Jonathan Hernández y Pablo Sigg, Fémur de elefante mexicano. Expuesto en la Galería Kurimanzutto, 28 de septiembre al 30 de octubre, 2010
Jonathan Hernández y Pablo Sigg nos proponen un interesante juego a partir de la obra de Marcel Broodthaers de 1965, formada por dos fémures humanos pintados con los colores de las banderas belga y francesa. El artista fusionó la nacionalidad con la estructura de un ser humano.
El fémur de un “elefante mexicano” nos enfrenta a un problema intrigante: ¿puede existir un elefante mexicano? Obviamente, es una contradicción, pues solamente hay elefantes africanos y asiáticos. Así que este fémur, si proviene de un elefante cautivo en México, es de un animal extranjero o, si acaso, criollo. Pero como a los elefantes no les expiden pasaporte ni les otorgan la nacionalidad, los dos artistas decidieron pintar su fémur con los colores de la bandera nacional. De esta manera tenemos una identidad femoral paquidérmica y patriótica tan falsa como la famosa pipa de Magritte que, como sabemos, no es una pipa. Podemos comprobar que los huesos no sólo son buenos para roer: también son buenos para pensar. ¿Hay una identidad mexicana? ¿Hay un arte mexicano? ¿Hay una filosofía mexicana? ¿O sólo hay, en realidad, representaciones? Acaso únicamente hay personas (artistas y filósofos) que viven en México, algunas de las cuales inventan identidades para criticarlas, para rendirles culto o para encontrar un buen hueso. Otras personas pintan fémures de elefante…
Marcel Broodthaers, Fémur d’homme belge, 1964-65 y Fémur de la femme française, 1965
Es doctor en sociología por La Sorbona y se formó en México como etnólogo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.