Arnaldo Tamayo Méndez se convirtió en el primer cosmonauta cubano en 1980. Su impresión inicial, cuando estuvo en el espacio, fue notar el verdadero tamaño de la Tierra: bastaron solo noventa minutos para rotar a su alrededor. Cuenta que el reto principal durante los primeros tres días fue enfrentarse a la hostilidad del cosmos. Era incapaz de realizar giros sobre su propio eje, como sus compañeros, y la ingravidez hacía que la sangre se acumulara en su cabeza. En la primera noche abordo de la estación espacial Saliut 6, colocó su bolsa de dormir en una de las paredes, confundido, no sabía cuál era el piso. Cuando el desconcierto fue aclarado, decidió que de todas maneras aquél era un buen lugar para recostarse. Creció un centímetro y medio en una semana: proceso común, aunque doloroso, en ausencia de gravedad. Hoy tiene setenta y tres años y cuando le preguntan cuál es su mayor anhelo, contesta, con optimismo, como si fuera posible, que regresar al cosmos.
En julio de 1961 Yuri Gagarin viajó a Cuba. Solo tres meses antes se había convertido en el primer hombre en el espacio y fue recibido en la isla como un héroe. En un discurso pronunciado en la Plaza de la Revolución, dijo que no estaba lejos el tiempo en el que un cubano viajara al espacio. En esos días Arnaldo Tamayo Méndez, ignorante de su destino, ajeno a las palabras proféticas del cosmonauta soviético, se encontraba en la URSS, estudiando un curso intensivo en el Colegio de Aviación de Eysk. Regresó a Cuba en mayo de 1962 y se integró en las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Durante la crisis de los misiles en octubre realizó veinte vuelos de reconocimiento y luego continuó con su carrera militar. En 1967 viajó a Vietnam para brindar asesoría estratégica de defensa aérea contra el enemigo imperialista.
Yuri Gagarin murió en un accidente aéreo a las afueras de Moscú, cuando perdió el control del caza MiG-15 que pilotaba, en marzo de 1968. Aquella desafortunada experiencia conmovió a Fidel Castro y doce años no fueron suficientes para que pudiera olvidarla. En 1980, cuando Arnaldo Tamayo Méndez regresó del espacio, recibió la orden de no volver a manejar un avión militar. El primer representante de Cuba, América Latina, África, el tercer mundo y los países hispanohablantes en el cosmos, era un héroe y debían cuidar su vida y solo podría volar en vuelos comerciales y siempre y cuando lo hiciera como pasajero. Lo aceptó de manera resignada.
El 19 de septiembre de 1980, a las 00:12, tiempo de Kazajstán, despegó, desde el Cosmódromo de Baikonur, la nave espacial Soyus-38 con Arnaldo Tamayo Méndez y Yuri Romanenko abordo. A las 23:49, tiempo de Moscú, se integró el complejo orbital Saliut 6 – Soyus-38. Los cosmonautas Leonid Popov y Valeri Riumin, como anfitriones, recibieron a los nuevos tripulantes en la estación espacial. Al día siguiente comenzaron a realizar los veinte experimentos médicos, biológicos, físicos y técnicos que eran el motivo de su misión, algunos preparados por la Academia de Ciencias de Cuba. Investigaron el estado del sistema cardiovascular en el período de adaptación, el cultivo de los primeros monocristales orgánicoss en microgravedad utilizando azúcar cubano, la exploración del país caribeño desde el espacio en busca de yacimientos de petróleo y minerales; se probaron sandalias diseñadas para contrarrestar la ingravidez e hicieron los primeros electroencefalogramas a humanos en el cosmos. El viaje de Tamayo y Romanenko duró ocho días y durante ellos completaron ciento veintiocho órbitas circunterrestres.
Nació el 29 de enero de 1942 en Baracoa, Guantánamo. Su madre murió al poco tiempo y fue criado por su abuela materna. Estudió hasta el octavo grado en una escuela pública y entre los doce y trece años debió trabajar en una fábrica de muebles, como obrero, y en un taller de carpintería, como aprendiz. Él mismo asegura que su sueño, entonces, era convertirse en un buen trabajador y punto. En 1959 se integró a la Asociación de Jóvenes Rebeldes. Participó en el Ejército Juvenil del Trabajo y laboró en la Sierra Maestra. Ingresó al Instituto Tecnológico y un día afortunado leyó una invitación para estudiar en la URSS; los jóvenes como él, de acuerdo con el comunicado, podían optar por una carrera diplomática o por convertirse en pilotos aviadores. Inspirado en la historia de Alexéi Marésiev, un héroe de la Segunda Guerra Mundial que libró sus últimas batallas con las dos piernas amputadas por debajo de las rodillas, decidió que quería convertirse en un piloto de combate.
El proceso de selección para decidir quién sería el primer cosmonauta cubano fue largo y riguroso: cincuenta pilotos elegibles fueron descartándose hasta que solo quedaron dos de ellos: Arnaldo Tamayo y José Armando López Falcón. Se consideraron mejores candidatos que los demás por su conocimiento del idioma ruso, porque eran pilotos de primera y segunda clase, eran disciplinados y tenían buenas condiciones de salud. Los dos ingresaron al Centro de Preparación de Cosmonautas Yuri Gagarin, en competencia y alianza al mismo tiempo. López Falcón, que es ingeniero, ayudó a Tamayo en el aspecto teórico de los estudios. Arnaldo Tamayo Méndez era un piloto más experimentado y ayudó a López Falcón en la preparación física. Hacia septiembre de 1980, luego de realizar estudios psicológicos de compatibilidad, Tamayo Méndez fue designado a la primera tripulación junto a Yuri Romanenko. López Falcón integró la segunda junto a Evgueni Jrunov. Un cosmonauta y un investigador, diría Tamayo años después, son como un matrimonio. El 17 de septiembre, Raúl Castro, a la cabeza de la delegación cubana, informó que Arnaldo Tamayo Méndez había sido elegido para realizar el viaje al espacio. José Armando López Flacón se quedaría en la tierra y sería olvidado por la historia; hoy vive en México.
En la actualidad, Arnaldo Tamayo Méndez es Presidente de la Asociación de Amistad Cuba – Rusia y diputado ante la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba. En el año 2014 publicó el libro Un cubano en el cosmos. Tiene cinco hijos y está seguro de que algún cubano volverá a viajar al espacio: el fue el primero, no cree ser el último.
(ciudad de México 1984) Narrador. Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas y director de la revista Los suicidas.