un conocimiento del siglo XVIII inglรฉs que, desafortunadamente, no se adquiere de forma natural naciendo en Inglaterra, respirando su aire, mayormente insalubre, o viviendo en las mismas habitaciones minรบsculas y costosรญsimas en las que se vivรญa en el siglo XVIII posiblemente con el mismo empapelado en las paredes y la misma, terrible, moqueta en el suelo del baรฑo. En una librerรญa de Charing Cross Road, Rowson compra el libro de Ian Campbell Ross Laurence Sterne: A life, publicado en Oxford por la Oxford University Press en 2001, y algunas semanas despuรฉs, tras haberlo leรญdo, adquiere tambiรฉn, pero en otra librerรญa โuna en la que el propietario se encuentra acurrucado detrรกs del mostrador, atemorizado, por lo que parece, ante la presencia de un gato amarillo, que yace sobre un libro de Vitali Shentalinski y ocasionalmente abre un ojo amarillo que clava en รฉl para impedirle que se muevaโ, las dos obras de Arthur H. Cash, Laurence Sterne: The early and middle years y Laurence Sterne: The later years, que Routledge ha publicado en Londres en 1975 y en 1986, respectivamente. Rowson adquiere, por lo tanto, un conocimiento รญntimo de la biografรญa del autor del Viaje sentimental y de su รฉpoca, que de a ratos, mientras lee los libros, le parece mejor que la actual y a veces peor, dependiendo de su estado de รกnimo, que tiende a ser mรกs bien miserable, en particular cuando llueve o cuando recuerda al hombre de la librerรญa al que atemorizaba su gato, cuyo olor cree reconocer en las pรกginas, lo que, sin embargo, lo lleva a pensar, singularmente, que todavรญa no sabe lo suficiente sobre Sterne, especรญficamente sobre la recepciรณn de su libro, cosa que ahora considera fundamental para llevar a cabo su adaptaciรณn de Tristram Shandy, por lo que tambiรฉn adquiere Sterne, the Moderns, and the novel de Thomas Keymer, que Oxford University Press publicรณ en 2002, y el volumen de ensayos reunidos ese mismo aรฑo por Marcus Walsh bajo el tรญtulo Laurence Sterne: la excentricidad, la innovaciรณn o la sorpresa no parecen encontrarse entre los efectos que quienes titulan libros sobre el autor de los Sermones de Mr. Yorick pretenden conseguir. Un par de veces, en las semanas siguientes, Rowson se pregunta ociosamente โen general durante el desayuno, mientras frรญe tostadas o templa la tetera, algo que a menudo inquieta a sus amigos franceses, aunque es evidente que el tรฉ sabe mejor si la tetera es templada previamente, y que, ademรกs, es conveniente no tener muchos amigos franceses, o no tomarse su amistad muy en serio, al menos en lo que hace a sus afirmaciones sobre dos cosas acerca de las cuales no saben nada, absolutamente nada: la preparaciรณn de un tรฉ y la literaturaโ si Sterne fue un modernista o un posmodernista โmรกs aรบn, Rowson se pregunta si ambas categorรญas tienen algรบn tipo de utilidad, en relaciรณn a la obra de Sterne y a todas las otras, las producidas antes y despuรฉs, pero particularmente despuรฉs, y que tan deficitarias parecenโ, asรญ que consulta la antologรญa de ensayos de David Pierce y Peter de Voogd Laurence Sterne in Modernism and Postmodernism, que Rodopi publicรณ en รmsterdam en 1996, al igual que la de Melvyn New Critical essays on Laurence Sterne, editada en Nueva York por G. K. Hall dos aรฑos despuรฉs. Ambos libros lo conducen al de Alan B. Howes Sterne: The critical heritage, de 1974, y tambiรฉn a โTristram Shandyโ: The games of pleasure de Richard Lanham, publicado en Berkeley por la University of California Press en 1973, asรญ como a Laurence Sterne as satirist: A reading of โTristram Shandyโ del ya mencionado New, que dio su obra a la imprenta de la University of Florida Press en 1969. Quizรกs sea inevitable a esta altura: los dos libros lo llevan a leer el de John M. Stedmond The comic art of Laurence Sterne: Convention and innovation in โTristram Shandyโ and โA sentimental journeyโ, publicado en Toronto en 1967, y de allรญ pasa al ensayo de Wayne Booth โDid Sterne complete Tristram Shandy?โ, aparecido en el nรบmero 48 de la revista Modern Philology correspondiente a febrero de 1951; es decir, ocho aรฑos antes de que Rowson naciera: aunque el ensayista estadounidense cita allรญ otros libros anteriores, Rowson no los consulta, convencido como estรก de que nada que haya sido publicado en la primera mitad del siglo XX puede ser de alguna importancia โun prejuicio, nuevamente, que puede ser tanto de Rowson como de, mรกs posiblemente, Koeppenโ, lo que lo lleva a mirar โhacia adelanteโ, por decirlo asรญ, aunque es evidente que el โadelanteโ de Booth es el โatrรกsโ de Rowson, dicho lo cual es posible que el estadounidense, que naciรณ en 1921 y muriรณ en 2005, no pensase realmente en el tiempo como en una flecha tendida entre dos puntos sino mรกs bien, y en particular durante su vejez, como en una desgracia, como el peso de la noche abatiรฉndose sobre รฉl y sobre todos los que amaba, si amaba a alguien.
Asรญ que Rowson remonta el rรญo o la flecha del tiempo, o cualquier otra metรกfora que se desee emplear, para leer el imprescindible libro de John Traugott โTristram Shandyโs world: Sterneโs philosophical rhetoric, que la University of California Press publicรณ en Berkeley en 1954 y en el que Traugott sostiene que Sterne se propuso con Tristram Shandy subvertir la doctrina racionalista de la asociaciรณn de ideas formulada por John Locke. A continuaciรณn, por supuesto, Rowson tiene que leer la selecciรณn de ensayos publicada por Traugott catorce aรฑos despuรฉs con el tรญtulo de Laurence Sterne: A collection of critical essays, con la expectativa de que su pensamiento se haya vuelto menos oscuro entre 1954 y 1968 โla respuesta, lo comprueba a poco de haber comenzado la lectura, es que no fue asรญโ, varios libros sobre la doctrina de Locke, de los que entiende mรกs bien poco, el ensayo de Arthur H. Cash de 1955 โThe lockean psychology of Tristram Shandyโ, que refuta anticipadamente las ideas de Traugott, el de W. G. Day โLocke may not be the keyโ, que sostiene aproximadamente lo mismo, y una vida de John Locke en novela grรกfica que parece haber sido dibujada con la mano izquierda por un dibujante diestro o por un dibujante zurdo con la mano derecha, no consigue averiguarlo exactamente: entre un parรฉntesis y otro, entre una lectura y otra, entre una molesta frase subordinada y otra, pasan meses.
Desde luego ninguno de estos libros es particularmente fรกcil de localizar. Rowson es una persona sedentaria, pero su interรฉs en Sterne โque, por lo demรกs, se reduce simplemente a su deseo de realizar la adaptaciรณn grรกfica de Tristram Shandy, para la que ha firmado ya un contrato con un editor que parece desconocer o no creer en el prejuicio segรบn el cual los jรณvenes ingleses desean un atajo a travรฉs del libro de Sterne y solo visten camisetas de equipos de futbol de la ciudad de Manchesterโ lo lleva a tener que salir regularmente de su casa durante un largo periodo, por ejemplo para visitar la biblioteca de su barrio, donde consulta algunos de los libros mencionados, o para ir a la Library of London, que al principio lo impresiona y luego se convierte sencillamente en una especie de segundo hogar para รฉl, con todos los inconvenientes que esto supone. En una ocasiรณn, y esto debido a que se entera de la existencia de un ejemplar del muy poco habitual libro de James Swearingen de 1977 Reflexivity in โTristram Shandyโ: An essay in phenomenological criticism en una librerรญa local, Rowson visita Bath. Allรญ compra el libro y se marcha a un hotel en la periferia de la, por lo demรกs, pequeรฑa ciudad del suroeste inglรฉs sin siquiera haber visto sus edificios mรกs significativos o, por el caso, los famosos baรฑos del periodo romano, que alimenta una fuente conocida ya en tiempos de los celtas de la que emana un agua pestilente que nadie en su sano juicio puede considerar de algรบn provecho, cosa que, por lo demรกs, Rowson, que cree haber leรญdo algo al respecto en algรบn lugar, no podrรก comprobar nunca. Al llegar al hotel pide un sรกndwich de pollo al servicio de habitaciones y hojea un folleto de la ciudad en el que descubre o recuerda que las siguientes personas nacieron en Bath e incluso vivieron allรญ algรบn tiempo: Jane Austen, Charles Dickens, Henry Fielding, Tobias Smollett, Mary Shelley, Ken Loach, Eddie Cochran, Peter Gabriel, Peter Hammill y el almirante Horatio Nelson, todo lo cual le parece a Rowson una demostraciรณn de que el agua y, en general, las condiciones de vida en Bath deben ser muy malas o pรฉsimas para la salud. A continuaciรณn deja el folleto a un costado y espera al servicio de habitaciones viendo en la televisiรณn el partido en directo entre el Sunderland y el Tottenham Hotspur; cuando comienza a verlo, el partido ha empezado unos veinte minutos atrรกs y ganan los Hotspurs por uno a cero con un gol de falta directa del francรฉs รtienne Capoue, que espontรกneamente se ha anticipado a Josรฉ Paulo Bezerra Maciel Jรบnior โPaulinhoโ, el jugador brasileรฑo que suele lanzar los tiros libres directos y que se enfada hasta tal punto con Capoue por haberle quitado la posibilidad de lanzar la falta que sigue enfadado cuando termina la primera mitad del partido. La falta, y esto no carece de importancia, ha sido cometida sobre Aaron Lennon, que habรญa recibido un pase corto de Moussa Dembรฉlรฉ, quien a su vez habรญa aprovechado un pase de Lewis Holtby, el cual habรญa tenido que bajar hasta la lรญnea defensiva para recibir el balรณn de parte de Kyle Walker, quien lo habรญa obtenido a su vez de Brad Friedel, el cual habรญa recogido el balรณn tras un disparo poco enรฉrgico de Jozy Altidore que entusiasmรณ, aunque brevemente, a la aficiรณn del Sunderland, como el desempeรฑo general del jugador estadounidense desde su llegada al equipo del nordeste de Inglaterra. Algo de todo ello importa a Rowson; la mayor parte, sin embargo, lo deja indiferente: mientras afila un lรกpiz, distraรญdamente, se corta un dedo.
Al regresar a Londres, Rowson lee el libro de Jonathan Lamb Sterneโs fiction and the double principle, publicado por la Cambridge University Press en 1989, el ensayo de Melvyn New โSterne and the narrative of determinatenessโ (1992), que responde al de Jonathan Lamb, el de Everett Zimmerman โTristram Shandy and narrative representationโ (1987), sobre la pรฉrdida de la fe en el mundo moderno, contra la que Sterne intentรณ combatir, un diccionario histรณrico de slang โtoby es nalga; siege, ano, descubreโ, el ensayo de Calvin Thomas โTristram Shandyโs consent to incompleteness: Discourse, disavowal, disruptionโ, con explicaciones lacanianas del comportamiento de los personajes masculinos de la novela que lo ponen al borde del espanto, aunque de un espanto aburrido, una larga y monรณtona vacaciรณn en Argentina sin glaciares, sin cataratas, sin robos a mano armada en las puertas de un hotel en Palermo, una especie de cรกncer que estรก devorando Buenos Aires, donde todo pasa poco a poco a estar en Palermo, aunque esto Rowson tampoco lo sabrรก nunca, los muchos nรบmeros de The Shandean: The Annual of the Laurence Sterne Trust y las numerosas ediciones de The Scriblerian, las quinientas cincuenta pรกginas de notas de la ediciรณn del Tristram Shandy que Melvyn y Joan New prepararon para la universidad de Florida en dos volรบmenes, The philosophical irony of Laurence Sterne de Helene Moglen (1975), que reelabora a Traugott, The comic art of Laurence Sterne de John M. Stedmond, de 1967, Laurence Sterne as satirist, que Melvyn New publicรณ en 1969, el ensayo de Leigh Ehlers โMrs. Shandyโs โlint and basiliconโ: The importance of women in Tristram Shandyโ. Lee Tristram Shandy de Max Byrd, de 1991, Image and immortality. A study of โTristram Shandyโ (1970) de William V. Holtz, que discute la relaciรณn de Sterne con William Hogarth y Joshua Reynolds, โTristram Shandyโ: The games of pleasure de Richard Lanham, de 1973, โTristram Shandyโ, el muy รบtil ensayo de Eric Rothstein publicado en Systems of order and inquiry in later Eighteenth-Century fiction, de 1975. Lee el Essay towards a complete new system of midwifery de John Burton, de 1751, y el Treatise on the theory and practice of midwifery de William Smellie, de 1752, tras leer el libro de Sterne Letter to William Smellie, m.d., containing critical and practical remarks upon his treatise: su, por lo demรกs, relativamente breve inmersiรณn en la obstetricia le permite adquirir unos conocimientos que, piensa Rowson con cierto orgullo, le permitirรญan traer un niรฑo al mundo, al menos un niรฑo del siglo XVIII, cuando, aparentemente, estos solรญan tener una mayor consistencia. Mientras lee el artรญculo de D. W. Jefferson โTristram Shandy and the tradition of learned witโ (1951), Rowson apunta una vez mรกs que Tristram Shandy debe ser leรญdo en la tradiciรณn satรญrica de Franรงois Rabelais y Jonathan Swift; una vez mรกs, tambiรฉn, lee que Sterne yuxtapone en รฉl los discursos contradictorios, a menudo improbables, de la cosmologรญa medieval, la medicina, la fisiologรญa, la jurisprudencia, la religiรณn y la ciencia militar, que el autor inglรฉs equipara con la estupidez humana, que carece de ciencia porque las permea a todas. Rowson comprende que es absurdo contemplar siquiera la posibilidad de aproximarse a la parodia sterniana sin conocer los discursos que parodia, pero tambiรฉn comprende o entiende que conocer esos discursos puede tomarle aรฑos, los mismos que tomaba a un hombre de la รฉpoca de Sterne adquirir los conocimientos que lo convirtieran en un miembro respetado de la comunidad letrada, alguien de quien se pudiera decir que era culto, que era lo que se podรญa decir de Sterne, asรญ como una docena de cosas bastante menos agradables. Rowson piensa todo esto mientras bebe una taza de tรฉ en la cafeterรญa de la Library of London, frente a una pareja: รฉl es calvo y lleva un suรฉter de cuello alto de color claro que lo hace parecer un inmenso pene circuncidado, ella deja su taza a un lado y le pregunta: โยฟY quรฉ le vas a decir a tu mujer?โ Rowson no quiere escuchar, pero esto no tiene importancia porque el hombre no responde nada, y el dibujante, que ha pasado ya varios aรฑos de su vida en ella, que la conoce ya al dedillo, aunque esto no signifique ningรบn tipo de mรฉrito sino, mรกs bien, la manifestaciรณn de una cierta imposibilidad y de algo que en breve serรก, y parecerรก, una derrota de algรบn tipo, principalmente intelectual, regresa con pesadumbre a la sala de lectura.
Lee, o vuelve a leer, que los autores con los que se asocia habitualmente a Sterne son Samuel Richardson, Daniel Defoe, Tobias Smollett y Henry Fielding. El primero, descubre Rowson con cierta sorpresa, escribiรณ tres novelas; el segundo, se asombra, nueve novelas, ademรกs de cientos de poemas y panfletos; el tercero, se angustia, diecisรฉis obras; el cuarto, Rowson se desespera, veintinueve: su lectura puede insumirle aรฑos, piensa. A continuaciรณn, por lo demรกs, lee que, segรบn Melvyn New, los autores que interesaron a Sterne fueron mรกs bien Alexander Pope y Jonathan Swift: el primero escribiรณ trece libros; el segundo, mรกs de medio centenar de textos. New afirma, tambiรฉn, que, para comprender las autรฉnticas motivaciones de Sterne โaunque, por supuesto, las motivaciones de sus autores tienen poco que ver con sus obras y a menudo nada en absolutoโ, se debe leer a Franรงois Rabelais, a Michel de Montaigne, a Miguel de Cervantes, a Voltaire, a Robert Burton: Rowson no busca las listas de sus obras, que imagina, con toda razรณn, demasiado extensas. Aquรญ el dibujante inglรฉs hace lo siguiente: se levanta de su silla, abandona los libros sobre la mesa, sale corriendo de la sala de lectura, atraviesa pasillos en los que siente que falta, que siempre ha faltado, el aire, sale a la calle y allรญ, y despuรฉs de un instante, se pregunta si en realidad no ha saltado por la ventana: de hecho, le duelen todos los huesos, como si los tuviera rotos. Piensa que alguien le ha robado algo pero se dice que ha sido รฉl mismo, pues considera que los aรฑos que ha invertido en su proyecto han sido una pรฉrdida, cosa que, por supuesto, puede discutirse, y se pregunta โaunque lo mรกs verosรญmil es que esto no se lo pregunte Rowson sino Koeppen, y que ya tenga una respuesta para elloโ si el Tristram Shandy no es, en realidad, un libro sobre el modo en que un acontecimiento de la vida nos conduce a otro y una lectura nos lleva a otra, sin interrupciรณn posible, y acerca de la forma en que todos caemos en el agujero de la literatura, que carece de fondo, y ya no podemos salir jamรกs de รฉl. Este, por lo demรกs, un pensamiento relativamente banal, carente de toda importancia, un pรฉsimo pago a la inversiรณn de tiempo y esfuerzo que Rowson ha hecho y que, como todos los pagos en literatura, no justifica en absoluto la inversiรณn, es el รบltimo pensamiento que tiene acerca del Tristram Shandy, y Rowson recuerda a continuaciรณn que su padre, cuando era niรฑo, le enseรฑรณ a no jugar al ajedrez; es decir, a fingir que jugaba al ajedrez cuando no lo hacรญa en absoluto. Recuerda que era un ejercicio placentero, en el que las reglas se inventaban y se modificaban rรกpidamente, presididas por la รบnica regla que se imponรญa a todas las demรกs, y que consistรญa en que las piezas no debรญan ser movidas nunca, bajo ningรบn concepto, de la forma en que son empleadas tradicionalmente en el juego, y el tablero era una locura, un autรฉntico juego, que cambiaba y era siempre distinto con cada partida, mientras afuera caรญa todo el inmenso peso de la noche sobre las casas y el โno ajedrezโ que habรญa inventado su padre era una cierta forma de pensar en todo lo que a Rowson iba a importarle cuando fuera adulto, la vida insospechada y la literatura. Naturalmente, Martin Rowson nunca completa su adaptaciรณn a la novela grรกfica del Tristram Shandy, de hecho, en rigor, ni siquiera la comienza, lo que la convierte en la mejor recreaciรณn de la obra de Sterne, que su autor, por cierto, tampoco completรณ nunca; Wolfgang Koeppen, por su parte, nunca escribe esta historia: el peso de la noche tambiรฉn cae sobre รฉl, definitivamente, en un momento u otro. ~
Patricio Pron (Rosario, 1975) es escritor. En 2019 publicรณ 'Maรฑana tendremos otros nombres', que ha obtenido el Premio Alfaguara.